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EL CARNERO

EL CARNERO. REBELDE. ALBORADA CRISTIANA Francisco Cándido Xavier Textos dictados por el espíritu Neio Lucio.

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EL CARNERO

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  1. EL CARNERO REBELDE ALBORADA CRISTIANAFrancisco Cándido XavierTextos dictados por el espírituNeio Lucio

  2. Cierto carnero, muy inteligente pero indisciplinado, se dio cuenta de los beneficios que la lana esparcía en todas partes y, desde entonces, se juzgó mejor que los demás seres de la Creación, pasando a rebelarse contra el trasquilado. - Si era tan precioso -pensaba- ¿por qué aceptar la humillación de aquella tijera enorme? Sufría frío intenso de tiempo en tiempo y, despreocupado de las ricas raciones que recibía en el redil, se detenía solamente en el examen de los perjuicios que suponía sufrir.

  3. Muy amargado se dirigió al Creador, exclamando: - Mi Padre, no estoy satisfecho con mi pelaje. La trasquiladora es un tormento... ¡Modifícame, Señor...! - El Todopoderoso le preguntó con bondad: - ¿Qué deseas que yo haga? Vanidoso, el carnero respondió: - Quiero que mi lana sea toda de oro. La rogativa fue satisfecha. Con todo, así que el orgulloso ovino se mostró lleno de pelos preciosos; varias personas ambiciosas lo atacaron sin piedad. Le arrancaron violentamente los hilos, dejándolo lleno de llagas.

  4. El infeliz, quejándose, corrió hacia el Altísimo e imploró: - ¡Mi Padre cámbiame nuevamente! No puedo exhibir lana dorada... Pues encontraría siempre salteadoras sin compasión. El Sabio de los sabios le preguntó: - ¿Qué quieres que yo haga? El animal, tocado por la manía de grandeza, suplicó: - Quiero que mi lana sea labrada en porcelana primorosa. Así fue hecho.

  5. Entre tanto, luego que volvió al valle, apareció en el cielo un enorme ventarrón, que le quebró todos los hilos, desgarrándole la carne. Regresó, afligido, al Todo Misericordioso y se quejó: - ¡Padre, renuévame!... La porcelana no resiste al viento... Estoy exhausto... Le dijo el Señor: - ¿Qué deseas que yo haga? - Con el fin de no provocar a los ladrones y no herirme con porcelana quebrada, quiero que mi lana sea hecho de miel.

  6. El Creador satisfizo su pedido. Sin embargo, luego que el pobre se halló en el redil, bandas de moscas asquerosas lo cubrieron todo y, por más que corrió campo afuera, no pudo evitar que ellas le chupasen los hilos endulzados. El mísero volvió al Altísimo e imploró: - ¡Padre, modifícame... Las moscas me dejaron en sangre! El Señor indagó, de nuevo, con inextinguible paciencia: - ¿Qué quieres que yo haga? Esta vez, el carnero pensó más tiempo y consideró:

  7. - Supongo que sería más feliz si tuviese mi lana semejante a las hojas de lechuga. El Todo Bondadoso atendió una vez más su voluntad y el carnero volvió a la planicie, con la caprichosa alegría de parecer diferente. No obstante, cuando algunos caballos le pusieron los ojos encima, no consiguió mejor suerte. Los equinos lo prendieron con los dientes y, después que le comieron la lana, le mordieron el cuerpo. El carnero corrió en dirección del Juez Supremo, goteando sangre de las profundas llagas y, con lágrimas, gimió, humilde:

  8. - ¡Mi Padre, no soporto más...! Como sollozaba largamente, el Todo Compasivo, viendo que él se arrepintiera con sinceridad, observó: - ¡Reanímate, mi hijo! ¿Qué pides ahora? - El infeliz replicó, en llanto: - ¡Padre, quiero volver a ser un carnero común, como siempre fui. No pretendo la superioridad sobre mis hermanos. Hoy sé que mis trasquiladores de otro tiempo son mis verdaderos amigos. Nunca me dejaron con heridas y siempre me dieron de comer y de beber, cariñosamente... Quiero ser simple y útil, tal cual me hiciste, Señor...!

  9. El Padre sonrió, bondadoso, lo bendijo con ternura y habló: - Vuelve y sigue tu camino en paz. Comprendiste, al fin, que mis designios son justos. Cada criatura está colocada, por mi Ley, en el lugar que le corresponde y, si pretendes recibir, aprende a dar. Entonces el carnero, avergonzado, pero satisfecho, volvió hacia el valle, se reunió con los demás y de allí en adelante fue muy feliz. Neio Lucio

  10. Algunas reflexiones Muchas veces no estamos conformes con lo que tenemos; ambicionamos más o lo que otros tienen. Nos quejamos de lo que nos falta, pero no vemos todo lo que Dios nos dio: nuestra vida, la inteligencia, nuestras habilidades y un mundo maravilloso. Jamás envidiemos a los demás por lo que tienen. Por el contrario, demos gracias a Dios por lo que tenemos. Él es justo y nos da lo que necesitamos para nuestro aprendizaje y desarrollo espiritual; eso es lo más importante, no lo olvidemos.

  11. Dirección: Jr. Salaverry 632 – 1 Magdalena del Mar Telf: 263-3201 - 9911-80873 rezkalah5@hotmail.com www.amaliadomingosoler.divulgacion.org

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