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E N D
Érase una vez una niña que nació en las riberas de un río cerca del poblado de los castillos de Río de Jesús. La joven, de nombre Eufrocia, era tan fea que no había posibilidad alguna de que lograra casarse. Su tía, quien no estaba de acuerdo con la vida festiva que llevaba su sobrina se molestaba aunque muy en el fondo no veía riesgos por lo fea q era su sobrina.
Una noche, en una fiesta que se realizó en el jardín Rosalba de Santiago, la muchacha conoció un joven alto, de muy buena presencia. El muchacho que no llevaba mucho tiempo de haber llegado a la fiesta en compañía de unos amigos, entre la oscuridad divisó a aquel fracaso de la naturaleza.
Esa noche entre tragos y cervezas el joven aposto con sus amigos quien era el primero en conquistar una chica en la fiesta. Avanzaba la noche y ninguno de los presente lograba su cometido; las muchachas eran escasas y la luz no ayudaba mucho.
Presionado por la apuesta, Bartolo que era oriondo de Santiago, decidio tomar las riendas del asunto e invito a Eufrosia a bailar la pieza titulada Soy tu micho, michita; de Victorio Vergara.
Eufrosia se sintió sorprendida al ver que un muchacho como ese le invitara a bailar, por lo que aprovechó al maximo aquel regalo de Dios. Luego de Soy tu micho, vino otra pieza, y otra, y la forma de bailar de Eufrosia impresionaba cada vez mas a Bartolo, quien entre tragos y salomas no distinguia la fealdad de su pareja..
La pareja se compenetraba cada vez mas y al finalizar el baile él la llevó a un lugar solitario donde se entregaron el uno al otro.
En la tarde del día siguiente Bartolo fue a la casa de ella, puesto que su abrigo se habia quedado en el auto. Al llegar preguntó por Eufrosia, quien desde la noche no habia dejado de pensar en su principe.
Miles de ideas circulaban por la mente de Bartolo esa tarde, y un sentimiento de culpa se apoderaba de él por la apuesta hecha la noche anterior, pero cuando miro a sus ojos, se conectaron sus miradas y su fealdad no pudo opacar la felicidad que proyectaba su ser, él, al igual que ella mantenía vivo el recuerdo de la noche anterior, donde la oscuridad había sido cómplice de sus deseos.
Segundos de silencio hicieron mas romántico el reencuentro, y en ese justo momento Bartolo, tomo la decisión mas importante de su vida, pidió a Eufrosia que se casara con él…(que bárbaro!!!!, que estomago!!!!!) . Que había hecho Eufrosia esa noche? Cómo logro que Bartolo perdiera por completo la noción de la belleza? …..Será que Eufrosia tenía algo que las demás mujeres no? Muy simple, ella había entregado algo que jamás había recibido Bartolo: Su alma, el alma que Bartolo veía através de sus ojos.
Fue así como se casaron, y al cabo de los 9 meses nació Justina, hija de Eufrosia Gonzalez y Bartolo Pasek; de niña en la escuela le llamaban Justine…. Era una joven muy inquieta que le gustaba modelar y jugar a ser reina de belleza……
Y colorín, colorado…. Este cuento… Sigue… en el próximo seminario..
