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Mensaje. La vida Antigua y La vida Nueva (1). Hno. Isaías Rodríguez. Introducción. La segunda parte de la Epístola de Pablo a los Colosenses (3:5-4:6) habla acerca de algunos aspectos muy importantes de nuestra conducta como cristianos.
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Mensaje La vida Antigua y La vida Nueva (1) Hno. Isaías Rodríguez
Introducción La segunda parte de la Epístola de Pablo a los Colosenses (3:5-4:6) habla acerca de algunos aspectos muy importantes de nuestra conducta como cristianos.
El pasaje, visto desde un punto de vista temático, presenta cuatro grupos de mandatos.
En un primer grupo (3:5-14), encontramos mandatos que nos exhortan a crecer espiritualmente; algunos de estos mandatos son expresados en forma negativa,
En el segundo grupo encontramos mandatos dirigidos básicamente a la iglesia (3:15-17). El tercer grupo de mandamientos es relativo a la familia (3:18-4:1).
Y en el cuarto los mandamientos van orientados al ministerio del evangelio (4:2-6).
Texto Colosenses 3:5-11
Idea Exegética El pasaje habla acerca de conductas y prácticas que debemos discontinuar en nuestra vida, puesto que ya somos personas con vida nueva.
Proposición Vivamos la vida nueva mediante el poder del Espíritu Santo.
Pregunta ¿Por qué se habla de “vida nueva”? ¿Es que acaso hay una vida vieja? ¿Qué ha pasado con esa vida vieja y qué características tiene la vida nueva?
I. MANDATOS QUE ILUSTRAN AL CREYENTE LA FORMA DE VIVIR LA NUEVA VIDA EN CRISTO. MANDATOS EXPRESADOS EN FORMA NEGATIVA.
A. El texto de los mandatos. Bajo este apartado tenemos básicamente tres mandatos. 1. “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros…” V.5 2. “Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas…” V.8 3. “No mintáis los unos a los otros…” V.9
B. El por qué de los mandatos ¿Por qué escribió Pablo estos mandatos a los hermanos de Colosas? Porque estaba tratando de corregir conductas existentes.
Pero ahora surge una segunda pregunta, “¿Esperaba Pablo que los colosenses corrigieran sus conductas equivocadas sólo porque él lo estaba ordenando?” ¡Absolutamente no!
Pablo siempre razona las cosas, y uno de los conceptos básicos que él maneja es que, para él, el fundamento de la experiencia cristiana es el conocimiento. ¿Es usted casado(a)? ¿Cómo lo sabe? Usted está casado, y lo sabe.
Permítame seguir con la ilustración un poco más. Le voy a pedir que ponga a trabajar su imaginación. Usted sabe que está casado porque firmó un papel pero, ¿tendría la vivencia de lo que significa estar casado?
¡Seguramente no! ¡Tendría que haber vivido la experiencia de la vida de casado para confirmar la realidad de su experiencia.
1. La naturaleza de la muerte del creyente con Cristo. Pablo dice que a fin de tener una base para sustentar nuestro deseo – o deber -- de vivir una vida nueva, debemos comenzar por saber qué sucedió cuando aceptamos a Cristo como Salvador personal.
2. ¿Y qué pasó cuando usted invitó a Cristo a su corazón? Cuando usted invitó a Cristo a entrar en su corazón ocurrió una muerte, ¡la suya! Espiritualmente hablando, usted fue crucificado con Cristo (Gál. 2:20), fue sepultado con Cristo y resucitó a una nueva vida. (Rom. 6:3-7).
Ese evento le otorgó la salvación eterna y dio por terminado el poder que el pecado tenía sobre usted. En el momento de su salvación usted vivió toda esa realidad, que tuvo lugar en el terreno espiritual.
Como creyentes, cada uno de nosotros necesita estar consciente y convencido de esa realidad espiritual. Necesitamos saber, más allá de toda duda, lo que tuvo lugar en ese momento. Ese es el conocimiento que servirá de fundamento a nuestra experiencia cristiana.
2. La necesidad de hacer realidad esa experiencia espiritual a nivel mental y físico. Muchos creyentes jamás llevan su experiencia de muerte espiritual al terreno de su conducta diaria.
¿Qué fue lo que sucedió con ese nuevo creyente? Es muy posible que ni siquiera haya logrado entender bien la realidad de la experiencia espiritual que tuvo lugar en su vida. Pregunto: ¿Tuvo alguna oportunidad de llevar esa experiencia espiritual a nivel de su vida diaria? Muy pocas, diría yo, si es que tuvo alguna.
APLICACIÓN: Y quiero dejar claro que “el saber plenamente, el tener conciencia de que al recibir a Cristo en el corazón como único y suficiente Salvador, morimos con Cristo, morimos al pecado y morimos al mundo.” Ahora debemos llevar esa “experiencia espiritual” a nuestra vida diaria.
II. EL CONTENIDO ESPECÍFICO DE LOS MANDATOS
A. El primero de ellos lo encontramos en el verso 5, que dice, “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría.”
Aquí encontramos la primera lista de cinco pecados, agrupados por su naturaleza sexual. Estos cinco pecados se relacionan con actos personales.
¿Qué no se supone que la experiencia de salvación nos cambia, nos transforma?
Por supuesto que sí, pero esa transformación, que ocurre en forma instantánea en el terreno espiritual en el momento de la conversión, tiene que ser llevada a la vida diaria, a la experiencia física de todos los días.
1. Obsérvese, en primer lugar, la expresión “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros…” 2. Obsérvese también que Pablo atribuye esos pecados a nuestros ‘miembros’.
¿Por qué la referencia a los miembros? Porque los miembros son los instrumentos a través de los cuales nos expresamos a nosotros mismos.
3. Como ya dijimos, los cinco pecados aquí mencionados son de carácter sexual. Quien los comete se revela a sí mismo como egoísta, y son actos que constituyen una agresión personal.
4. Estas conductas no tienen nada que hacer en la vida de los cristianos. La razón es que esas son “cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia”.
5. Luego, en el verso 7 se nos presenta otra razón por la que los colosenses debían hacer morir esas conductas.
Eso es lo que ellos hacían antes, en otro tiempo “cuando vivías en ellas”. Pero ahora eran ya creyentes, eran nuevas criaturas, debían ser diferentes, debían vivir una vida nueva.
Eso es lo que ellos hacían antes, en otro tiempo “cuando vivías en ellas”. Pero ahora eran ya creyentes, eran nuevas criaturas, debían ser diferentes, debían vivir una vida nueva.
B. B. La segunda lista de pecados con la que los cristianos tenemos que lidiar también es de cinco.
Aunque estos son más bien pecados de naturaleza social, son igualmente destructivos. El texto dice, “Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.”
1. Escuché a alguien preguntar recientemente si había diferencia entre la ira y el enojo. Sí parece haberla.
a) La ira aquí mencionada (orgein) es la ira habitual, ya añeja, esa que hace muy difícil la vida con esa persona. Parece incluir la planeación deliberada de la venganza.
b) El enojo (thumon) es esa explosión de temperamento que surge en forma repentina. Un ejemplo sería Moisés, cuando hirió a la roca cuando Dios le había dicho sólo que le hablara.
2. Vea la expresión final del verso 8, “… palabras deshonestas de vuestra boca…”.
3. Podríamos incluir en este segundo grupo las palabras del verso 9, “No mintáis los unos a los otros…” ¿Cómo andamos en esto de la mentira? ¿Qué caso tiene mentir?
El cristiano debe ser conocido como una persona que siempre dice la verdad. Qué bueno fuera que dijeran de nosotros: “Si el hermano “X” lo dijo, entonces es verdad.” ¡Qué satisfacción!, ¿no les parece?
4. ¿Por qué debemos los cristianos “despojarnos” de estos pecados mencionados en el versículo 8 y primera parte del 9?
Pablo nos da una poderosa razón para ello al decir (vs. 9b-11)
“… habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestidos del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego, ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.”
Conclusión ¿Qué somos los cristianos? Somos personas nacidas de nuevo, somos personas que tenemos la posibilidad de vivir una nueva vida, una vida diferente.
Conclusión ¿Por qué no la vivimos? Lo más seguro es que porque aun no hemos sido capaces de trasladar nuestra realidad espiritual a nuestra realidad física -- a nuestra vida diaria.
Conclusión Podemos hacerlo; debemos hacerlo.