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Reflexión. Por esta Pascua. Guillermo Alfonso Bazán Becerra. Los mensajes concientizadores tienen (en el consumista y superficial mundo de hoy, sin fe ni "carga espiritual") eso que criollamente se dice "poca pegada".
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Reflexión Por esta Pascua Guillermo Alfonso Bazán Becerra
Los mensajes concientizadores tienen (en el consumista y superficial mundo de hoy, sin fe ni "carga espiritual") eso que criollamente se dice "poca pegada". Sinceramente, entran por una oreja... y salen por la otra, sin dejar huella. Lo que encuentra eco fácil y se lo reenvía hasta colmar buzones es lo soso, simplón, vulgar y hasta lo estúpido.
Así que, por eso, hoy Viernes de esta Semana Santa, voy a "lanzar la piedra“, pero sin esconder la mano. Seré algo así como el "abogado del diablo“, a ver si logro remecer un poquito... antes de que sea tarde.
Vamos a suponer que ésta es mi última Semana Santa y que moriré pronto, más pronto de lo que me imagino o de lo que tú piensas (pensemos que tan sólo me queda unas horas de vida... y ni lo sospecho). Pero, con el mismo ejemplo, vamos a suponer que quien va a morir eres tú o alguien que amas mucho.
¿Crees que soy cruel o morboso? No, porque la muerte no nos avisará y, obviamente, no somos inmortales. Bien. ¿Estamos preparados para esa muerte "aparentemente prematura"? Hum..., sólo tú, yo o el cuasi cadáver, que en este instante ríe a carcajadas y hace mil planes, tenemos la respuesta en nuestra conciencia.
Puedo decir que yo -como católico practicante- por lo menos trato de cumplir ahora mis obligaciones morales y de fe. Sé que en mucho le he fallado a Dios, pero Él ha de tener en cuenta mi sincero arrepentimiento y mi deseo de ser mejor… para tomarme en cuenta.
Me bastará con que me permita llegar al rinconcito más alejado de su Pradera Eterna y desde allí, sin levantar la vista, postrado, le diré: "Señor, no soy digno...“ y de su bondad bastará el más insignificante gesto para alcanzar su misericordia.
Mientras tanto, procurando recuperar el tiempo que perdí ambicionando los placeres, los bienes materiales o buscando saciar los goces y ambiciones circunstanciales, tengo la alegría de haber dejado ya unos y otros de esos lastres, sintiéndome feliz y en paz por ello.
Ni siquiera tengo afanes de desquite o venganza para quienes me ofendieron o me hirieron de algún modo y, al contrario, en mis oraciones diarias pido el perdón para todos, sin excepción, porque sólo así podré alcanzar el perdón para mí.
Señor mío y Dios mío, amadísimo Jesús: ¡en Ti confío! ¡Hágase Tu Voluntad!
Que en esta mi última Semana Santa de vida sepa encontrarme contigo, como el más humilde hijo pródigo, y de cada minuto que me regales de vida a partir de este instante sepa ser digno de Ti, para poder morir en paz y con la alegría de que, tal como Tú, he de resucitar para enfrentar Tu Juicio ante el Padre… y has de encontrar algo de bueno en mí, que justifique mi salvación.
Convencido que en el Gólgota nos personificaste en Juan, al decirle "He ahí a tu Madre...", te suplico que María, esta Madre Perfecta, interceda para que en cuanto mi alma quede liberada de este corruptible cuerpo físico, pueda llegar ante Ti y pueda reunirme con las almas de mis seres amados ya fallecidos.
Luego de lo dicho, no me atrevo a desearte superficialmente una "Feliz Pascua", porque esa felicidad no depende de mí ni de nadie que repita ese saludo, sino de ti y de la vida espiritual que estés llevando. Pero sí te abrazo con la mejor intención para que tú y tu familia estén junto a Dios.
Cajamarca, 2 de abril 2010 Fondo musical, editado: Fragmento de la “Rapsodia peruana”, Yaraví Daniel Alomía Robles. Interpretada por la Orquesta Sinfónica nacional, Lima Foto de la diapositiva 13: Atardecer en el valle de Cajamarca, desde la cumbre del Monumento arqueológico de Qayajpuma gmobazanbecerra@yahoo.es