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DOMINGO XXVII del T.O AÑO C. ESCUCHAREMOS TU VOZ, SEÑOR. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva, entremos a su presencia dándole gracias, vitoreándolo al son de instrumentos. ESCUCHAREMOS TU VOZ, SEÑOR. Entrad, postrémonos por tierra,
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Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva, entremos a su presencia dándole gracias, vitoreándolo al son de instrumentos.
Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro, porque Él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que Él guía.
No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto, cuando vuestros padres me tentaron y dudaron de mi, aunque habían visto mis obras.
Lectio Este salmo 94 es uno de los más empleados en la liturgia de la Iglesia. Es el pórtico de nuestra alabanza cotidiana porque es un salmo que nos invita a ponernos en camino (“venid” = “ ¡ea, vamos!”, “entrad”…) Y el motivo de este anhelo es que Dios es la Roca que nos salva, es nuestro Creador, nuestro Dios grande. Al mismo tiempo es una llamada de atención seria al cumplimiento de la Alianza.
Meditatio En el contexto de las lecturas de este domingo es una invitación a la asamblea a renovar la escucha al Señor para llevar a cabo la “obediencia de la Fe”. Fe que es la vida del justo (1ª lectura), el tesoro de Timoteo (2ª lectura), la confianza plena en Dios como respuesta a su revelación de amor y lealtad al hombre en Jesucristo.
Oratio Señor, sí, quiero escuchar tu voz. Pero constato la debilidad de mi fe, por eso, con los apóstoles te pido: ¡auméntame la fe! Muchas veces dudo de tus caminos, “te tiento” y te pongo a prueba como nuestros padres en el desierto a pesar de haber visto tus obras, de participar en la Eucaristía dominical, memorial de la mayor de todas ellas: la actualización del Misterio Pascual de Cristo. Y Tú eres nuestra Roca, la Firmeza de nuestra fe y, por ello, nuestra vida. Sí, Señor, con todos mis hermanos y hermanas este domingo renuevo mi fe y alzo fuerte la voz: ¡Escucharemos tu voz, Señor!
Contemplatio “Entremos a su Presencia dándole gracias” Gracias, Señor, por el don de tu Presencia, pues, más que entrar nosotros eres Tú quien te abajas y entras en nosotros bajo las humildes especies de Pan y Vino. Tú mismo te ciñes y nos haces sentar a la Mesa.
Actio Procuraré escuchar la voz del Señor que me habla en su Palabra, las personas y los acontecimientos.