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Estoy aquí. Me escapé tras aquella gaviota que surcaba los mares hacia un rumbo desconocido. Y me colé cual polizón, aprovechando el murmullo de las olas.
E N D
Me escapé tras aquella gaviota que surcaba los mares hacia un rumbo desconocido. Y me colé cual polizón, aprovechando el murmullo de las olas. ¿Qué fuerza me llevó hasta ti?... No lo sé, pero aquí estoy, callado; no quiero alterar la quietud de tus soledades, y me acerco despacio, muy despacito, de puntillas.
¿No notas mi aliento en tu nuca? ¿No sientes mis dedos paseando por tus sienes? No te muevas, no vuelvas la cabeza, cierra los ojos y siente mi proximidad. He venido envuelto en la niebla de tus silencios, ¡que ansias por cobijarme entre tus palabras! Pero no, permanezco mudo, mientras respiro tu aire.
Tengo que marcharme antes del amanecer, antes que las estrellas se recojan y dejen de emitir sus guiños, antes de que la luz del sol delate mi presencia. Duerme, ya me marcho, en silencio y de puntillas igual que llegué.
¡Ah!, he dejado junto a tu cabecera, un ramillete de caricias envueltas en primavera, son las primeras que han florecido este año. Dicen que son deliciosas para el desayuno. Me marcho, con las manos vacías y el corazón repleto de sentimientos, con el cofre de los besos sin abrir, ¿qué voy a hacer con tanto amor? Dime, ¿qué puedo hacer con él? Marila http://www.marila.org