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Lección 4 para el 26 de julio de 2014. LA SALVACIÓN. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). AMAR Y DAR.
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Lección 4 para el 26 de julio de 2014 LA SALVACIÓN
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16) • AMAR Y DAR El amor es el atributo por excelencia del carácter de Dios. Él no solo ama, sino que ES amor (1ª de Juan 4:8). El amor que Dios tiene por cada ser humano que ha creado, le llevó a la acción de darse a sí mismo –en la persona de su Hijo– para salvar al mundo. ¿Cómo podemos conseguir esta salvación ofrecida por Dios? Solamente necesitamos imitar el ejemplo del publicano: “Dios, sé propicio a mí, pecador” (Lucas 18:13). Nadie merece la salvación. No podemos comprarla, solo recibirla. Es por gracia. Gracias Padre por tu amor y por darnos el don de tu Hijo.
ENVIAR “Pero yo le conozco, porque de él procedo, y él me envió” (Juan 7:29) Jesús declaró que había sido enviado por el Padre. Debía buscar a aquellos que el Padre atrajese: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44) En su búsqueda para atraer a los hombres, Padre, Hijo y Espíritu Santo están dispuestos a realizar cualquier esfuerzo para salvarnos a cada uno de nosotros. En Lucas 15:3-10, Jesús relató dos parábolas para que podamos entender este punto. • Como el pastor que busca a su oveja perdida, Dios sale a buscarnos y nos lleva tiernamente de vuelta al redil. • Al igual que la mujer realiza todo esfuerzo necesario para encontrar su dracma perdida, Dios busca incesantemente la manera de atraernos a Él.
“Los judíos enseñaban que antes de que se extendiera el amor de Dios al pecador, éste debía arrepentirse. A su modo de ver, el arrepentimiento es una obra por la cual los hombres ganan el favor del cielo. Y éste fue el pensamiento que indujo a los fariseos a exclamar con asombro e ira: “Este a los pecadores recibe”. De acuerdo con sus ideas, no debía permitir que se le acercaran sino los que se habían arrepentido. Pero en la parábola de la oveja perdida, Cristo enseña que la salvación no se debe a nuestra búsqueda de Dios, sino a su búsqueda de nosotros. “No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios; todos se apartaron”. No nos arrepentimos para que Dios nos ame, sino que él nos revela su amor para que nos arrepintamos” E.G.W. (Palabras de vida del gran Maestro, cp. 15, pg. 147)
MORIR “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” (Juan 10:11) Cuando Juan el bautista declaró “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29), hizo una clara alusión a la forma que se realizaría nuestra salvación. Cada animal sacrificado enseñaba una lección al oferente: para que el pecado pueda ser perdonado, un ser inocente debe morir. Y solamente la muerte sustitutoria del único ser humano que ha vivido sin pecado (Jesús, el Hijo de Dios), puede obtener ese perdón. Nadie le obligó, él mismo se ofreció voluntariamente para morir por nosotros, porque nos ama. “Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre” (Juan 10:17-18)
PERDONAR Y LIBERAR “Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado… Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:34, 36) El pecado esclaviza a quien lo comete. El único Libertador verdadero es Jesús, que nunca fue esclavo del pecado. Jesús se goza en concedernos el perdón y librarnos de la condenación. “Las palabras pronunciadas por Jesús: “Tus pecados te son perdonados” (Mateo 9:2), tienen un inmenso valor para nosotros. Él dijo: He llevado tus pecados en mi propio cuerpo en la cruz del Calvario. Él ve vuestras aflicciones. Su mano se posa sobre la cabeza de cada alma contrita, y Jesús se convierte en nuestro Abogado delante del Padre, y nuestro Salvador. El corazón humillado y contrito recibirá una gran bendición con el perdón” E.G.W. (A fin de conocerle, 18 de agosto)
VIVIFICAR “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10) Jesús, que era completamente inocente, tomó sobre sí nuestra culpa y recibió nuestro castigo para que nosotros, que somos totalmente pecadores, pudiéramos ser declarados inocentes. Por medio de él, en lugar de perecer, recibimos vida eterna. Cuando Jesús llega a ser nuestro Salvador, nuestra vida adquiere un significado completamente nuevo, y podemos disfrutar una vida más rica y plena.
VIVIFICAR La vida que Jesús nos da, se sustenta con pan y agua: “Los que son participantes de la humildad, la pureza y el amor de Cristo, se gozarán en Dios, y esparcirán luz y alegría a todo su alrededor. El pensamiento de que Cristo murió para conseguirnos el don de la vida eterna, basta para poner de manifiesto en nuestro corazón la gratitud más sincera y ferviente, y obtener de nuestros labios la alabanza más entusiasta. Las promesas de Dios son ricas, plenas y gratuitas” E.G.W. (Hijos e hijas de Dios, 16 de noviembre)