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En la mitología griega, Hefesto (en griego ‘brillar’) es el dios del fuego y la forja, así como de los herreros, los artesanos, los escultores, los metales y la metalurgia. Era adorado en todos los centros industriales y manufactureros de Grecia, especialmente en Atenas. Su equivalente aproximado en la mitología romana era Vulcano. • Hefesto era bastante feo, lisiado y cojo. Incluso se dice que, al nacer, Hera lo vio tan feo que lo tiró del Olimpo. Tanto es así, que caminaba con la ayuda de un palo y, en algunas vasijas pintadas, sus pies aparecen a veces del revés. En el arte, se le representa cojo, sudoroso, con la barba desaliñada y el pecho descubierto, inclinado sobre su yunque, a menudo trabajando en su fragua. La apariencia física de Hefesto indica arsenicosis, es decir, envenenamiento crónico por arsénico que provoca cojera y cáncer de piel. El arsénico se añadía al bronce para endurecerlo y la mayoría de los herreros de la Edad de Bronce habrían padecido esta enfermedad.
Caida y regreso al Olimpo. • Hera, mortificada por haber parido tan grotesca descendencia, no tardó en arrojarlo del Olimpo. Hefesto cayó durante nueve días y noches hasta el mar, donde como él mismo cuenta en la Ilíada[3] dos diosas del mar, la nereidaTetis (madre de Aquiles) y la oceánideEurínome, lo recogieron y lo cuidaron en la isla de Lemnos, donde creció hasta convertirse en un maestro artesano. • Otras versiones afirman que fue su padre Zeus quien lo arrojó a causa de una conspiración de Hera y Hefesto para derrocarlo, y en La Ilíada[4] se narra que fue porque liberó a su madre, que estaba presa con una cadena de oro entre la tierra y el cielo tras una pelea con Zeus. Hefesto habría caído así en la isla de Lemnos, quedando cojo y lisiado. • Tras haber fabricado tronos de oro para Zeus y otros dioses, Hefesto se vengó elaborando uno mágico de diamante[5] que envió como regalo a Hera. Cuando ésta se sentó en él, quedó atrapada, incapaz de levantarse. Los demás dioses rogaron a Hefesto que volviese al Olimpo y la liberase, pero él se negó, enfadado aún por haber sido expulsado. Intervino entonces Dioniso, quien emborrachó a Hefesto y lo llevó de vuelta al Olimpo a lomos de una mula. Hefesto, contrariado por la treta y dueño de la situación, impuso severas condiciones para liberar a Hera, una de las cuales fue contraer matrimonio con Afrodita.
La fragua de Hefesto. • Según la Ilíada[6] la forja de Hefesto estaba en el monte Olimpo, pero lo habitual era situarla en el corazón volcánico de la isla egea de Lemnos. Hefesto era identificado por los griegos con los dioses-volcanes del sur de Italia Adranos y Vulcano. Escritores clásicos posteriores siguieron esta idea describiendo una forja del dios en las islas volcánicas de Lipari, cerca de Sicilia. Los colonizadores griegos de esta isla terminarían asociando la fragua de Hefesto con el Etna. • Hefesto fabricó muchos de los accesorios que lucían los dioses
Ayudantes. • Hefesto trabajaba ayudado por: • Cedalión era aprendiz en la forja de la isla de Lemnos. Allí llegó el gigante Orión tras haber sido cegado por Enopión como castigo por violar a una de sus hijas. Hefesto se apiadó de él y le dio a Cedalión para que le sirviera de lazarillo sentado en su hombro. • Dos Cabiros, Alcón y Eurimedón, hijos gemelos de Hefesto, ayudaban a su padre en la forja de Lemnos. Análogamente, los Palicos, también sus hijos gemelos, le ayudaban en la forja de Sicilia. • Los tres Cíclopes inmortales y sus hijos trabajaban en la fragua de Hefesto en la Isla Vulcano (cerca de Sicilia). • Las Kourai Khryseai .
Criaturas creadas por el. • Hefesto también creó diversas criaturas: • Según algunas fuentes, Talos, el gigante de bronce que Zeus dio a Europa para que fuese el guardián de Creta. Curiosamente, otros afirmaban que era Hefesto el hijo de Talos, que éste era hijo de Cres (o el último de una generación de hombres de bronce, surgidos de los fresnos). Pero, como señalaba Pausanias, «las leyendas de Grecia suelen tener diferentes formas, lo que es particularmente cierto en la genealogía.» • Las Kourai Khryseai (Κουραι Χρυσεαι, ‘doncellas doradas’) eran dos autómatas de oro con la apariencia de jóvenes mujeres vivas. Se decía que poseían inteligencia, fuerza y el don del habla.[6] Atendían a Hefesto en su palacio del Olimpo. • La primera mujer, Pandora.