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EL DRAGÓN DEL PATRIARCA Leyenda valenciana...... Escucha la música y dale al ratón. Cristina Sanfrancisco.
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EL DRAGÓN DEL PATRIARCA Leyenda valenciana...... Escucha la música y dale al ratón. Cristina Sanfrancisco
Existe una leyenda, casi infantil, sobre el origen de un famoso dragón, ante cuya contemplación en la pared del atrio de la iglesia del Colegio del Patriarca, fundada por el beato Juan de Ribera, todos los niños valencianos hemos temblado de miedo.
Es un cocodrilo relleno de paja, con las cortas y rugosas patas pegadas al muro y entreabierta la enorme boca, con una expresión de repugnante horror que hace retroceder a los pequeños para protegerse en las faldas de sus madres.
Dicen algunos que está allí como símbolo del silencio, como es costumbre en las iglesias del reino de Aragón, pero el pueblo valenciano no lo cree, porque sabe mejor que nadie el origen del espantoso animal, la historia verídica del famoso dragón del Patriarca, y todos los nacidos en Valencia la recordamos como se recuerdan los cuentos de miedo oídos en la niñez. El escritor Vicente Blasco Ibáñez nos ha dejado también testimonio de esta historia.
Cuenta la leyenda que en Valencia, en los tiempos en que comprendía sólo los barrios tranquilos que rodean la Catedral, la Albufera, inmensa laguna casi confundida con el mar, llegaba hasta las murallas de la ciudad…
La huerta era una enmarañada marjal de juncos y cañas que aún no había sido transformada por los musulmanes en la red de acequias que transmiten el aporte de agua y la fecundidad a las tierras… …Y donde hoy es el Mercado extendíase el río, confundiendo y perdiendo su corriente en las aguas muertas y cenagosas.
Allá, fuera de las murallas, en el río, estaba el peligro y la pesadilla de la ciudad, la mala bestia que turbaba el sueño de las gentes honradas: un dragón que atemorizaba a la población, enviado, según decían las viejas, por el Señor, para castigo de pecadores y terror de los buenos. Cada día devoraba una persona.
Las puertas de la ciudad cercanas al Turia permanecían cerradas los más de los días, o se entreabrían tímidamente para chocar con el estrépito de la alarma apenas se movían los vecinos cañaverales. A todas horas había gente en las alamedas, pálida de emoción y curiosidad, con el gesto del que desea contemplar de lejos algo horrible y al mismo tiempo teme verlo.
En un ribazo, en el fondo de un lóbrego y fangoso agujero de las marañas de juncos, entre peladas calaveras y costillas rotas, dormía la siesta de la digestión el horrible y feroz dragón, nunca visto en Valencia.
¡Qué no haríala ciudad para librarse de aquel vecinomolesto queturbaba su vida...!Los mozos bravos echaban suertespara salir contra labestia,marchando a su encuentro con hachas, lanzas, espadas ycuchillos…
Pero apenas se aproximaban a la cueva del dragón, sacaba éste el morro, se ponía en facha para acometer, y veloz como un rayo, mordisco aquí y zarpazo allá, desbarataba el grupo…
Muchos valientes, caballeros venidos de lugares lejanos intentaron acabar con la mala bestia, pesadilla de la ciudad, pero las flechas rebotaban sobre el caparazón y el monstruo hacía un ligero movimiento, como si entorno de él zumbase un mosquito…
…y se ofrecieron fabulosas recompensas… …Pero uno tras otro, lugareños y foráneos, fueron comidos por el dragón.
Hasta el clero, con el obispo a la cabeza, provisto de agua bendita y oraciones en latín, salió en procesión hacia el río para acabar con las infernales artes del Maléfico encarnado en esta horrorosa criatura…
…Mientras, la muchedumbre contemplaba desde las murallas su recorrido y el monstruo, sin inmutarse, vigilaba sus pasos… …Pero al poco, movió sus cortas patas, bostezó, y retrocedieron con rapidez, evitando así servir de almuerzo a la fiera.
Así, finalmente, reconocieron la imposibilidad de seguir luchando con tal enemigo y se resignaron a esperar que muriese de viejo o de un hartazgo, porque ya no quedaban en toda la ciudad hombres valientes que fuesen en su busca.
…y considerándolo una calamidad inevitable, el valenciano que salía a trabajar sus campos, al plantar el arroz encorvándose sobre la charca, sentía en lo mejor de su trabajo algo que le acariciaba por cerca de la espalda… …y al volverse tropezaba con el morro del dragón, que abría la boca como si le llegase hasta la cola, y ¡zas! ,¡De un golpe lo trituraba!.
…Pero cierto día, , los jueces de la ciudad sentenciaron a muerte a un hombre misterioso, un judío, que había recorrido medio mundo y hablaba idiomas raros, merecedor de horca por delitos, el cual pidió gracia y ofreció… ¡Me enfrentaré al dragón a cambio de mi vida!
…Lo único que quiero, dijo, es una semana para prepararme, una casa con una buena chimenea y todo el material que solicite. …Accedieron a su petición y los valencianos agolpábanse en torno a la casa ,curiosos ante los misteriosos preparativos, porque noche y día, sin parar, entraba en ella con cestas llenas de botellas y vasos, sin que nadie supiera lo que estaba haciendo en su interior.
Mientras, el dragón disfrutaba en su terreno y se divertía muy seguro de sí mismo y del miedo que infundía en la población, considerándose el amo y señor de todo el entorno…
Llegó el día señalado, y el prisionero traspasó las murallas abarrotadas de gentío y fue al encuentro de la fiera, armado con una lanza y tapado con capa y capucha… …y el monstruo le esperaba lanzando escalofriantes bramidos y rugiendo al husmear la multitud tras las fuertes murallas. …Vieron todos aproximarse al vagabundo, y a la fiera asomar el morro primero, luego sus rugosas patas delanteras y después, con un pesado esfuerzo, sacó del agujero el escamoso corpachón por cuyo interior había pasado media Valencia…
Y al momento, el vagabundo se quitó los ropajes y ocurrió el milagro… …Se convirtió en un fantasma de fuego que no podía ser contemplado más de un segundo; su armadura de espejos reflejaba el sol , rodeándole con un nimbo de deslumbrantes rayos dorados.
Yla bestia, deslumbrada por la luz del sol reflejada en tan insólito vestido, se mareó y comenzó a retroceder hacia su agujero… y, con un supremo esfuerzo por conservar su prestigio, abrió la bocaza para rugir… …lo que aprovechó su contrincante para hundir la lanza en sus fauces , repitiendo los golpes entre los aplausos de la muchedumbre que saludaba cada acometida como una bendición de Dios.
Así se acabó toda angustia y toda pesadilla. ¡Se salvó Valencia!. Desde aquel día la ciudad pudo vivir tranquila: Las puertas de la muralla se abrieron en su horario habitual …
Los campesinos pudieron trabajar tranquilos en sus campos el arroz sin temores y todo volvió a la normalidad.
Hoy, de tan memorable jornada no nos queda ni el nombre del héroe ni el arnés de los espejos. Sólo el dragón es el único testimonio de aquel hecho extraordinario. Y quien dude de la veracidad del suceso, no tiene más que asomarse al atrio del Colegio del Patriarca, que allí está la malvada bestia como irrecusable testigo.
Es el caimán disecado que hay a la entrada del Colegio del Patriarca de Valencia.
Muchos valencianos afirman haber visto los descendientes de aquel lagarto, pero eso ya es todo un misterio...
Valencia, miércoles, 08 de octubre de 2014 CristinaSanfrancisco Fin
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