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54. Los camiones detienen su marcha ante una barrera. Frente a nosotros, la entrada al B.I.R. nº 1, con dos muros de piedra que sustentan un arco del mismo material. Durante unos instantes se escucha nuestro colectivo silencio. El soldado de guardia levanta la barrera. El Cabo, atento a la llegada. Los camiones continúan una lenta marcha. Pasan sobre nuestras despeinadas cabezas la barrera, el arco y la consigna “Todo por la Patria”. Eran las 2 de la tarde, la misma hora de nuestro embarque dos días antes. Ya estábamos en casa. Así iba a ser durante 15 ó 16 meses. Al rato de llegar, nos dieron nuestro primer rancho, junto al barracón de la Cantina. Después, toma de datos personales y profesionales en unos impresos. A partir de aquí, el ataque de los pelucas, la entrega de los uniformes y calzados y, en líneas generales, poco más. Cuando los mandos nos vieron a todos vestidos de reclutas, les entraron las prisas por instruirnos. Nosotros teníamos poca, y mucho tiempo por delante. Pronto caímos en la cuenta, éramos reclutas y teníamos que aprender, aunque, en primer lugar, a obedecer y obedecer. Todos nos mandaban.