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Yo, Simón

Yo, Simón. Texto del P. Juan María Gallardo Mónica Heller para el curso El Arte de Perdonar www.oracionesydevociones.info. Esa tarde, haciendo mi habitual rato de oración, me enojé filialmente con Dios y le dije:.

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Presentation Transcript


  1. Yo, Simón Texto del P. Juan María GallardoMónica Heller para el curso El Arte de Perdonarwww.oracionesydevociones.info

  2. Esa tarde, haciendo mi habitual rato de oración, me enojé filialmente con Dios y le dije: -”Señor, ¡no puede ser...!; tené piedad de mí. Estoy mal.; me duele el alma y tengo un auténtico nudo en el estómago. ¿Qué vas a hacer conmigo? Ya no doy más. ¿Por qué permitís que pasen estas cosas? ¿Me podés decir qué les ves de buenas? No sólo no me están santificando sino que me van a llevar al infierno. ¡Por favor, Señor, ayudame!

  3. Y fue en ese momento, cuando apareció la Virgen y me tomó de la mano. Sin decirme nada, me llevó a la oficina. Al ver a mi jefe, vinieron a mi memoria los disgustos que me estaba provocando; su pésimo carácter, su arbitrariedad y la presión y humillaciones a las que me sometía.

  4. Mientras recorría la mirada por mi despacho, me encontré –de pronto- con un espectáculo impresionante. La Virgen me mostró a Jesús que pasaba con su Cruz. Se notaba que lo habían azotado: estaba ensangrentado, lleno de moretones y coronado de espinas. Junto a Jesús, estaba Simón de Cirene, ayudándolo a llevar el leño.

  5. Luego la Virgen me llevó al hospital donde mi madre estaba luchando contra un cáncer que la estaba devorando. Yo había estado por la mañana. En ese momento la acompañaba Papá.

  6. La Virgen señaló la puerta. Miré y vi entrar a Jesús con su Cruz. Me volví a impresionar: tenía los pies descalzos; las rodillas y un hombro en carne viva, después de las caídas. Detrás del Señor, continuaba Simón. Quise mirarle el rostro para saber si estaba contento o amargado, llevando la Cruz. No pude.

  7. Camino a casa, la Virgen me mostró que, junto a otras situaciones que me generaban angustia y dolor estaba Jesús acompañado por su Cruz y por Simón. Al llegar a casa, no pude aguantar el peso de mis tristes recuerdos y remordimientos. De mano de la Virgen, lloré mis errores, mis faltas de caridad, mi indiferencia, mis rencores, mis malos ejemplos, mis enojos...

  8. Me dolieron, también, la ingratitud de los míos y su frialdad. Me sentí culpable por ellos. La Virgen volvió a señalarme a Jesús que pasaba -por mi casa- con su Cruz y me mostró los frutos de amor y paz que la Cruz había conseguido. Detrás de Jesús, continuaba Simón.

  9. Impulsado por un agradecimiento que brotaba del corazón, quise agradecer a Simón su ayuda a Jesús y su colaboración en la redención. Me acerqué. Continuaba con la cabeza baja, mirando el piso. De cerca confirmé lo que de lejos había percibido: Simón era de mi estatura y de mi contextura física; además, vestía ropa que yo ya conocía. Simón, levantó su cabeza y me miró.

  10. Y vi que Simón era yo; que yo era Simón. Y el Señor me dijo: ¡Gracias por ayudarme a llevar la Cruz!

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