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Así Me lo Contaron a Mí. Un hombre y una mujer caminan juntos, to- mados de la mano. Sus miradas expresan afec- to. Ella está pendiente de cada palabra que sa- le de los labios de él. Él encuentra encantado- res los comentarios de su compañera. El tono
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Así Me lo Contaron a Mí Un hombre y una mujer caminan juntos, to- mados de la mano. Sus miradas expresan afec- to. Ella está pendiente de cada palabra que sa- le de los labios de él. Él encuentra encantado- res los comentarios de su compañera. El tono de sus voces, la animación de sus rostros, la ac- titud de sus cuerpos, los contactos que mantie- nen... Todo expresa el placer que sienten por el hecho de estar juntos. Es evidente que no están juntos por una cuestión de negocios. Son aman- tes; se sienten emocional y sexualmente atraí- dos el uno hacia el otro. Cuando están solos, él la besa. Ella corresponde. Al principio se be- san con los labios cerrados, y después sus lenguas exploran la boca del otro. Se besan lentamente, una y otra vez. La mano de él empieza a acariciar el cabello de la mujer, su rostro y su cuello. Su mano acari- cia delicadamente sus pechos. También ella le acaricia el cabello, el cuello y el pecho. Lentamente, empiezan a desnudarse. Él besa cada zona de su piel, a medida que van quedando descubiertas. Ella le acaricia el pene, que está ahora erecto bajo la ropa. Él abre la cremallera del pantalón. Ella desliza un dedo por la superficie de su pene, y después lo besa suavemente. Yacen juntos, besándose suavemente, acariciándose y deleitándose cada uno en el cuerpo del otro, con lentitud pero con excitación creciente. Las manos de él le acarician la espalda y las caderas, el cue- llo, los pechos. Le besa y chupa los pezo- nes mientras ella gime suavemente. 1
Los dedos de él juegan li- geramente con su vello púbi- co, y acarician y estimulan sus labios vaginales, que se han humedecido. A su vez, las ma- nos de ella le acarician el pene y los testículos. Finalmente, los dedos de él, humedecidos en su vagina, juegan en torno a su clítoris, primero con lentitud, pero con mayor rapidez a medida que ella reacciona. La respiración de la mujer se acelera. “¿Ahora?”, le pregunta él. “Oh, sí…”, responde ella. Él la penetra y empieza a moverse, primero con lentitud y después con un ritmo cada vez más rápido. Ella se mueve también al mismo ritmo. “¿Estás lista?”. “No, pero sigue tú…”. Los dos aceleran el ritmo de sus movimientos, y él se estremece y gime de pla- cer mientras alcanza el orgas- mo. Los dos permanecen inmóvi- les unos momentos. Después, él retira el pene y la mantiene a ella suavemente abrazada mientras le estimula el clítoris con un dedo, hasta que ella también se tensa, se retuerce de placer y llega al orgasmo. Después, los dos yacen juntos y cada uno acaricia lentamente el cuerpo del otro con las yemas de los dedos. Tomado de Helen Kaplan (1981). El Sentido del Sexo. Grijalbo. Capítulo 1, Hacer el Amor: la realidad y el mito, pp. 27-28). 2