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¿Dios en “off”? Trampas en las que perdemos a Dios. Presentación basada en el libro de José Pedro Manglano.
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¿Dios en “off”?Trampas en las que perdemos a Dios Presentación basada en el libro de José Pedro Manglano
A continuación se desarrollarán brevemente diez ideas erróneas que podemos tener con respecto a nosotros, a Dios o a nuestra relación con Él; y los consejos o antídotos con los que podemos enfrentar a cada una de ellas.
Trampa1: Perder de vista mi historia de amor con Él • Debemos dejar esa lucha solitaria por vivir unos ideales e incluir en todos los sucesos de nuestra vida a Dios. Porque no estamos solos. Somos Él y yo. “Todo lo que ocurre, nos ocurre.” “Todo lo que me afecta a mí, le afecta a Él y viceversa.” • Las cosas que hagamos no las debemos catalogar como aciertos o faltas, sino como momentos de amor o desamor. • La vida cristiana no consiste en cumplir un conjunto de normas, sino en amar a una persona. Hay un momento determinante en nuestras vidas en donde comienza una historia personal de amor con Dios. Pero podemos tener la desgracia de perder de vista esta historia por enfocarnos en un proyecto de perfección personal. Con el tiempo nos damos cuenta de que no somos lo que creemos que deberíamos ser, de que estamos fracasando. Y nos decepcionamos y entristecemos.
Trampa 2: Nombre: Crisis. Apellido: De crecimiento • Tratar de sustituir los interrogantes cobardes por estos otros: ¿Qué estás queriendo ahora de mí, Señor? ¿Qué me irás a dar cuando me pides esto? • Y como dice el refrán: “En tiempos de tormenta no hay mudanza”. Tomar decisiones en tiempos de crisis es fracasar. Por ejemplo: No vas a abandonar o a cambiar tu carrera universitaria, elegida a conciencia, solo porque te cuesta mucho estudiar una materia o desaprobaste varios exámenes seguidos. La vida es un proyecto y en todo proyecto hay épocas de crisis. Aparecen cuando algo nos cuesta y nos hace sufrir y como no nos gusta sufrir cuestionamos el sentido de las cosas que hacemos: ¿Qué hago acá? ¿Quién me mandó a hacer esto? ¿Valdrá la pena? ¿Será lo mío? Si aprendemos a afrontarlas obtendremos cambios enriquecedores y mayor madurez, si huimos “no creceremos”. Las crisis duelen, y este dolor es uno de los ingredientes que hacen positiva la crisis. Porque si supimos superar los sufrimientos habremos mejorado.
Trampa 3: Radicalizar • Los cristianos sí debemos ser radicales en dos sentidos: • La disposición a amar a Dios sobre todas las cosas. Aunque las obras no siempre sean coherentes con esas disposiciones, debemos recordar que la vida de entrega no es un concurso de méritos, sino una historia de amor en la que lo único que puedo radicalizar es el amor de Dios por mí. • Y la confianza en que Dios no falla. Cuando busquemos seguridad, hagámoslo en las palabras de Cristo, no en nuestros resultados. Si de verdad tal…entonces tal… Si de verdad quisiera ganar, lo haría; Si de verdad amase a Dios, estaría todo el día pensando en Él. Y como eso no lo hago, no le amo. A veces, podemos exigirnos actitudes que exceden nuestras posibilidades y al ver los resultados, abandonamos la lucha: ¿Para qué jugar y perder? Rompo las cartas y listo. Ser radical cuando pensamos en nuestra propia persona es una trampa, ya que esas verdades nunca se dan “de verdad” en nuestra vida, porque tenemos limitaciones.
Trampa 4: Incomprensiones desde dentro y desde fuera • Cristo es rey, pero su reino es de servicio, de amor, de paz, de entrega. Se proclama rey en la cruz. No le interesa la popularidad, el éxito, la fama, la aclamación de las masas. • Es un rey que dice: “Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros”. • El reino de Cristo es un reino de locos. Sería un mal indicio si no existiesen incomprensiones. Es lógico que nuestro hombre viejo y los demás nos griten que estamos locos. • No olvidemos nunca que toda historia de amor es la historia de las locuras de dos locos… o no es una historia de amor. Incomprensiones desde dentro de nosotros mismos después de un tiempo de vivir con Dios: ¡Pero cómo he cambiado! ¡Qué raro me he vuelto en comparación con los demás! ¡Cómo me he complicado la vida! ¡Otras personas buenas llevan una vida más “normal”! ¡Nunca puedo hacer lo que me da la gana! Etcétera. Incomprensiones de los demás: ¿Por qué te complicas la vida? ¿Por qué otro hijo si ya tienen…? ¡Disfrutá del verano! ¿Cómo va a ser eso vocación, si ya verás como dentro de un tiempo se te pasa? Etcétera.
Trampa 5: Relación viva con Dios vivo Tratamos de imitar la vida de los santos. Pensamos que podemos hacer las mismas mortificaciones y tener las mismas reacciones y comportamientos que ellos. Nos comparamos con los demás y nos vemos incapaces de hacer algunas cosas. Tenemos cinco talentos y vivimos dolidos porque no rendimos más. Pedimos perdón al Señor por una lista interminable de omisiones, de cosas que nos superan. • Nuestra relación con Dios es viva y personal. Por ser viva cambia y crece. Por ser personal es distinta a la de los otros. • Dios nos pide a cada uno cosas distintas y nos exige de acuerdo a los talentos que tenemos. • “Dios envía a veces buenos deseos, pero cuya realización en esta vida no nos exigirá nunca.” El Cura de Ars. • Prestemos atención a nuestra conciencia, para que la exigencia nazca realmente de nuestro trato con Jesús. En la oración sabremos que quiere Él de nosotros hoy y ahora.
Trampa 6: Sinceridad. Mirar con dos ojos Podemos caer en la trampa de vernos con una “mirada capitalista” y vivir como si la Iglesia fuera una universidad o una empresa. Y entonces, pensar que valemos por los resultados objetivos que obtenemos, si rendimos bien, si aprobamos. Nos vemos como números de matrícula, como individuos solitarios que deben cumplir con la exigencia. Y todo el tiempo nos calificamos y autoevaluamos desde una perspectiva equivocada, distinta a la de Dios. • La mirada cristiana mira con dos ojos: • Con un ojo me miro a mí mismo como criatura amada por Dios. Existo porque Él ha querido y soy como soy porque Él me ha hecho así. Debo estar de acuerdo con ser el que soy. Debo aceptar mis cualidades y limitaciones, mi cuerpo, mi situación económica, el tiempo y el lugar en donde vivo, etcétera. Los límites que tenemos no son malos. Lo malo son los pecados que cometemos. • Y con el otro ojo miro a ese Jesús que, encaprichado conmigo, me llena con sus bienes y me ama sin condiciones.
Trampa 7: Acertar con el enemigo • En esas situaciones es bueno que nos alejemos del problema particular, y del presente y del mañana, y miremos desde otros puntos de vista. • Conviene que pidamos ayuda a Dios y a quienes puedan dárnosla para lograr hacer un diagnóstico acertado y no confundirnos de enemigo. • Nuestro enemigo no se encuentra en la cruz o en las circunstancias duras de la vida, está en nosotros mismos y es el hombre viejo, que es lo único que puede hacer fracasar nuestra historia de amor con Dios. Muchas veces nos equivocamos al señalar al enemigo: Si nos cuesta tratar a una persona, echamos la culpa a sus defectos, a sus amigos, al ambiente, a su educación. Y entonces cortamos el trato. Si nos cuestan las exigencias de nuestra vocación, por ejemplo obedecer, echamos la culpa al modo en que nos mandan, y asípodemos echarle la culpa a un montón de cosas más. Entonces soluciono el problema rompiendo la relación con Dios que conlleva esas exigencias.
Trampa 8: Sin libertad…pareces vivo pero estás muerto Puede ser que, con el tiempo, me canse de buscar a Dios y que las obligaciones o actos externos que me impuse los mantenga, pero a Él lo pierda de vista. La rutina, el desinterés, el hacer maquinalmente lo referido a Él, acaba matando esa relación de amor. • Debemos ejercitar todos los días la libertad: “Señor quiero quererte (o al menos quiero querer quererte), quiero amarte, quiero hacer esto (aunque no tenga ganas), quiero… (aunque no me guste), quiero…”
Trampa 9: Si quieres amar… todo suma • Tenemos que valorar positivamente los acontecimientos. Podemos distinguir tres niveles en esa virtud: • Capacidad de sacar lo positivo de lo negativo. • Hacer arder esas circunstancias como buena leña en el fuego del amor. Amar pase lo que pase. Mejorar los lazos, no romperlos. • Entender que esas circunstancias son el mayor tesoro para mi historia personal de amor. Cuantas más dificultades externas y más limitaciones personales experimentemos, en mejores condiciones estamos para nuestra relación con Dios. Con Él, todo suma si lo que queremos es amarle. En la vida nos chocamos constantemente con circunstancias difíciles o duras que calificamos como negativas y nos pueden desanimar y entristecer. Ese pesimismo hace que desaprovechemos todo lo que podríamos ganar en Gracia de Dios.
Trampa 10: No da igual una palabra que otra • Algunas palabras que confundimos: • Ser feliz y estar contento: La felicidad es estable, profunda, trae paz. La alegría es pasajera, coyuntural, temporal, etc. • Amar y sentir: Amar implica todo nuestro ser: Inteligencia, voluntad, etc. Sentir se refiere solo a nuestra parte afectiva, sensible. • Ocurrencia, tentación y pecado: Las ocurrencias son fruto de nuestra imaginación. Es normal que nos pase. No debemos darles valor ni nos tienen que quitar la paz. Las tentaciones tampoco son malas, es más, son buenas. Solo debemos rechazarlas sin vueltas. El pecado es una elección libre por el mal. Implica nuestra voluntad. Es frecuente que hagamos diagnósticos de nuestro estado anímico o interior utilizando palabras o términos de forma incorrecta: “Haciendo esto me siento feliz”, “Me encuentro vacío”, “Que bien que lo pasé”, “Siento miedo, pero no sé porqué”, “Estoy triste”, “Me siento coartado”. Si empleamos las palabras verdaderas, encontramos la libertad; si empleamos las falsas, nos desorientamos y partimos hacia la confusión.
Este es un resumen muy apretado sobre las diez trampas, pero están las ideas principales. Además, el libro tiene un segunda parte con relatos reales que no tiene desperdicio. Por ambas razones, recomiendo el libro. Más información en: www.manglano.org Mariano Gambaccini mgambah@hotmail.com