E N D
Padre Nuestro, • El Padrenuestro comienza con el trato familiar de “padre”. Este término es una traducción, Jesús usaba para dirigirse a Dios la palabra “abbá” que significa “Padre Querido”. Al repetir su tratamiento de “padre” , participamos de su íntima relación con el Padre. Jesús nos enseñó que Dios es padre de todos nosotros. Por el Bautismo, Dios Padre nos incorpora al cuerpo de Cristo, y, por la Unción de su Espíritu, hace de nosotros “Cristos”, hermanose Hijos de Dios.
que estas en el cielo, • Sabemos que Dios esta en todas partes, que él nos rodea y esta en nosotros. Pero a pesar de ello los seres humanos de todos los tiempos y religiones han levantado siempre sus ojos al cielo cuando oraban a Dios. Tenían la sensación de que había que liberarse de la cautividad de la tierra y de las cosas terrenales para experimentar a Dios.
Santificado sea tu nombre • En la primera petición pedimos que el Nombre de Dios sea santo. Es decir ante todo que Dios tiene nombre y es por lo tanto persona. Cuando oramos hablamos a Dios como a una persona. • Esta es la petición central de Jesús. Su deseo era que Dios, en su gloria, se hiciera manifiesto en este mundo. • Pedimos que sea santificado en nosotros a través de nuestras acciones, para que resplandezca en todas partes su presencia con nuestra alegría y empeño diario de ser hermanos de todos, para que todo se llene de su bondad. Es prestar nuestra vida para que en ella se transparente su santidad, el brillo de su presencia.
Venga a nosotros tu Reino • Le estamos pidiendo que el Amor, la Verdad, la Justicia, la Generosidad, la Paz que Jesús nos enseñó lo podamos vivir cada día con la ayuda que nos da Dios. • Cuando decimos “Reino” nos referimos al que Jesús anunció, pero no hace falta morir para estar en él, basta con llevar la vida que el Padre nos aconseja que llevemos para ser felices. • Le pedimos que reine en nosotros y en nuestras vidas y renunciamos a otros reinos y reyes.
Hagasé tu voluntad en la tierra como en el cielo • La volunta d de Dios es que seamos felices. Cuando pedimos que se haga su voluntad, no tenemos porqué sentir angustia ante la posibilidad de que Dios, arbitrariamente, piense hacer con nosotros algo que dañe nuestro ser. Dios quiere que vivamos auténticamente, en conformidad con nuestro verdadero ser. • Debemos confiar en él y estar seguros de que nos ama.
Danos hoy nuestro pan de cada día • Le pedimos que nunca nos falte ni a nosotros ni al resto de los hombres el pan que alimenta nuestra vida ni el pan que alimenta nuestros corazones. Le pedimos lo necesario para ser sanos física y espiritualmente. • Jesús que vivió en carne propia las necesidades humanas, sabe de nuestros pesares y nos enseña a pedirle al Padre sencilla y confiadamente.
Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los quenos ofenden • Le imploramos que por su amor misericordioso, perdone nuestros pecados y faltas y que nos ayude a perdonar a los demás como él nos perdona. • Perdonar es también un asunto de fe, es sentirnos seguros del amor de Dios y de su divino perdón. Cuando perdonamos, no es nuestro perdón el que damos generosamente a los otros, es el perdón de Dios que nos desborda y olvida en el mismo acto de amor nuestros pecados y el de nuestros hermanos. • En el Padrenuestro confesamos nuestra voluntad de perdonar, aún cuando emocionalmente no somos capaces de ello, sin embargo estamos dispuestos a dejarnos introducir en el camino del perdón. No queremos aferrarnos a la ofensa.
No nos dejes caer en la tentación • Le pedimos a Dios que nos asista, que nos guíe. Sabemos que el camino que el Padre nos pide no es fácil, a veces nos sentimos tentados a no perdonar, a mirar para otro lado, a no amar de verdad y le pedimos fuerzas para cumplir con su mandato. • Nos reconocemos débiles y sabemos que no somos capaces de luchar solos contra el egoísmo, la soberbia, la dureza de corazón, la venganza, la injusticia, la violencia, la mentira, necesitamos de su poder y su salvación.
Líbranos del mal • Le pedimos que nos aleje de todo lo malo que puede separarnos de su amor. Que nos libre de los malos pensamientos, de las penas sin sentido, de las personas malvadas, y de todo lo que pueda atarnos al mal.
Amén • Así sea. Iluminamos nuestras reflecciones con la palabra de Dios. Leemos Lc. 11, 1-13