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Aprendiendo a Orar del libro: “Encuentro personal con Dios” I del Padre Higinio Lopera. Clic para pasar. Nuestras almas están invitadas a un encuentro personal con Dios, un encuentro con el Espíritu Santo que nos revestirá de la alegría, del poder, de la fuerza de Dios:.
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Aprendiendo a Orar del libro: “Encuentro personal con Dios” I del Padre Higinio Lopera. Clic para pasar
Nuestras almas están invitadas a un encuentro personal con Dios, un encuentro con el Espíritu Santo que nos revestirá de la alegría, del poder, de la fuerza de Dios:
“porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre” Lc 24:49
“vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días». Hch 1, 5
Si nos entregamos personalmente a Jesucristo y a su Santo Espíritu, Ellos realizarán en nosotros la gran transformación. Tendremos mente nueva, corazón nuevo, espíritu nuevo:
Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; de todas vuestras impurezas y de todas vuestras basuras os purificaré. Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis según mis preceptos y observéis y practiquéis mis normas. Habitaréis la tierra que yo di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios. Ezequiel 36, 28-28
Por medio de la oración, se realiza en tu alma el encuentro en la luz y el gozo del Espíritu Santo: allí descubrirás con alegría que quiere Dios de ti, sentirás la fuerza y el poder de la alabanza, de la acción de gracias y te encontrarás con algo realmente nuevo que nunca habías sospechado en la vida. Verás que hay algo más grande y bello que el deseo más inmenso de tu corazón.
Sólo Jesucristo, el adorador y el contemplativo del Padre, puede enseñarnos a orar con el poder del Espíritu Santo. La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! Ga 4, 6
La oración nace de la vida y, a la vez, la misma vida se convierte en oración; la oración no es evasión sino encuentro con el hombre; la Oración no son palabras egoístas a un Dios escondido, sino obras y compromiso con todos los hermanos del mundo. San Juan Eudes.
La oración no es un paréntesis en la vida de trabajo, no es algo postizo, no es ausencia de la realidad.
De una vida generosamente entregada nace necesariamente la oración como encuentro con el Señor.
La oración es signo de vitalidad y la vitalidad es signo de oración. Comprendes ¿por qué los hombres y mujeres comprometidas oran tanto?
Preguntarías: ¿Qué hacer para que esto sea realidad en mi vida? Me esfuerzo siempre por orar, no me falta el deseo, lucho por orar … y no me sale nada … ¿qué hacer? No soy capaz de concentrarme un minuto, al segundo ya estoy en las nubes, totalmente distraído.
Esto te puede estar sucediendo porque cuando vas a orar te desconectas de la vida real, quieres, en el fondo, aparecer como una persona distinta de ti mismo. Da la impresión de que al orar, para entrar en ambiente te pones una careta, una máscara de artificios.
Tu oración, entonces, no tendrá la carga de ti mismo, de tu ser, de tus esperanzas, alegrías, deseos, también de tus problemas y dificultades. Al orar no hablas con el Señor a partir de tu misma vida: Te despersonalizas; Dios mismo te encontrará extraño.
La oración es hablar con el Señor: hay tanto que contarle, hay tanto qué escuchar de Él: es mi amigo del alma, mi hermano, mi Dios y mi Señor.
Cuando hablamos con alguien que nos ama no nos distraemos, no nos cansamos y el diálogo amoroso puede ser eterno. Llegará el día en que la oración, a pesar del trabajo, pueda durar largas y hermosas horas, que se convierten en instantes que se buscan más y más en la vida.
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