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Géneros Literarios Lírica / Poesía. Antonio Machado Soledades, Galerías, Campos de Castilla. Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido. ¡El olmo centenario en la colina
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Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido. ¡El olmo centenario en la colina que lame el Duero! Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina al tronco carcomido y polvoriento. No será, cual los álamos cantores que guardan el camino y la ribera, habitado de pardos ruiseñores. Ejército de hormigas en hilera va trepando por él, y en sus entrañas urden sus telas grises las arañas. Antes que te derribe, olmo del Duero, con su hacha el leñador, y el carpintero te convierta en melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta; antes que rojo en el hogar, mañana, ardas en alguna mísera caseta, al borde de un camino; antes que te descuaje un torbellino y tronche el soplo de las sierras blancas; antes que el río hasta la mar te empuje por valles y barrancas, olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida. Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera. A un olmo seco
Allá en las tierras altas • Allá, en las tierras altas, por donde traza el Duero su curva de ballesta en torno a Soria, entre plomizos cerros y manchas de raídos encinares, mi corazón está vagando, en sueños... ¿No ves, Leonor, los álamos del río con sus ramajes yertos? Mira el Moncayo azul y blanco; dame tu mano y paseemos. Por estos campos de la tierra mía, bordados de olivares polvorientos, voy caminando solo, triste, cansado, pensativo y viejo.
ABROJOS - XXVI ¡A aquel pobre muchacho le critica una copa y un albur, ese viejo borracho que tiene cincuenta años de tahúr!...
A las evocaciones clásicas A las evocaciones clásicas despiertan los dioses autóctonos, los de los altares pretéritos de Copán, Palenque, Tihuanaco, por donde quizá pasaran en lo lejano de tiempos y epopeyas Pan y Baco. Y en lo primordial poético todo lo posible épico, todo lo mítico posible de mahabaratas y génesis, lo fabuloso y lo terrible que está en lo ilimitado y quieto del impenetrable secreto.
Canción No tardes, Muerte, que muero; ven, porque viva contigo; quiéreme, pues que te quiero, que con tu venida espero no tener guerra conmigo. Remedio de alegre vida no lo hay por ningún medio, porque mi grave herida es de tal parte venida, que eres tú sola remedio. Ven aquí, pues, ya que muero; búscame, pues que te sigo quiéreme, pues que te quiero, e con tu venida espero no tener vida conmigo.
Es amor fuerça tan fuerte que fuerça toda razón; una fuerça de tal suerte, que todo seso convierte en su fuerça y afición; una porfía forçosa que no se puede vencer, cuya fuerça porfiosa hacemos más poderosa queriéndonos defender. Es un modo de locura con las mudanças que hace: una vez pone tristura, otra vez causa holgura, como lo quiere y le place; un deseo que al ausente trabaja, pena y fatiga; un recelo que al presente hace callar lo que siente, temiendo pena que diga. Todas estas propiedadestiene el verdadero amor;el falso, mil falsedades,mil mentiras, mil maldadescomo fengido traidor;el toque para tocarcuál amor es bien forjado,es sofrir el desamar,que no puede comportarel falso sobredorado. DICIENDO QUE COSA ES AMOR
Salen los niños alegres de la escuela, poniendo en el aire tibio del abril canciones tiernas. ¡Qué alegría tiene el hondo silencio de la calleja! Un silencio hecho pedazos por risas de plata nueva. Voy camino de 1a tarde, entre flores de la huerta, dejando sobre el camino el agua de mi tristeza. En el monte solitario, un cementerio de aldea parece un campo sembrado con granos de calaveras. Y han florecido cipreses como gigantes cabezas que con órbitas vacías y verdosas cabelleras pensativos y dolientes el horizonte contemplan. ¡Abril divino, que vienes cargado de sol y esencias, llena con nidos de oro las floridas calaveras! Canción primaveral
La sombra de mi alma huye por un ocaso de alfabetos, niebla de libros y palabras. ¡La sombra de mi alma! He llegado a la línea donde cesa la nostalgia, y la gota de llanto se transforma alabastro de espíritu. (¡La sombra de mi alma!) El copo del dolor se acaba, pero queda la razón y la sustancia de mi viejo mediodía de labios, de mi viejo mediodía de miradas. Un turbio laberinto de estrellas ahumadas enreda mi ilusión casi marchita. ¡La sombra de mi alma! Y una alucinación me ordeña las miradas. Veo la palabra amor desmoronada. ¡Ruiseñor mío! ¡Ruiseñor! ¿Aún cantas? La sombra de mi alma
Federico García Lorca Historia de este gallo Degollación de los inocentes Degollación del Bautista Suicidio en Alejandría
Tres flechas Leyendas El monte de las ánimas El rayo de luna Maese Pérez Cartas desde mi celda
Federico García Lorca La casa de Bernarda Alba La zapatera prodigiosa El maleficio de la mariposa Bodas de sangre
Cervantes Entremeses y comedias Numancia El retablo de las maravillas