170 likes | 341 Views
Centenario en Positivo y Negativo. Desde 1864, Argentina inicia el camino de encontrarse a sí misma, de encontrar su identidad nacional, presentida y sabida, pero amorfa e indefinida .
E N D
Desde 1864, Argentina inicia el camino de encontrarse a sí misma, de encontrar su identidad nacional, presentida y sabida, pero amorfa e indefinida. Los cambios en el ámbito político, educativo, en las comunicaciones y en los transportes se aceleraron de manera muy notable y casi permanente.
La estancia se vio complementada por la chacra; los periódicos nacionales por los barriales; las estaciones del ferrocarril reemplazaron las postas; las grandes tiendas anularon la vigencia de las pulperías. Se inicia un estilo de vida orientado a lo nacional y no a lo provincial, regional o personal. La escuela y el colegio quedaban abiertos a todos los niños y jóvenes del país. La educación dejó de ser un lujo de unos pocos para pasar a ser un bien de todos.
Argentina no tenía definido, ni en claro qué modelo de Nación pretendía y se gobernó en medio de una suma de contradicciones. Luego de 1880, comienza el período de la Oligarquía Vacuna. Es decir, una burguesía muy enriquecida por la posesión de las tierras y ganados. Roca insinuó un modelo nacional de desarrollo y de gobierno, pero no logró consolidarlo de manera exitosa. El primer triunfo del nuevo modelo, consistió en la inserción de Argentina en la economía mundial como productora de materias primas. El fracaso estrepitoso se produjo al pretender reservar el gobierno para una élite muy selectiva que, como Roca definiera, debía ser poseedora de riqueza para ejercerlo. Al mismo tiempo debía estar capacitada culturalmente para desempeñarse en las responsabilidades del gobierno nacional. Este fracaso, no fue solo de Roca, lo siguieron sus contemporáneos. Juárez Celman desató una inflación galopante.
Se creyó a pie de puntillas en la inefabilidad de la teoría respecto al desarrollo material infinito, sin detenciones ni retrocesos. Repasando los diarios de sesiones, las publicaciones periódicas y los libros entre 1885 y 1914, se concluye que nadie entendía si sabía qué era el imperialismo ni la verdadera democracia. A ello se le sumó el agravante de considerar a Buenos Aires, capital intelectual de América Latina. Todo ello configuró una estructura decadente, impotente e inoperante, incapaz de salvar el destino de la clase que gobernaba, al no entender la realidad de la sociedad de ese tiempo.
Ciudad cosmopolita Buenos Aires en 1864, no se destacaba por su riqueza o pobreza, sino por su fealdad. Sin embargo para 1918 ya había cambiado por completo. Aparecía como una ciudad moderna, dinámica y cosmopolita, a la que las corrientes inmigratorias le habían impuesto su distintiva.
Entre 1880 y 1920 el art nouveau y el art decó tuvieron su período de apogeo. La incorporación de cariátides y atlantes, esculturas femeninas y masculinas, a la arquitectura porteña deviene de fines del siglo XIX y coincidió con el esplendor económico producido por el comercio exterior y con la presencia de la élite roquista en el gobierno.
De la misma manera que se modifican los frentes de los edificios y las disposiciones internas de las construcciones, haciendo desaparecer habitaciones y patios, en los menús diarios de las familias sin distingo de clases, se fueron introduciendo novedades culinarias, eliminando progresivamente preparados para que los almuerzos de siete o más platos, quedaran reducidos a solo dos o tres y el postre. El asado dejó de ser una comida exclusivamente carnívora ya que comenzó a acompañársela con ensaladas de verduras. Asimismo se difundió el consumo de pescado fresco proveniente del río más cercano y conservado en aceite de oliva, salsa de tomates o escabeche. Aparecen libros de cocina de frigoríficos locales, como La Negra oSwift , con recetas para promocionar sus productos.
En 1890, el miriñaque había desaparecido de la vestimenta femenina, aunque perduraban el polisón y el corsé. Debajo de las faldas se utilizaban enaguas almidonadas. Se pasó de la figura clepsidra a la de S.
Tiempos difíciles Este período se caracterizó por la existencia de un estado conservador y elitista y un sistema de fraude electoral, que ya se hacía insostenible pero que había servido para mantener en el poder el proyecto político de la oligarquía. Incluso por esa razón, la Unión Cívica Radical se abstenía de participar en elecciones. Sus motivos eran las faltas de garantías comiciales y puede decirse que el levantamiento que este partido dirigió en febrero de 1905 fue a causa del reinado del "fraude como método de supervivencia del proyecto establecido en el ochenta". Hacia 1906, Figueroa Alcorta asumió como primer mandatario argentino. Los cuatro años que transcurrieron hasta que Roque Sáenz Peña triunfó en las elecciones fueron momentos de huelgas y agitación obrera. También de fraude electoral. Pero el gobierno de Sáenz Peña marcó un punto de inflexión en el país dado que durante su mandato se promulgó la ley de voto universal, secreto y obligatorio, poniendo fin a la democracia restrictiva de la República Conservadora.
Los preparativos En 1907 surgen proyectos, ideas y sugerencias tales como la elección de estatuas de los integrantes del Primer Gobierno Patrio; obras escultóricas obsequiadas por colectividades extranjeras para espacios públicos. En 1908, ya inaugurado el Teatro Colón, se acordó terminar el Palacio del Congreso, y reanudar las obras del Palacio de Tribunales. A Don Carlos Thays, se le encomendó arreglar los jardines de Palermo. Mientras Rafael Obligado, Calixto Oyuela, Manuel Gálvez y otros poetas se presentaron al concurso para crear el Himno del Centenario.
Festejos por el Centenario El 25 de mayo de 1910 se cumplió el Centenario de la Revolución de Mayo. Debido a este gran acontecimiento se decidió festejarlo invitando a notables de diferentes nacionalidades y organizando todo tipo de eventos tales como ceremonias civiles y religiosas, desfiles militares, congresos, banquetes, funciones de gala, entre otros. También se acercaron a nuestro país poetas y literatos, viajeros profesionales e invitados especiales que dejaron noticia de ese año excepcional. Pero no todo lo relacionado con esta fecha era alegría: durante la Semana de Mayo de 1910 se podía apreciar un fuerte descontento representado por protestas sociales (por ejemplo, el atentado que sufrió el Teatro Colón en una de sus funciones de Gala, amenazas de huelga general y planteamientos violentos de sectores sindicales anarquistas y socialistas); utilizando la presión policial y el Estado de Sitio estas amenazas fueron neutralizadas). La Argentina, que se perfilaba como una potencia semejante a Estados Unidos mostraba dos caras distintas en este festejo: la magnificencia del mismo por un lado y la tensión social, por el otro.
Las exposiciones de 1910 Las exhibiciones se dividieron en temas: Bellas Artes, Agricultura, Higiene, Industria y Ferrocarriles y no se instalaron en un lugar específico de la Capital Federal. Se situaron varios puntos de la ciudad tomando como eje la entonces Avenida Alvear, hoy del Libertador. La exposición de la Higiene se instaló en el predio que actualmente ocupa la Biblioteca Nacional, la de Agricultura en lo que hoy es La Rural, la de Industria en el Parque Tres de Febrero, la de Bellas Artes, en la Plaza San Martín y la de Transporte y Ferrocarriles se situó cerca del Hipódromo de Palermo, en el Regimiento 1 de Patricios. En palabras de Horacio Salas, en su libro "El Centenario", se levantó una verdadera ciudad - exposición, que era el reflejo de la modernidad que dominaba a la Argentina.
Visitantes ilustres, llegaron especialmente para los festejos (p. ej., el presidente de Chile, el vicepresidente de Perú, la Infanta Isabel de Borbón, en representación del Rey de España Alfonso XIII, Ramón del Valle Inclán, Vicente Blasco Ibáñez, representantes de Alemania, España, Paraguay, Japón, Estados Unidos).
Balance La Conmemoración del Centenario de la Revolución de Mayo coincidió con una creciente conflictividad social. En 1910, se registró el número más elevado de huelgas y disturbios. En febrero, se aprobó la Ley de Defensa Social (para extender la represión contra la izquierda) y el 26 de junio se produjo un atentado en el Teatro Colón. Así, mientras el mundo esperaba poco menos que una catástrofe a causa del cometa Halley, los porteños se preparaban para un acontecimiento único. Se cumplían cien años desde la Revolución de Mayo y la capital a orillas del Plata decidió celebrarlo con bombos y platillos. Para eso montó una exposición universal cuyo nombre no pudo ser más atinado: Exposición Internacional del Centenario.
Ocasión propicia para hacer un balance que para muchos arrojaba resultado positivo. Este optimismo se reflejó en los ambiciosos festejos (recepciones de gala, funciones teatrales extraordinarias, marchas civiles, desfiles militares, inauguración de monumentos). Luces y Sombras