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Santa Teresa del Niño Jesús. Día 1 de Octubre. San Pio X, por el año 1910, antes de iniciarse el proceso de beatificación dijo:. "He aquí la santa más grande de los tiempos modernos". Y añadía: “Grande sin hacer nada extraordinario”.
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Santa Teresa del Niño Jesús Día 1 de Octubre
San Pio X, por el año 1910, antes de iniciarse el proceso de beatificación dijo: "He aquí la santa más grande de los tiempos modernos" Y añadía: “Grande sin hacer nada extraordinario”. “Esta extrema sencillez es precisamente lo que hay de más extraordinario y notable en esta alma”.
El ideal y esencia de santa Teresa del Niño Jesús se puede resumir en esta frase que ella escribe a su hermana María: "En el corazón de la Iglesia yo seré el amor"
Santa Teresita nació en Alençon (Francia), el 2 de Enero de 1873. 2 días después fue bautizada en la iglesia de Notre Dame, donde se habían casado sus padres.
Sus padres, Luis Martín y Celia Guerín, fueron declarados beatos el 19 de Octubre de 2008. Teresa dirá un día de sus padres: “Con una naturaleza como la mía, si no hubiera sido educada por padres virtuosos, habría llegado a ser muy mala, y tal vez a perderme eternamente”.
Teresa era la última de nueve hermanos. Ya habían muerto 4 muy pequeñitos: dos niños y dos niñas. Las otras 5 hermanas fueron religiosas. “Mis recuerdos más antiguos son de sonrisas y de demostraciones de aprecio y ternura”.
Educada cristianamente, Teresa muy pronto aprendió a orar. A los tres años, promete a Dios no negarle nada que le pida. Es sensible y muy avispada. Muy amante de la naturaleza, era afectuosa, tierna y soñadora. También era caprichosa e imperiosa; pero desde muy pequeña aprende a conocerse y dominarse. Y ya piensa un día en ser monja.
El 28 de Agosto de 1877 muere su madre. Tenía Teresita sólo cuatro años. Fue un golpe grande en su afectividad y por un tiempo se hizo tímida y sensible. Después del entierro, su hermanita un poco mayor, Celina, se acoge donde su hermana mayor, María, diciendo que en adelante será su madre. – Teresita, no queriendo ser menos, se acoge bajo el regazo de su hermana Paulina, la segunda mayor, diciendo que en adelante ella será su madre.
En Noviembre de ese año, 1877, el señor Luis Martín vende la relojería y se traslada con sus cinco hijas a Lisieux. Vivirán en Les Buissonnets, casa amplia de su tía, la señora Guerín, mujer excelente, que se ha comprometido a seguir educando a las niñas. Teresa, con su hermana Celina, va al colegio de las benedictinas en Lisieux.
A finales de 1879 recibe por primera vez el sacramento de la Penitencia. Quien la ha preparado para ello ha sido su hermana Paulina. El 2 de Octubre de 1882 sufre otro “golpe psicológico”, ya que su hermana Paulina, su “segunda madre”, entra en el Carmelo de Lisieux. Este golpe es más tranquilo y esperanzador.
En 1883 Teresa tiene una grave enfermedad. Se encomienda a Nuestra Señora de las Victorias. A finales de ese año, cuenta cómo se le presenta la Virgen para curarla. Lo que más la impresionó fue la “sonrisa” de la Virgen. Desde entonces a esa imagen se la llamará: “La Virgen de la Sonrisa”.
El 8 de Mayo de 1884 recibe la Primera Comunión. La preparación fue intensa, con un retiro de los tres últimos días. Su hermana Paulina, que ya era sor Inés de Jesús, la ayuda con cartas y pláticas en el locutorio del convento. En la comunión Teresita pide a Jesús que le quite su voluntad. Siente que ella ha desaparecido, que es como una gota de agua que cae en el mar, que es Jesús.
El 14 de Junio de 1884 recibe el sacramento de la Confirmación. Tiene la plena conciencia de acoger el don del Espíritu Santo, mediante una participación personal en la gracia de Pentecostés.
El 25 de Diciembre de 1886, después de la misa de medianoche, tiene una gracia especial. Ella la llamará la “gracia de conversión”. Siente la experiencia de que Dios se ha hecho débil y pequeño por amor a ella, para hacerla fuerte y valiente.
Ya tenía dos hermanas en el Carmelo de Lisieux Primero había ingresado Paulina y después María, su hermana mayor. Teresa deseaba también entregarse plenamente a Jesús en el Carmelo; pero era muy joven. Por otro lado, se sentía muy unida a su padre, de quien era su “reinecita”. Temía hacerle sufrir demasiado con su ingreso.
Era el 29 de Mayo de 1886, día de Pentecostés. En un momento de intimidad con su padre, le pide autorización para entrar en el Carmelo. El padre, haciendo un acto grande de amor y desprendimiento, se lo da. Todavía quedaban más obstáculos pues no tenía la edad requerida.
El 31 de Octubre visita al Sr. Obispo para solicitar la autorización para entrar de religiosa sin tener la edad prescrita. Va vestida de modo que aparente algo mayor de edad. Pero el Sr. Obispo es estricto y dice que tiene que esperar a cumplir con la edad.
El 20 de Noviembre tienen audiencia con el papa los peregrinos de la diócesis de Lisieux. Cuando Teresita va a ir a saludar al papa, la dicen que no diga nada. Pero ella con decisión pide la gracia de entrar en el Carmelo con 15 años. El papa, con mucha amabilidad, le responde: “Entrarás, si esa es la voluntad de Dios”.
El hecho es que el 28 de Diciembre el Sr. Obispo responde a la priora del convento de forma favorable sobre la admisión de Teresa. A Teresita se lo comunican el 1 de Enero. Estamos ya en 1888. Ella comienza a hacer los preparativos. El 13 de Abril de ese año, 1888, ingresa en el Carmelo. Ella dirá que fue el día más feliz de su vida.
Al entrar en el Carmelo, se puso de nombre: “Teresa del Niño Jesús”, por el gran afecto que tenía a Jesús Niño; pero pronto añadió a su nombre: “Y de la santa Faz”. Mucho hablaba y escribía sobre el “bello rostro del Señor”. Con ello quería abarcar toda la vida de Jesús.
Tomó el hábito el 10 de Enero de 1889, en presencia de su padre. La profesión religiosa fue el 8 de Septiembre de 1890. Desde el primer momento, comienza el camino de perfección trazado por Santa Teresa de Ávila. Y acepta con fervor y fidelidad los diferentes oficios, por los que irá pasando hasta ser maestra de novicias.
Un oficio que la gustó especialmente fue el de ayudante de la sacristana, pues podía estar en contacto con los vasos sagrados que habían contenido el Cuerpo y la Sangre de Jesús.
El 20 de Febrero de 1893 su hermana Paulina, sor Inés de Jesús, es nombrada priora de la comunidad carmelita de Lisieux. Pronto nombra a Teresita: “Ayudante de la maestra de novicias”. Queda por tanto asociada a la formación espiritual de sus compañeras de noviciado.
El 21 de Enero de 1894 tienen en el convento una “recreación piadosa”. Representan el drama de santa Juana de Arco. Teresita es la autora y además hace la representación de la protagonista.
El 29 de Julio de 1894 muere su padre. Ha pasado tres años de verdadero martirio por las enfermedades. Santa Teresita comentará el proceso de perfección de su padre en esos últimos años. Le atendía especialmente su hija Celina, poco mayor que Teresita. Ella también entraría después al Carmelo. Desde este momento Teresita emprende un camino más veloz hacia la santidad, poniendo el amor al centro de todo.
Por una insinuación (una especie de “orden”) de su hermana, la priora del convento, comienza Teresita a escribir los recuerdos de su vida, desde su niñez. Es su autobiografía, donde deja plasmado el retrato de su alma y sus experiencias más íntimas. Escribe tres partes: una dedicada a su hermana Paulina, la priora, otra a su hermana María, la mayor, y una tercera a la madre Gonzaga que, al final de la vida de Teresita, sucede como priora a su hermana.
El 8 de Junio de 1895, en la fiesta de la Santísima Trinidad, Teresita se ofreció como víctima inmolada al Amor misericordioso de Dios.
El 3 de Abril de 1896, durante la noche del jueves al viernes santo, sufre una hemoptisis (vomita sangre). Es la primera manifestación de la enfermedad que la llevaría a la muerte. La santa lo acogió como una misteriosa visita del Esposo divino. Entró entonces en una prueba de fe, que duraría hasta el final de su vida. Ella descubre su vocación en el corazón de la Iglesia.
Sufrió mucho, pero con gozo. Hacia el final de su vida llegó a decir: “He llegado a un punto en el que me es imposible sufrir, porque todo sufrimiento es dulce”. Por encargo del médico debía pasear por el jardín. Pero cada paso que daba era “como un puñal que se clavaba en sus pulmones”. A la hermana acompañante decía. “Sigamos. Cada paso que doy lo ofrezco por un misionero que esté en peligro de desanimarse de su vocación”.
El 8 de Julio de 1897 es llevada a la enfermería, de donde ya no saldría en vida. Sufría grandes dolores y pruebas con mucha paciencia. Al mismo tiempo va madurando en la perfección y descubre nuevas luces para la difusión de su mensaje en la Iglesia, en bien de las almas. Escribía a un misionero, P. Belliere,: “Ya no muero, entro en la vida”.
El 30 de Septiembre de 1897, respirando con mucha dificultad dijo: “No me arrepiento de haberme abandonado al Amor; muy al contrario”. A las siete de la tarde, miró al Crucifijo y dijo: “Dios mío, te amo”. Y a los pocos minutos, inclinando la cabeza hacia la derecha, entregó su espíritu al creador. Tenía 24 años de edad.
Su entierro fue muy sencillo. Unas 30 personas acompañaron sus restos al cementerio de Lisieux. Pero pronto comenzaron los milagros y favores concedidos por su intercesión. Pronto se haría realidad su promesa: “Desde el cielo enviaré una lluvia de rosas”. Entraba en una nueva fase de presencia apostólica a favor de las almas, en la comunión de los santos.
Pronto, su hermana Paulina logró imprimir los escritos de santa Teresita con el título: “Historia de un alma”. Un ejemplar fue enviado al papa. Su Santidad León XIII dijo: “ He tenido el mayor placer de mi vida leyendo la Historia de un alma”. Entonces eran necesarios 50 años desde la muerte para iniciarse un proceso de beatificación. Ese tiempo fue acortado para santa Teresita.
El papa Pio XI canonizó a santa Teresa del Niño Jesús el 17 de Mayo de 1925 Y el 14 de Diciembre de 1927 la proclamó: “Patrona universal de las Misiones”, junto con san Francisco Javier.
El 19 de Octubre de 1997, el papa Juan Pablo II la declaró “Doctora de la Iglesia”. Decía que era Doctora de la Iglesia: “Por la solidez de su sabiduría espiritual, inspirada en el Evangelio, por la originalidad de sus intuiciones teológicas, en las cuales resplandece su eminente doctrina, y por la acogida en todo el mundo de su mensaje espiritual”.
Dios enaltece a los humildes Basílica y sepulcro de Santa Teresita
La doctrina espiritual de santa Teresa del Niño Jesús puede resumirse de varias maneras. Una es: Buscar la perfección en lo pequeño Desde el primer momento de entrar en el Carmelo se propuso ser fiel en las cosas pequeñas y no actuaba sino por complacer a Jesús. En su vida apenas hubo manifestación alguna de fenómenos extraordinarios. Todo fue sencillo y normal, de modo que su heroica santidad pasó casi desapercibida hasta para las mismas religiosas que convivían con ella.
"Vivir de amor" Ella decía: “Ese será mi cielo y mi destino… Mi única riqueza es, y será por siempre ¡Vivir de amor! Ese era su ideal. Decía: “No son las cosas las que tienen valor sino el amor con que están vivificadas” “Para alcanzar la santidad basta poner mucho amor en las actividades normales de la vida.” Y ponía ejemplos: una sonrisa, una llamada de teléfono, animar a una persona, sufrir en silencio, tener siempre palabras optimistas.
La Infancia Espiritual Fue el “Caminito” o ascensor que encontró para ir a Dios. Ella decía: “Quisiera tener un ascensor para subir hasta Jesús, porque soy muy pequeña para subir sola. El ascensor que ha de elevarme hasta el cielo son tus brazos, Jesús mío.”
Decía: “Yo me tengo por una niña. Quiero amar a Dios, mi Padre del cielo, como un niño”. “Mi cielo consiste en estar siempre en su presencia y en decirle: Quiero amarte como un niño”. Entre las flores, ella quiere ser como la VIOLETA, que esparce buen olor sin que sepan de dónde viene. La infancia espiritual es echarse en Dios como un niño en el cuello de su madre. Este “caminito” no es para imperfectos, pero prescinde de hechos extraordinarios. Es corto pues no hay largas distancias a medir. Es para todos, pues todos pueden caminar por él en todos los estados de la vida. – No se trata de ser caprichoso, ni ingenuo o crédulo ni inocente. Se trata de vivir con Dios como un niño en brazos de su madre.
El santo abandono Es el fruto de la Infancia Espiritual. Con todo el amor y humildad el alma se entrega a Dios sin reserva y para siempre, porque tiene fe en su omnipotencia, en su sabiduría y en su bondad. Ella decía: “Desde hace tiempo no me pertenezco, me entregué del todo a Jesús… Es muy libre de hacer de mi lo que le plazca”. Hizo de sí un JUGUETE de Cristo. Decía: “Hiciera lo que hiciera, estaba segura de su amor”.
Misionera de retaguardia Decía: “Quisiera, oh amado bien mío, recorrer la tierra, predicar vuestro nombre y clavar en tierras infieles vuestra cruz gloriosa. Quisiera anunciar el Evangelio a un tiempo en todas las regiones del mundo y hasta en las islas más lejanas”. “Yo quisiera ser misionera, no sólo durante algunos años, sino haberlo sido desde la creación del mundo y continuar siéndolo hasta la consumación de los siglos”. – “Nuestra vocación es formar obreros evangélicos, de quienes seremos madres”.
Y tuvo muchas ocasiones. Ya poco antes de entrar en el Carmelo se enteró que habían condenado a muerte a un asesino, que no quería convertirse. Era Pranzini. Teresa ora y se sacrifica mucho por su conversión. Mes y medio después, pudo leer en el periódico la ejecución de Pranzini y su conversión. Había muerto besando el crucifijo. En el Carmelo había la costumbre de acompañar, con la oración y sacrificios, a algún misionero. A Teresa le encomiendan dos misioneros: el padre Roulland, misionero en China, y el padre Belliere. Esto le hace penetrar cada vez más en el misterio de la Iglesia y va creciendo su vocación misionera, hacia la que pretende arrastrar a otros.
Muchas eran las ofrendas que hacía a Dios de las cosas pequeñas de cada día; pero que muestran una gran santidad. Y normalmente siempre tenía en mente las misiones: - En el banco de atrás una religiosa movía mucho el rosario y hacía mucho ruido, muy molesto para Teresa ya enferma. En vez de taparse los oídos o volverse, lo tomó como una música deliciosa. - En el lavadero una monja la salpica con agua sucia (se entiende que sin querer). Teresa ni se lava la cara para no advertir la equivocación. Y piensa que lo sucio de fuera pueden ser perlas para el alma.
Lo que agrada a Dios no son las grandes cosas sino las pequeñas cosas hechas con extraordinario amor
Lo que agrada a Dios es mi pequeña alma, Automático
es que ame mi pequeñez y mi pobreza.
Lo que agrada a Dios es mi pequeña alma,
que ame mi pequeñez y mi pobreza.
Es la esperanza ciega