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La. LA TAPADA LIMEÑA. Tapada. Limeña. . Es un personaje original e inolvidable “La Tapada Limeña”. Las tapadas no se vieron en ninguna otra ciudad del Perú ni de América . Con su célebre traje de saya y manto, aparecieron casi con la fundación de Lima .
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La LA TAPADA LIMEÑA Tapada Limeña
. Es un personaje original e inolvidable “La Tapada Limeña”. Las tapadas no se vieron en ninguna otra ciudad del Perú ni de América. Con su célebre traje de saya y manto, aparecieron casi con la fundación de Lima. Fueron una presencia original, de libertad, coquetería prohibición y juego de seducción.
Escena Colonial Salón de tertulias. Se bailaba Minué y Mazurca. Óleo de Teófilo Castillo Pintor peruano.
“Tapada limeña, era la denominación que se usaba para designar a la mujer limeña, en la época del virreinato del Perú y los Primeros años de la República”. “Se le denominó así, debido a que dichas mujeres, tapaban sus cabezas y caras con ricos mantones de seda que llamaban: Saya y Manto, dejando al descubierto tan sólo un ojo”. Jorge Basadre Historiador Sobre su origen se ha dicho que es moro, por las innegables semejanzas que guardan con los trajes que cubren el cuerpo de las musulmanas, aunque sobre esto no hay pruebas concluyentes.
Tapada Óleo sobre papel Mauricio Rugendas Pintor Alemán. (1802-1852)
La saya era un vestido para visitas de día, hecho en seda muy fina negra, castaña, azul o verde. Las cubría de los pies a la cintura, contorneaba las caderas. de modo que demostraran todas sus formas. Para asegurar la saya se usaba un cinturón que la ceñía al talle . No era extraño que algunas menos agraciadas usaran caderas postizas que exageraban sus dotes naturales. El manto era como una toca de seda negra, atada a la cintura subía por la espalda hasta encima de la cabeza, cubriendo el rostro enteramente, de modo que no permitiera ver sino un ojo y en algunos casos los brazos.
El juego de insinuación, el símbolo de clandestinidad, acaso de una incipiente libertad femenina, llamaron la atención de los visitantes que pasaron por la ciudad, durante los 300 años en que duró el “reinado” de la tapada Limeña. Por debajo de la falda se podía ver el pequeño pie que también hizo famosas a las antiguas limeñas. Elegantes zapatos de raso, medias de seda ,“aprisionaban” el delicado pie.
Tras el manto podría esconderse una hermosa mujer, una abuelita joven o una mujer que ha sido atacada por la viruela. Este misterio hacía que los jóvenes limeños derrocharan galantes versos hacia ellas, porque no sabían si es que serían correspondidos. Muchas veces algún “don Juan” luego de lanzar su mejor repertorio de piropos se vio defraudado al descubrir bajo aquellas prendas las facciones de una no muy agraciada doncella.
“La saya se hace de diferentes telas según la jerarquía de los rangos y la diversidad de las fortunas. Sólo en Lima se las puede hacer y las limeñas pretenden que es preciso nacer en Lima para poderla llevar” Flora Tristán 1838
Escena a pleno día Acuarela de Leonce Angrand Pintor francés atribuible a Pancho Fierro y viceversa
Esta especie de torneo, en el que los “conquistadores”, trataban de encontrar una belleza angelical y aquellas féminas vestidas como para que los galanes adivinasen su suerte. Escenas tan raras como divertidas; en las que algún marido descubría al final que estuvo seduciendo a su propia novia o esposa. Pintorescas escenas, que dieron lugar a que el poeta limeño Manuel Ascencio Segura escribiera picarescas comedias en su obra satírica:“La saya y el manto” que luego se escenificaban en los teatros de Lima, para el deleite de la población .
Esta forma de vestir de nuestra limeña de antaño, vivió sus mejores épocas en las corridas de toros, las procesiones, los Portales de la Plaza Mayor, a las once de la mañana en la calle de Mercaderes o Acaso en la Alameda de los Descalzos. O quizás en bello lugar del bajopontino barrio del Rímac, donde los atardeceres de los fines de semana eran testigos del garbo y belleza de quienes se escondían bajo tal vestimenta.
““Nuestras abuelas, que eran más risueñas que las cosquillas, supieron hacer de la vida un carnaval constante. Las antiguas limeñas parecían fundidas en un mismo molde. Todas ellas eran de talle esbelto, brazo regordete y con hoyuelo, cintura de avispa. Pie chiquirritico y ojos negros, rasgados, habladores como un libro y que despedían más chispas que volcán en erupción”” .
““Y luego una mano, ¡que mano, Santo Cristo de Puruchuco! . Digo que no eran dedos Los de esa mano, Sino que eran claveles De a cinco el ramo””.
““Con saya y manto una limeña se parecía a otra, como dos gotas de rocío o como dos violetas, y déjome de frasear y pongo punto, no qué hasta dónde me llevarían las comparaciones poéticas””. Ricardo Palma. Tradiciones Peruanas. “La conspiración de la saya y el manto” Con el tiempo las variedades de los trajes fueron de la mano con el clima político, que las tapadas aprovechaban para favorecer a sus caudillos.
Acuarela de Pancho Fierro Pintor costumbrista Mulato limeño.
Las “tapadas” limeñas también tuvieron que enfrentarse a ciertos moralistas Virreynales, quienes consideraban que al estar “tapadas” las limeñas con el manto y la saya, incurrían en una especie de inmoralidad, atentando contra las buenas costumbres. Se dictó una ordenanza dada por el cuarto Virrey del Perú. A esta prohibición se unieron luego otros virreyes, quienes durante sus respectivos gobiernos, expidieron iguales decretos. La historia dice que inclusive la Iglesia quiso intervenir en esta situación y en un Concilio, se trato de prohibir el ingreso de las damas a los templos.
Prohibidas de asistir a las procesiones con dicha vestimenta bajo pena de sufrir la excomunión. El alboroto que armaron las limeñas fue tal que los Virreyes y el Arzobispo, tuvieron que dar marcha atrás; lográndose solamente que las“ tapadas” asistiesen “destapadas” o sea sin usar manto, a las festividades religiosas. Aducían que el refulgente sol capitalino, quemaba su suave piel. Además querían mantener su privacidad a la hora de prestar algún servicio humanitario, permaneciendo en el anonimato.
Tapada en el templo Rugendas
El manto fue reemplazado por la manta, que impediría para siempre a las limeñas volver a esconder el rostro. Años más tarde, la influencia andaluza haría suplantarla por la mantilla. La vestimenta de la “tapada limeña” poco a poco se fue perdiendo en el curso de la historia de la Lima antigua; esfumándose todo ese romanticismo al que dio lugar. Fue relegada por la moda francesa en boga.
MANTA Fotografía
Presentación: V. Galdos del Carpio.