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Para Salvarte P. Jorge Loring Matrimonio I
El Magisterio de la Iglesia -Nuevo CATIC, n. 1625/29- nos dice que el matrimonio -contraído según las leyes de la Iglesia y por el mutuo consentimiento de los contrayentes, expresado con legítima libertad y sinceridad- es un sacramento en el cual Dios bendice y santifica la unión de un hombre y de una mujer, concediéndoles la gracia para santificar su unión conyugal y cumplir bien los deberes matrimoniales: como son la armonía conyugal, la fidelidad del corazón, el control de la concupiscencia, el dominio del carácter, ayuda y consuelos mutuos, la educación de los hijos, el sostenimiento del hogar, etc. (Nuevo CATIC,n. 1608 y 1614s).
Es un compromiso o alianza de vida y de amor en el cual, si bien la procreación es muy importante, no es la única y primordial finalidad. El amor y la ayuda mutua están en primer plano. La Constitución Gaudium et Spes, n. 48 afirma que: "El matrimonio constituye una íntima comunidad de vida y de amor conyugal". Y la Conferencia Episcopal Española agrega que "el amor entre el hombre y la mujer es algo natural", que en un momento "deciden entrar en una comunión estable de vida y amor, para llegar a formar una familia. (...) Se le llama matrimonio. En el matrimonio, los esposos entran libremente, pero ninguno de los dos, ni por separado, ni de común acuerdo, pueden romperlo" (Catecismo Escolar 8° EGB, XIV, 2 EDICE. Madrid, 1983).
Dice el P. Sánchez Covaleda: "el matrimonio viene a ser como un convenio por el cual un hombre y una mujer, jurídicamente hábiles, se entregan legítima y mutuamente el derecho perpetuo y exclusivo sobre sus cuerpos, en orden a los actos de suyo aptos para la generación. Este acuerdo debe ser mutuo, consciente, libre y responsable". El Nuevo Derecho Canónico (n. 1056) señala que las propiedades esenciales del matrimonio son "la unidad y la indisolubilidad". Y el Nuevo CATIC n. 1664, indica que: "la unidad, la indisolubilidad y la apertura a la fecundidad son esenciales al matrimonio". Si bien el amor es muy importante en el matrimonio, explica Juan Ignacio Bañares que "el amor no hace el matrimonio. Puede haber amor sin matrimonio y matrimonio sin amor. El matrimonio da estabilidad a una serie de derechos y deberes contraídos libremente. (...) El matrimonio no es un refrendo del presente <<nos queremos mucho>>; sino un compromiso en un proyecto de fututo" (39 Cuestiones doctrinales, V, 1. Ed. Palabra. Madrid, 1990).
Quienes no quieren formalizar el matrimonio buscan seguir libres de acción, sin compromisos; por lo tanto, no tienen amor. Y de hecho: "Para asegurar la validez del matrimonio basta con que los contrayentes no ignoren que se trata de una sociedad permanente entre el hombre y la mujer, para tener hijos: y que el consentimiento sea libre y sincero, manifestado según la fórmula eclesiástica establecida".
Unión Libre El Nuevo CATIC n. 2390, explica: "Hay unión libre cuando el hombre y la mujer se niegan a dar forma jurídica y pública a una unión que implica la intimidad sexual. La expresión en sí misma, es engañosa: ¿Qué puede significar una unión en la que las personas no se comprometen entre sí, y testimonian con ello una falta de confianza en el otro, en sí mismos o en el porvenir? Esta expresión abarca situaciones distintas: concubinato, rechazo del matrimonio en cuanto tal, incapacidad de unirse mediante compromisos a largo plazo. Todas estas situaciones ofenden la dignidad del matrimonio, destruyen la idea misma de la familia, debilitan el sentido de la fidelidad. Son contrarias a la ley moral: el acto sexual debe tener lugar, exclusivamente, en el matrimonio. Fuera de éste constituye siempre un pecado grave y excluye de la comunión sacramental.
Nulidad Matrimonial Declara el Nuevo Código de Derecho Canónico, n. 1095,3°: "Son incapaces de contraer matrimonio quienes tienen un grave defecto de madurez de juicio sobre los deberes y derechos del matrimonio que van a contraer; y quienes no puedan asumir las obligaciones esenciales del matrimonio por causas de naturaleza psíquica", como serían las obligaciones del acto conyugal, la convivencia amorosa y la educación de los hijos.
EL P. Antonio Arza, S.I. nos amplía este tema diciendo: "Puede haber matrimonios que no son válidos por diversos motivos: porque los esposos tienen un impedimento al que la Iglesia, o la ley natural, o la Revelación, hacen nulo el matrimonio. O porque la forma establecida por la Iglesia no se ha observado en la celebración del mismo. O porque uno de los cónyuges no ha prestado el consentimiento matrimonial con las debidas condiciones, por ejemplo, porque se ha casado bajo el impulso de un miedo grave" ("Preguntas y respuestas en cristiano", pg. 146. Ed. Mensajero, Bilbao, 1982). Hay casos excepcionales en los cuales la Iglesia señala la ausencia del vínculo matrimonial por alguno de estos impedimentos, entonces declara el matrimonio nulo, lo cual significa que demuestra que ese matrimonio nunca existió; no es que anule un matrimonio válido.
Separación - Divorcio Nuestra Santa Madre Iglesia, PERMITE la separación de los esposos si la vida en común resulta insostenible (Nuevo CATIC, n. 1649), pero, mientras viva el otro cónyuge NO les está permitido volver a casarse porque el vínculo matrimonial permanece hasta la muerte de uno de los dos. En caso de concubinato (unión ilegal), la separación es conveniente y obligatoria, salvo que decidan casarse.
El divorcio es un mal que rompe el vínculo matrimonial; de ser bueno, Dios no lo prohibiría. Es un mal para los hijos; por la ruptura del matrimonio de sus padres sufren mucho y si no son verdaderamente contenidos por sus padres, familiares y amigos están mucho más vulnerables y expuestos a caer en la droga, alcoholismo y delincuencia; es un mal para la mujer que podría volver a ser abandonada y no le será fácil rehacer su vida; por último, también es un mal para el marido, dado que, después de algunas ilusiones vividas, podría terminar siendo engañado y nuevamente solo.
Dice Howard Markman que: "Los divorciados suelen llevar sus problemas de una relación a otra". Así, el divorcio da paso a una poligamia sucesiva. Muchos matrimonios se salvarían de saber exponer con calma, en común, los conflictos y reconocer cada uno sus errores. Dice John Gottman: "Cada uno debe admitir su responsabilidad en los conflictos. De lo contrario, no los solucionarán". Que todo matrimonio válido es indisoluble, quiere decir que no puede ser disuelto por el mutuo y privado acuerdo de los cónyuges. Sólo el matrimonio sacramental consumado es también indisoluble extrínsecamente (José María Lahidalga: “Matrimonio civil y canónico”, VI. Servicio Editorial del Arzobispado de Madrid).
Por esto Dios ha hecho el matrimonio indisoluble. El poder civil pretende romper el vínculo sacramental, pero es totalmente inválido ante Dios (P. Royo Marín O.P.: "Teología Moral para Seglares", 2°, 2a, VII, n° 491, 7°. Ed. BAC, Madrid), dicho de otro modo, no tiene ninguna autoridad sobre el matrimonio canónico (DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, n. 1560. Ed. Herder. Barcelona). "Pero, (expresa el Nuevo CATIC, n. 2383), si el divorcio civil representa la única manera posible de asegurar ciertos derechos legítimos, el cuidado de los hijos o la defensa del patrimonio, puede ser tolerado sin constituir una falta moral". La Constitución Gaudium et Spes, n. 48, dice que: El matrimonio es "comunidad en vida y en amor".
¿Cuándo es AMOR? El P. Juan López Pedraz, S.I. afirma: “El auténtico amor no busca que la otra persona le haga feliz a uno, sino que uno busca hacer feliz a la otra persona, y en hacerla feliz encuentra la propia felicidad” (“Cristianos en busca de respuestas”, XIII, 10. Ed. Sal Terrae. Santander). Será una conquista diaria; exige esmero y comprensión mutua. Cuando hay amor, se ama a pesar de los defectos –porque todos tenemos defectos- pero también TODOS tenemos virtudes, y, lo que se intenta siempre es sobrellevarlos con virtud. Cuando de amor se trata, hablamos de “amor para siempre”, de amor eterno; el amor exige exclusividad (por esto existen los “celos”).
¿Sabías que…? El matrimonio monógamo NO PRODUCE TEDIO, y así nos lo demuestran los matrimonios ancianos que superadas las bodas de oro siguen enamorados y caminan tomados de la mano o se miran con ternura. Lo importante es que aprendamos a vivir el día a día con el entusiasmo y las ganas de comunicarnos de los primeros días.
Evitemos el dolor Se deben evitar los celos infundados pues ponen en peligro la fidelidad del cónyuge, al igual que las ligerezas, las imprudencias y las concesiones. Cuidado con el sentimentalismo y los ambientes pervertidos. Es muy importante el diálogo; el saber comunicar –sin echar en cara- lo que nos pasa, lo que afecta nuestra relación (si nos sentimos solos, no atendidos, etc.); saber escuchar; intentar ver las responsabilidades que cada uno tiene en lo que pasa para llegar a una solución. Si solos no podemos, recurrir a una persona formada (sacerdote) será muy beneficioso porque nos sabrá orientar. Y siempre, acompañados de la oración y de los sacramentos, sobre todo Confesión y Eucaristía.
Un matrimonio va al fracaso, indefectiblemente, si: • desaparecen las muestras de amor al cónyuge; • si se dejan llevar por el amor a una tercera persona; • si se magnifican los defectos del cónyuge; • si comienzan a levantar la voz y a contestarse de mal modo; • si se prolongan las rabietas, las caras largas, • si ninguno quiere ceder para pedir disculpas ni disculpar; • si se pierde el interés por las cosas del otro; • si nos despreocupamos de hacer feliz a la otra parte; • si molestamos continuamente; • Amar es también compartir malos momentos. No existe una pareja humana “modelo”.