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Para Salvarte. P. Jorge Loring. Sacramentos. Signos sensibles que confieren la gracia que significan. (Nuevo CATIC, n. 1127). Ritos, ceremonias sagradas (que incluyen palabra y acción), instituidos por Jesucristo. Los Sacramentos son: .
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Para Salvarte P. Jorge Loring Sacramentos
Signos sensibles que confieren la gracia que significan. (Nuevo CATIC, n. 1127) Ritos, ceremonias sagradas (que incluyen palabra y acción), instituidos por Jesucristo. Los Sacramentos son: Recibidos con buenas disposiciones, dan vida sobrenatural al alma, nos dan la gracia santificante (Nuevo CATIC, n. 1131); o nos la aumentan cuando ya estamos en gracia. Fundamentalmente acciones de Cristo (Nuevo CATIC, n. 1128).
Confirmación Bautismo Eucaristía Son siete: Unción de los enfermos Reconciliación o Confesión Matrimonio Orden Sagrado
San Agustín afirma que "cuando Pedro bautiza, es Cristo quien bautiza" (Tractatus in Ioannis Evangelium, 6, 7. MIGNE: Patrología Latina, 35, 1428). El P. Royo Marín, O.P. nos dice que, para recibir los sacramentos de manera que sea válida y lícita, es necesario estar bautizado, -obviamente, excepto para recibir el Bautismo- y en gracia de Dios -excepto para recibir la absolución- (extraído de: "La fe de la Iglesia", 2a, IX, 266. Ed. BAC. Madrid). ES OBLIGATORIO RECIBIR EL BAUTISMO, LA CONFESIÓN Y LA CONFIRMACIÓN; PERO, ADEMÁS, DEBEN RECIBIR EL MATRIMONIO LOS QUE QUIEREN CASARSE, Y TODOSLA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS EN LA HORA DE LA MUERTE.
El sacramento del Orden Sagrado es sólo para los que quieran ser sacerdotes. Nos dice Eugen Walter que: "Junto con el sacramento del matrimonio son sacramentos de estado. Lo cual significa que ambos sacramentos no se reciben tanto con vistas a la salvación individual, como para ocupar un determinado estado dentro de la Iglesia, para, dentro de ella, servir a la comunidad. De modo que, a estos sacramentos los recibe el individuo, menos para sí mismo, que para los demás: los esposos deberían partir siempre del supuesto de que cada uno consigue las gracias necesarias más bien para el otro cónyuge que para sí mismo", (desde "Fuentes de santificación", VII, 6. Ed. Herder. Barcelona).
Todo Sacramento cuenta con cuatro elementos: • Materia o cosa sensible: son los elementos materiales que se utilizan -agua, óleo, etc.- • Forma o palabras que utiliza el ministro con la intención de hacer lo que hace la Iglesia, es decir, administrar el sacramento de acuerdo con la voluntad de Cristo. • 3. Ministro o persona que lo ejecuta. • 4. Sujeto o persona que lo recibe.
Bautismo, Confirmación y Orden Sagrado: son los tres sacramentos que imprimen “carácter”, es decir, que imprimen un sello espiritual indeleble en el alma, Por esto no se pueden repetir; el mismo Nuevo CATIC, n. 1121, expresa claramente que sólo se pueden recibir una vez.
La expresión latina "ex opere operato" indica que <<la gracia sacramental no depende de la santidad del ministro, sino de CRISTO que actúa por medio de él>>; (Magisterio de la Iglesia, DENZINGER: n. 849). La expresión latina "ex opere operantis", a diferencia de ex opere operato, indica que <<el provecho espiritual SÍ depende de la disposición del que lo recibe>>; así lo señala el P. Pinard de la Boullaye, S.I.("Jesús, viviente en la Iglesia", IV, 34. Ed. FAX. Madrid). Dice la Conferencia Episcopal Española: "Al celebrar un sacramento, el ministro ha de tener la intención de realizar la acción sacramental que Cristo confió a su Iglesia. Sin embargo, el poder santificador de los sacramentos no depende ni de la fe, ni de la santidad de los ministros, porque cuando alguien bautiza o perdona, es el mismo Cristo quien bautiza o perdona"; ("Ésta es nuestra fe", 2a, II, 1. EDICE. Madrid, 1986)
Unción de los Enfermos Se la llama también “Extremaunción” dado que es el último sacramento que recibe el cristiano antes de partir hacia la Casa del Padre. Con este sacramento, el enfermo, recibe un aumento de gracia para superar victoriosamente la última batalla de la vida. Por la unción con óleo bendecido y la oración del sacerdote, se confiere a los fieles que tienen aún uso de razón y están arrepentidos de sus pecados -al menos con atrición- la salud del alma (Nuevo CATIC, n. 1520) y la del cuerpo, si les conviene (Concilio de Trento: DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, n. 909. Ed. Herder. Barcelona). En caso de necesidad, podrá emplearse cualquier otro óleo, pero el apropiado es el aceite de oliva (Acta Apostolicae Sedis 65/1973/5-9).
Cuando el enfermo o el anciano está en peligro de muerte, es el momento de llamar a algún sacerdote para que le dé los auxilios espirituales propios de estos momentos, es decir, para que se confiese, le dé el Santo Viático y la Unción de los Enfermos (Nuevo CATIC, n. 2299). El Magisterio nos recomienda no esperar a que el enfermo esté demasiado grave (Nuevo CATIC, n. 1514). Sería muy importante que a la llegada del sacerdote, el paciente tuviera lucidez para poder hacer una buena confesión. Son muchas las personas que fallecen en pecado por haber llamado al sacerdote demasiado tarde. Este sacramento también debe recibirse en estado de gracia (DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, n. 315. Ed. Herder. Barcelona).
Más para mencionar: El peligro de muerte debe estar presente en el interior del cuerpo de la persona, por esto no podrá administrarse la extremaunción a un criminal antes de ser ejecutado, ni a soldados antes de una batalla (Leo J. Trese; “La fe explicada” 3°, XXIII. Ed. Rialp. Madrid, 1981). Podrá, en caso de necesidad, administrarse el mencionado sacramento a los recién fallecidos, dado que la muerte es la separación del alma y del cuerpo, y es difícil señalar el momento preciso de dicha separación. No siempre la muerte aparente coincide con la muerte real. Explica el P. Royo Marín O.P. que “La muerte no viene de repente. Es un proceso gradual de la vida actual a la muerte aparente, y de ésta a la muerte real” (“Teología de la Salvación”, 3ª, I, n. 188. Ed. BAC. Madrid). Se conocen casos de vuelta a la vida después de una muerte clínica, sin que haya habido milagro alguno. La única señal clara de muerte es el estado de putrefacción del cadáver(Michel: “Los misterios del más allá”, II, 33. Ed. Dinor, San Sebastián).
Advierte el P. Antonio Royo Marín O.P. que puede ser que muchos se condenen por un amor mal entendido de sus familiares (“Teología de la salvación”, 3ª, I, n° 179. Ed. BAC, Madrid). Suele existir el temor a que el enfermo se asuste al recibir los auxilios espirituales, pero no temen que se presente ante el juicio de Dios con el alma en pecado. Es absurdo, sería como no querer avisar a los vecinos que están durmiendo, que se les incendia la casa, por temor a asustarlos.
Para recibir la unción, el enfermo debe estar grave, pero no es necesario que el peligro sea de muerte inminente, explica el P. Royo Marín O.P. (“Teología de la salvación” 3ª, I, n. 181. Ed. BAC. Madrid); basta que la enfermedad presente sea amenaza de peligro real (Nuevo CATIC, n. 1515) por enfermedad o vejez (Concilio Vaticano II, Sacrosanctum Concilium: Constitución sobre la Sagrada Liturgia, n. 73). Inclusive, podrá administrarse nuevamente el sacramento de la Unción de los Enfermos si “recobrada la salud, vuelve la gravedad” (Nuevo CATIC, n. 1004,2).
A los muy ancianos se les puede administrar la extremaunción aunque no estén enfermos, ya que la vejez es de por sí una enfermedad incurable (P. Royo Marín O.P., “Teología Moral para Seglares” 2°, 2ª, V, n° 400, 4°, c. Ed. BAC, Madrid).