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El Libro de Hechos de los apóstoles. La conversión de Saulo (Pablo) (9:1-9). Es posible que algunos de los otros que se unieron a la persecución de Hechos 8:1 perdieran su celo contra los cristianos; no así Saulo.
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La conversión de Saulo (Pablo) (9:1-9) Es posible que algunos de los otros que se unieron a la persecución de Hechos 8:1 perdieran su celo contra los cristianos; no así Saulo. "Respirando" sería aquí literalmente "inspirando". Es un participio griego (empnéon), que indica que esto se había convertido en algo característico y continuo. Sin embargo, en aquel momento, la mayoría de los creyentes se habían marchado de Jerusalén. Por tanto, Saulo fue por decisión propia al sumo sacerdote y le pidió cartas oficiales para las sinagogas de Damasco. Damasco se hallaba a unos 220 kilómetros de Jerusalén en dirección nordeste.
La conversión de Saulo (Pablo) (9:1-9) Saulo, cayó al suelo, sobrecogido. Entonces oyó una voz: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Saulo conocía muy bien la Biblia hebrea, y reconoció que tenía que tratarse de una manifestación divina. Pero la pregunta lo confundió. ¿A quién perseguía él, sino sólo a los cristianos? La respuesta le llegó de inmediato: "Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Entonces, el Señor le dijo que se levantara y entrara a la ciudad de Damasco. Allí se le diría lo que le era necesario hacer.
Ananías es enviado a Saulo (9:10-19) Al tercer día, el Señor se le apareció a un discípulo llamado Ananías, un judío piadoso convertido al Señor Ananías puso objeciones al principio. Había oído de muchos acerca de las numerosas cosas malas que Saulo les había hecho a los santos del Señor en Jerusalén. El Señor le ordenó de nuevo a Ananías que fuera, y lo tranquilizó diciéndole que Saulo era su propio vaso escogido para llevar su nombre en presencia de los gentiles (las naciones) y también ante reyes, y ante los hijos (pueblo) de Israel. Entonces Ananías obedeció, entró a la casa y puso las manos sobre Saulo
Saulo predica en Damasco (9:20-25) Saulo se convirtió de inmediato en parte del cuerpo de discípulos de Damasco. De inmediato se fue a las sinagogas donde antes había pensado buscar a los creyentes y enviarlos atados a Jerusalén. Después de bastante tiempo, los judíos (esto es, los que no habían creído) resolvieron en consejo matarlo. Los discípulos de Saulo (sus convertidos), sin embargo, echaron a perder su plan, bajándolo por el muro en una gran canasta flexible hecha de juncos tejidos, o algún material similar. En 2 Corintios 11:33, Saulo añade que lo descolgaron por una ventana.
Bernabé recibe amistosamente a Saulo (9:26-31) Al llegar a Jerusalén Saulo trató de unirse a los discípulos. Pero todos le tuvieron miedo. Sin embargo, Bernabé lo aceptó, haciendo honor a su nombre, que significa "hijo de consolación". Como antes había sucedido con Esteban, el mensaje de Saulo sobre el Evangelio suscitó la ira de los judíos helenistas, y trataron de matarlo. Tan pronto como los creyentes de Jerusalén oyeron esto, bajaron con Saulo a Cesarea, y lo enviaron a Tarso. Después de irse Saulo, todo se aquietó de nuevo.
Pedro en Lida (9:32-35) Después de la breve declaración del versículo 31, Lucas comienza una secuencia que nos lleva hasta el momento en que Pedro les lleva el Evangelio a los gentiles de Cesarea. En sus viajes, llegó a visitar a los santos (creyentes consagrados) que vivían en Lida (en el camino a Jope). Allí sano a un paralítico llamado Eneas, que yacía en su cama desde hacía ocho años, le dijo: "Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y haz tu cama). Su sanidad fue instantánea. Todos los habitantes de Lida, y de la llanura de Sarón, al oeste y al noroeste de Lida la vieron, y se convirtieron al Señor (Jesús).
Llevan a Pedro a Jope (9:36-43) En Jope, un puerto marítimo de la costa del Mediterráneo, a unos dieciséis kilómetros al noroeste de Lida, y a 62 de Jerusalén, vivía Tabita Estando Pedro en Lida, Dorcas enfermó y murió. Pedro sacó a todos del cuarto, se puso de rodillas, oró y volviéndose al cuerpo, dijo en fe: "¡Tabita, levántate!" Como respuesta a su oración, Dorcas abrió los ojos, miró a Pedro y se sentó. Dándole la mano, Pedro la levantó. Entonces, se la presentó viva. Esto fue notorio a través de toda la población de Jope y se convirtió en medio para la dispersión del Evangelio. Muchos creyeron en el Señor