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La liturgia de hoy nos da una apertura de fe y esperanza. Nos habla de vida eterna. En la primera lectura nos dice que en tiempo de los Macabeos una madre formó muy bien en amor, fe y esperanza de vida eterna a sus siete hijos: “Nosotros sabemos que Dios nos resucitará para la vida eterna”.
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La liturgia de hoy nos da una apertura de fe y esperanza. Nos habla de vida eterna.
En la primera lectura nos dice que en tiempo de los Macabeos una madre formó muy bien en amor, fe y esperanza de vida eterna a sus siete hijos: “Nosotros sabemos que Dios nos resucitará para la vida eterna”. La familia de esta fotografía es del tiempo de nuestros abuelos.
Esta familia puede ser de nuestro tiempo, y, también es de siete hermanos.
Pero que sean familia de siete hermanos de más o de menos. Que sean de antes, de ahora, o de después. Que tengan tal o cual cultura, tales o cuales logros en la vida. Hay algo que sí importa que tengamos todos: Nuestra fe y esperanzas seguras en el Dios que da la vida y nos la ofrece eterna. En esta familia son también siete hermanos y pueden ser de nuestro tiempo.
Los saduceos no creían en la vida eterna, y por lo mismo, no creían en la resurrección de los muertos. Le hacen a Jesús una pregunta capciosa que Jesús se las responde desvirtuándoselas.
Los saduceos no creen en la vida eterna y han dado oportunidad para que Jesús nos especifique algunos aspectos de la vida nueva ya resucitados.
No somos muy dados a mirar al futuro, preocupados como estamos por el presente y sus problemas.
Según en qué círculos, hablar de "la otra vida" produce reacciones parecidas a las de los saduceos
En este viaje por la vida bien está que sepamos ¿De dónde venimos y a dónde vamos?.
Un vivir eterno nos espera. ektorn@hotmail.com