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REAL MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE SIJENA. LOS MONEGROS (ARAGÓN- ESPAÑA). PANTEÓN, CORTE Y ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN. Este monasterio hospitalario se fundó el 21 de Abril de 1188, por Doña Sancha, esposa del primer Rey de la Corona de Aragón, Alfonso II el Casto.
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REAL MONASTERIODE SANTA MARÍA DE SIJENA. LOS MONEGROS (ARAGÓN- ESPAÑA)
PANTEÓN, CORTE Y ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN. Este monasterio hospitalario se fundó el 21 de Abril de 1188, por Doña Sancha, esposa del primer Rey de la Corona de Aragón, Alfonso II el Casto.
ERA EL CONJUNTO MÁS SINGULAR DE ARAGÓN y el Monasterio femenino más importante de la Soberana Orden hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta.
AL MONASTERIO DE SIJENA SE LE CONOCE POCO. SU VISITA ES FRUSTANTE POR LO QUE INCENDIARON EN 1936 , LO QUE SAQUEARON Y LO QUE EMIGRÓ.Con su restauración, el edificio debe ser elocuente en lo que fue y en lo que pudo ser, testimoniar la sensibilidad de quienes lo generaron y dejar patente la barbarie de quienes intentaron destruirlo. No pueden borrarse estas huellas con el pretexto de no mantener recuerdos que afrenten a quienes las causaron. El monasterio debe ser lección para quienes vienen y vendrán.
En lo alto, el torreón de señales, candelabro monumental, donde sobre una parrilla se encendían grandes hogueras en momentos de peligro y en las celebraciones. Se decía que el resplandor que producía se veía en todos los pueblos del Señorío de Sixena, anunciando la necesidad de auxilio o la invitación a una festividad.
Mariano Pano dijo antes de su quema: “En Sijena se encuentran vinculados: la religión y el patriotismo, la ciencia y el arte, la verdad y la belleza”.
Bello ventanal bizantino, de cuatro arquivoltas muy abocinadas y sobresalientes del nivel del muro, con sus capiteles de motivos vegetales.
Portada del templo, formada por trece arcos cilíndricos disminuyendo en gradación, apoyados en otras tantas columnas a cada lado, sin contar otros más pequeños y menos salientes, y las angulares aristas que entre arco y arco asoman, formando una ancha bóveda semicircular... (J. Quadrado). Es tan austero, que más parece la entrada de un capítulo de monjes guerreros que un asilo de vírgenes.
Fachada de la iglesia y el coro y la portada maciza, monótona y solemne; es el románico en lo que tiene de rudo, de adusto, de fuerte
Corre a lo largo del patio la fachada lateral del templo, flanqueada por robustos machones en cuyos ángulos juega la luz, adornada con ventanas bizantinas, sostenida su cornisa con esculpidas ménsulas de adornos y formas caprichosas.
Entrada reconstruida al Palacio Prioral, donde desapareció el rico y magnífico Salón del Trono, al arder muebles, tapices, cuadros, las pinturas del cartujo Bayeu y el artesonado.
A la derecha de la portada, un arcosolio vacío, donde reposaban, antes de ser profanados por los milicianos, los restos de Don Rodrigo de Lizana, muerto en la batalla de Muret, en 1213, con su rey Pedro II el Católico, ya que su piadosa hermana, la priorissa, no le podía enterrar en el interior de la iglesia, que era Panteón Real. Los otros seis caballeros aragoneses del Consejo del Rey, recibieron igualmente sepultura en sarcófagos de piedra en la fachada exterior del templo, formando en el atrio una permanente y fúnebre guardia de honor a su rey.
Iniciaron el incendio el 3 de agosto de 1936, el mismo día que del cercano aeródromo de Sariñena partieron los aviones que bombardearon la Basílica del Pilar. Cuando el fuego acabó con el Salón del Trono y se extinguió, iniciaron más incendios en la Iglesia, el Coro, la Biblioteca y la Sala Capitular. En la Iglesia ardieron los retablos de tabla y decapitaron los de mármol y alabastro. En el Coro se quemó una rica sillería semejante a la de la Seo de Zaragoza. En la Biblioteca ardieron, además de los archivos de la Corona en pergamino, Libros de Horas miniados y Ejecutorias de nobleza, que constituían un insulto para los incendiarios.
Solemne Pantocrator que preside actualmente la cabecera de la iglesia.
Panteón real donde descansaban los restos de la reina doña Sancha y de sus hijos: la infanta doña Dulcia, la condesa de Tolosa doña Elionor y el rey Pedro II “hombre de elevada estatura y arrogante presencia, bravo hasta la temeridad, liberal hasta la esplendidez, derrochador y galante. El mejor caballero que montó jamás en silla” (poema provenzal de La Cruzada). También estaban las sepulturas del infante Ramón Berenguer, y una hija de Jaime I, llamada Doña Hermenegilda.
En Agosto de 1936, los milicianos, abriendo los sarcófagos del Panteón Real y las tumbas, arrastraron los esqueletos de reyes, infantas, caballeros y sorores, cuyos huesos y restos se iban desparramando por el interior de la iglesia y la plaza del Monasterio. Especial escarnio hicieron con el cadáver de la reina y fundadora, Doña Sancha, zarandeándola como si bailara, con un cigarro entre sus descarnadas mandíbulas.
Restos de la capilla de la Santísima Trinidad, después del incendio.
En la Sala Capitular lo que quedaba de las pinturas , había perdido su color, por tanto, lo que sin duda constituía la serie más grande de pinturas de comienzos del siglo XIII, se habían aniquilado sin perspectiva de reparación.
Pintura de la Sala Capitular que se olvidaron de arrancar y trasladar al MNAC de Barcelona los encargados de la Generalitat, sin tener en consideración que por ser Patrimonio Nacional eran legalmente intrasladables.
Dormitorio de las sorores. Hoy, a falta de techumbre que la resguarde, puede verse los arcos apuntados en toda su extensión y grandiosidad.
Columna de la que parten cinco arcos, espléndida muestra de la arquitectura de aquellos tiempos.
Una de las alas del claustro que quedaron en pie, donde clavaron argollas para el enganche de los caballos de un regimiento de Caballería republicano, después del incendio.
Antiguo refectorio, restaurado y convertido actualmente en lugar de practicas de culto de las actuales monjas, las Hermanas de Belén y de la Asunción de la Virgen y de San Bruno, que establecidas entre sus vetustos muros, lo mantienen firme, contribuyendo a la conservación del edificio y, sobre todo, a mantener vivo el género de vida monástica, tal como desde los orígenes quiso la Virgen del Coro. La Orden Hospitalaria de la época medieval, pasó el testigo a otra Orden del siglo XX creada en 1.950.
“La vida monástica de estas hermanas nos recuerda la vocación y misión de toda la Iglesia, como Iglesia orante, entregada a alabar a Dios Padre, imitando a Cristo, unida a Él, con la gracia del Espíritu Santo; pero es también una invitación especial a todos los que pueden ayudar, poco o mucho, para hacer posible la misión de este monasterio en la Iglesia de Dios”. (Arzobispo Elías Yanes).
Adoración de los Reyes. Pintura románica en la iglesia.
Obispo con su báculo, tras la puerta de entrada a la iglesia.
Restos del incendio, que se exhiben en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, trasladados ilegalmente, durante la Guerra Civil del 36.
Recreación de una de las pinturas murales de la Sala Capitular, mostrando un gran parecido con un pergamino iluminado de la Biblia de Winchester.
Algunas de las más de sesenta recreaciones realizadas por Miguel Ángel Pascual Ariste, de lo que pudieron ser las pinturas de la Sala Capitular, cuyos colores actualmente se desconocen.
En los intradoses de las columnas y arcos, estaba representada la Genealogía de Jesucristo según San Mateo y San Lucas.
Única y original es la representación de los padres con los hijos. Entre los nombres de ambos se intercala el término o abreviatura “autemgenuit” (engendró), de acuerdo con el pasaje del Evangelio de Mateo.
Parte de estas pinturas se descubrieron en Agosto de 1881, por el insigne aragonés D. Mariano Pano, tras una capa de yeso de un centímetro de espesor que las ocultaban.
Al principio, estas pinturas, no recibieron la atención de los investigadores, porque las consideraron obra de un mal artista gótico, al fechar su realización en la segunda mitad del siglo XIV, ciento cincuenta años después de la fecha real de su ejecución. Asombró su insólita elaboración, inédita en España, además de su ornamento sobrecargado con plantas y animales, que no se empleaba en la pintura mural, sorprendiendo a los investigadores el acentuado naturalismo de los personajes, con unos rostros donde luces y sombras realzaban su apariencia volumétrica y vestidos con unos anchos ropajes de profundos pliegues, que les dotaban de un sentido corpóreo ciertamente anómalo en el románico de aquella época.
Rara representación de un drakkar vikingo, extraña en la Corona de Aragón, que avala la teoría de que el artista era un inglés, antiguo iluminador de la Biblia de Winchester, según se narra en la novela: “Un vikingo en la Corona de Aragón”.
Figura de una fiera en una de las veinte enjutas triangulares de los arcos. Mas información en: www.villanuevadesigena.com www.villanuevadesigena.com
LAS PAREDES DE SIGENA LANZAN A ARAGÓN UN RETO EXIJAMOS CON FIRMEZA QUE NOS DEVUELVAN LO NUESTRO