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CÁNTiCO DE JUDiT (Jdt 16,1-2.13-15). Este cántico de alabanza se atribuye a Judit, una heroína que fue el orgullo de todas las mujeres de Israel, porque le tocó manifestar el poder liberador de Dios en un momento dramático de la vida de su pueblo.
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CÁNTiCO DE JUDiT (Jdt 16,1-2.13-15)
Este cántico de alabanza se atribuye a Judit, una heroína que fue el orgullo de todas las mujeres de Israel, porque le tocó manifestar el poder liberador de Dios en un momento dramático de la vida de su pueblo. + Se trata de una victoria conseguida por los israelitas de un modo muy sorprendente, por obra de Dios, que intervino para evitarles una derrota inminente y total.
El autor sagrado reconstruye ese evento varios siglos después, para dar a sus hermanos y hermanas en la fe, que sentían la tentación del desaliento en una situación difícil, un ejemplo que los animara. En general Holofernes, enviado por Nabucodonosor, en sus pretensiones de doblegar y aniquilar al pueblo de Israel, fue advertido por el pueblo de que atacar a Israel equivalía a atacar al mismo Dios. + En el fondo, el autor sagrado quiere fortalecer en la fidelidad al Dios de la alianza a los creyentes de su tiempo: hay que confiar en Dios. El auténtico enemigo que Israel debe temer no son los poderosos de esta tierra, sino la infidelidad al Señor. Esta lo priva de la protección de Dios y lo hace vulnerable. En cambio, el pueblo, cuando es fiel, puede contar con el poder mismo de Dios, «admirable en su fuerza, invencible» (v. 13).
La obra de Dios resulta tanto más luminosa cuanto que no recurre a un guerrero o a un ejército. Ahora se sirve de una mujer inerme para salir en auxilio de su pueblo en dificultad. Judit, con la fuerza de su fe, se aventura a ir al campamento enemigo, deslumbra con su belleza al caudillo y lo elimina de forma humillante. El cántico subraya fuertemente este dato: «El Señor omnipotente por mano de mujer los anuló. Que no fue derribado su caudillo por jóvenes guerreros, ni le hirieron hijos de titanes, ni altivos gigantes le vencieron; le subyugó Judit con sólo la hermosura de su rostro» (Jdt 16,5-6). + La figura de Judit se convertirá luego en arquetipo que permitirá, no sólo a la tradición judía, sino también a la cristiana, poner de relieve la predilección de Dios por lo que se considera frágil y débil, pero que precisamente por eso es elegido para manifestar la potencia divina.
El cántico de Judit, partiendo de la experiencia de la victoria, concluye con una invitación a elevar a Dios un cantar nuevo, reconociéndolo «grande y glorioso». + ¿Quién puede resistir a la voz de Dios? Judit lo recuerda con gran énfasis: «frente al Creador y Señor de la historia, los montes, desde sus cimientos, serán sacudidos; las rocas se fundirán como cera» (cf. Jdt 16,15). + Son metáforas eficaces para recordar que todo es «nada» frente al poder de Dios. Y, sin embargo, este cántico de victoria no quiere infundir temor, sino consolar. + En efecto, Dios utiliza su poder invencible para sostener a sus fieles: «Con aquellos que te temen te muestras tú siempre propicio» (Jdt 16,15).
¡Alabad a mi Dios con tambores, elevad cantos al Señor con cítaras, ofrecedle los acordes de un salmo de alabanza, ensalzad e invocad su nombre! Porque el Señor es un Dios quebrantador de guerras, su nombre es el Señor.
Cantaré a mi Dios un cántico nuevo: Señor, tú eres grande y glorioso, admirable en tu fuerza, invencible.
Que te sirva toda la creación, porque tú lo mandaste, y existió; enviaste tu aliento, y la construiste, nada puede resistir a tu voz.
Sacudirán las olas los cimientos de los montes, las peñas en tu presencia se derretirán como cera, pero tú serás propicio a tus fieles.
¿Cómo no cantar alborozadamente al Dios que salva? Así lo hizo Judit. Así se comportó también María cuando engrandeció al que «desplegó la fuerza de su brazo».
Del mismo modo actúa la Iglesia liberada de los peligros acechantes por la mano fuerte y el brazo extendido de Dios. Ni al apóstol ni al cristiano les está permitido desfallecer: la fuerza de Dios se manifiesta en la flaqueza humana.
ORACIÓN Como en los tiempos antiguos, también ahora vienes a nuestra tierra, porque Tú, Señor, no aguantas el sufrimiento de tu Pueblo y la arrogancia del opresor; te alabamos porque tu Espíritu te abre un camino victorioso en la historia.