1.13k likes | 3.55k Views
La doctrina del pecado . EL ORIGEN DEL PECADO DIOS NO PUEDE SER CONSIDERADO COMO EL AUTOR DEL PECADO . “ Hamartiología” viene de la voz griega ” hamartia” que quiere decir pecado y logos que significa palabra o discurso. La Harmatiología es literalmente un discurso o estudio del pecado.
E N D
EL ORIGEN DEL PECADODIOS NO PUEDE SER CONSIDERADO COMO EL AUTOR DEL PECADO. “Hamartiología” viene de la voz griega ” hamartia” que quiere decir pecado y logos que significa palabra o discurso. La Harmatiología es literalmente un discurso o estudio del pecado. Es verdad que el decreto eterno de Dios hizo segura la entrada del pecado en el mundo, pero esto no debe interpretarse de manera que Dios resulte la causa del pecado en el sentido de ser su autor responsable. Esta idea está excluida de la Biblia con toda claridaden los siguientes textos:
“Lejos esté de Dios la impiedad, y del Omnipotente la iniquidad”, Job 34: 10. «El es el Dios Santo», Isa. 6: 3, y no hay en El absolutamente ninguna injusticia, Deut. 32: 4; Sal 92: 16. Dios no puede ser tentado por el mal, ni El tienta al hombre, Sant. 1: 13. Cuando El creó al hombre lo creó bueno y a su imagen. Gén.1:27,31.
Verdaderamente Dios odia al pecado. Deut. 25: 16; Sal 5: 4; 11: 5; Zac. 8: 17; Luc. 16: 15, Yproveyó en Cristo la libertad del hombre de debajo del pecado. Juan 3:16. A la luz de todo esto seríamos blasfemos si dijéramos que Dios es el autor del pecado. Y por esa misma razón tienen que ser rechazadas todas aquellas ideas deterministas que presentan al pecado como una necesidad inherente en la naturaleza íntima del hombre. • Tales ideas, por implicación, hacen a Dios el autor del pecado, y son contrarias, no solamente a la Escritura, sino también a la voz de la conciencia que da testimonio de la responsabilidad del hombre.
Culpar a Dios por el pecado sería blasfemar en contra del carácter de Dios, conforme lo confirman los siguientes textos: «Sus obras son perfectas, y todos sus caminos son justos» Dt. 32:4. Abraham pregunta con verdad en sus palabras: «El Juez de toda la tierra, ¿no hará justicia?» Gen 18:25. Y Eliú dice: «¡Es inconcebible que Dios haga lo malo, que el Todopoderoso cometa injusticia!» Job 34:10. De hecho, es incluso imposible que Dios desee hacer el mal, «porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tampoco tienta él a nadie» Sant. 1:13.
Pero, por otro lado, nos debemos guardar del error opuesto: sería erróneo que dijéramos que hay un poder malo que existe eternamente en el universo similar o igual al poder de Dios. Decir eso sería afirmar lo que es conocido como el «dualismo » en el universo, es decir, la existencia de dos poderes igualmente supremos, uno bueno y el otro malo.
Tampoco debemos pensar que el pecado sorprendió a Dios ni que es un reto ni que supera su omnipotencia o su control providencial sobre el universo. Por tanto, aunque nunca debemos decir que Dios mismo pecó ni que él es el culpable del pecado, debemos también afirmar que el Dios «que hace todas las cosas conforme al designio de su voluntad» (Efe. 1: 11), el Dios que «hace lo que quiere con los poderes celestiales y con los pueblos de la tierra [y] no hay quien se oponga a su poder ni quien le pida cuentas de sus actos» (Dan. 4:35). Dios permitió que el pecado entrara en el mundo, aunque no se deleita en ello, permitió que entrara por medio de las DECISIONES VOLUNTARIAS DE CRIATURAS MORALES.
EL PECADO TUVO SU ORIGEN EN EL CIELO La Biblia nos enseña que para hallar el origen del pecado debemos ir más allá de la caída del hombre descrita en Gen 3, y poner atención a algo que aconteció en el cielo en entre los ángeles. Dios creó un ejército numeroso de ángeles, y todos eran buenos igual que el hombre al salir de la mano de su Hacedor, Gen 1: 31. Pero ocurrió una caída en el mundo angelical en la que la tercera parte de ángeles se separaron de Dios. El tiempo exacto de esta caída no se conoce, pero en Juan 8: 44 Jesús habla del diablo declarándolo «homicida desde el principio», y Juan dice en I Juan 3: 8 que «el diablo peca desde el principio».
Muy poco se dice acerca del pecado que ocasionó la caída de este ser que aquí se le llama diablo, y de todos los demás ángeles que se le unieron después. De las advertencias de Pablo a Timoteo para que ningún neófito sea colocado como obispo de la iglesia, “para que no se hinche y caiga en la condenación del diablo”, I Tim. 3: 6, tenemos que concluir que, con toda seguridad, el pecado que hizo caer a este ángel, y convertirse en diablo fue el del orgullo, el de aspirar a ser igual a Dios en poder y autoridad, ya que él decía: «sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo» (Isaías 14:14). Esta idea tiene su corroboración en Judas 6; en donde se dice que los ángeles caídos “no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada”. No estuvieron satisfechos con su porción, con el gobierno y el poder que se les confió. Si el deseo de ser iguales a Dios fue su tentación peculiar, esto podría explicar también por qué tentaron al hombre sobre ese punto particular.
ORIGEN DEL PECADO EN EL HOMBRE: Hemos visto que antes de la desobediencia de Adán y Eva, el pecado ya estaba presente entre los ángeles con la Caída de Satanás y la tercera parte de los ángeles: Pero con respecto a la raza humana, el primer pecado fue el de Adán y Eva en el huerto del Edén mencionado en (Gen. 3:1-19). El que ellos comieran del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal es en muchos sentidos típico del pecado en general. Primero. El pecado ataca la base del conocimiento, porque da una respuesta diferente a la pregunta, «¿Qué es verdad»?. Mientras que Dios había dicho que Adán y Eva «moriríansi comían del fruto del árbol» (Gen. 2: 17), la serpiente dijo: «¡No es cierto, no van a morir!» (Gen. 3:4). Eva decidió dudar de la veracidad de la palabra de Dios y llevó a cabo un experimento para comprobar si Dios les había dicho la verdad.
Segundo.El pecado ataca la base de las normas morales porque da una respuesta diferente a la pregunta «¿Qué es lo bueno?» Dios había dicho que era moralmente correcto para Adán y Eva no comer del fruto de aquel árbol (Gen. 2:17). Pero la serpiente sugirió que estaría bien el comer, y que al hacerlo Adán y Eva llegarían «a ser como Dios» (Gen. 3:5). Eva confió en su propia evaluación de lo que era recto y de lo que sería bueno para ella, en vez de permitir que la palabra de Dios definiera lo que era bueno o malo. «Vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen aspecto y era deseable para adquirir sabiduría, así que tomó de su fruto y comió» (Gen. 3:6). Tercero. Su pecado dio una respuesta diferente a la pregunta «¿Quién soy yo?» La respuesta correcta era que Adán y Eva eran criaturas de Dios, dependientes de él y subordinadas a él como Creador y Señor. Pero Eva, y luego Adán, sucumbieron a la tentación de ser «como Dios» (Gen. 3:5), con lo que intentaron ponerse en el lugar de Dios, como lo habían hechos el Diablo y sus ángeles en el cielo.
LA DOCTRINA DEL PECADO HEREDADO ¿Cómo nos afecta el pecado de Adán? Las Escrituras nos enseñan que heredamos el pecado de Adán en dos formas. 1. Heredamos la culpa: Somos declarados culpables a causa del pecado de Adán. Pablo explica los efectos del pecado de Adán de la siguiente manera: «Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron» (Ro 5: 12). El contexto nos dice que Pablo no está hablando de los pecados que las personas cometen cada día, porque todo el texto de (Ro 5:12-21) está haciendo una comparación entre Adán y Cristo. Pablo nos está diciendo que por medio del pecado de Adán la muerte se extendió a todos los hombres «pues todos pecaron». La idea de que «todos pecaron» significa que Dios piensa de nosotros como que todos pecamos cuando Adán desobedeció, queda aun más recalcado en los dos siguientes versículos, donde Pablo dice:
«Antes de promulgarse la ley (por escrito en el Sinaí), ya existía el pecado en el mundo. Es cierto que el pecado no se toma en cuenta cuando no hay ley; sin embargo, desde Adán hasta Moisés la muerte reinó, incluso sobre los que no pecaron quebrantando un mandato, como lo hizo Adán, quien es figura de aquel que había de venir». (Ro 5:13-14) No olvidemos que «Como ser moral, el hombre tenía la ley de Dios escrita en su conciencia» Lea Rom.2:14,15.(Extraido del C.B.A). Todos estaban obligados a obedecer la ley hasta donde les había sido revelada. Pablo nos está diciendo aquí que desde el tiempo de Adán asta el tiempo de Moisés, las personas no tenían la ley de Dios escrita. Pablo trata de demostrar que además de la culpabilidad individual por los pecados personales, hay algo más en acción: el resultado y el efecto de la caída de Adán. Todos sus descendientes comparten los efectos de esa caída, porque la muerte y la tendencia al pecado son males que se heredan.
La idea de que Dios nos consideró culpables debido al pecado de Adán se sigue reafirmando aun más en Romanos 5:18-19: • «Así como una sola transgresión causó la condenación de todos, también un solo acto de justicia produjo la justificación que da vida a todos. 19 Porque así como por la desobediencia de uno solo muchos fueron constituidos pecadores, también por la obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos». Pablo está diciendo aquí explícitamente que por medio de la transgresión de un solo hombre «muchos fueron constituidos pecadores». O sea que, cuando Adán pecó, Dios consideró pecadores a todos los descendientes de Adán. Aunque nosotros todavía no existíamos, Dios, mirando al futuro y sabiendo que existiríamos, empezó a considerarnos culpables como Adán. Esto es también coherente con la declaración de Pablo de que «cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros» (Ro 5:8). Por supuesto que nosotros no existíamos cuando Cristo murió; pero, no obstante, Dios nos consideró pecadores que necesitábamos salvación.
La conclusión que podemos sacar de estos versículos es que todos los miembros de la raza humana estaban representados por Adán en el momento de su prueba en el huerto del Edén. Como nuestro representante, Adán pecó, Dios nos consideró a nosotros culpables como también a Adán. • (Un término técnico que se usa a veces en este contexto es imputar, que significa «atribuir a otro una culpa, delito o acción reprobable».) Dios consideró que la culpa de Adán nos correspondía a nosotros, y puesto que Dios es el Juez supremo de todas las cosas en el universo, y dado que sus pensamientos son siempre correctos, la culpa es nuestra también. Dios correctamente nos imputó la culpa de Adán. • Nosotros como descendientes de adán, nacemos con la tendencia a pecar. A esto es a lo se le ha llamado pecado «original» en el sentido de que procede de Adán, y es también original en que lo tenemos desde el comienzo de nuestra existencia como personas, pero es con todo del pecado nuestro, no del pecado de Adán, de lo que se habla. Cuando nos enfrentamos por primera vez a la idea de que se nos considera culpables por causa del pecado de Adán, nuestra tendencia es a protestar porque nos parece injusto. En realidad no decidimos pecar, ¿no es cierto? ¿Cómo entonces se nos puede considerar culpables? ¿Es justo que Dios así actúe? Podemos decir dosscosas para responder a esta inquietud:
1). Todo el que protesta diciendo que esto es injusto olvida que él también ha cometido voluntariamente muchos pecados por los cuales Dios también lo considera culpable. Estos constituirán la base sobre la que se nos juzgará en el día final, porque Dios «pagará a cada uno según sus obras» (Rom. 2:6), y «el que hace el mal pagará por su propia maldad» (Col. 3:25). 2). La respuesta más persuasiva a esta objeción es señalar que si pensamos que es injusto estar representados por Adán, debiéramos también protestar que es injusto estar representados por Cristo y que Dios anote a nuestro favor su justicia. Porque el procedimiento que Dios usó fue el mismo, y eso es exactamente lo que Pablo está diciendo en Romanos 5: 12-21: Que consideramos anteriormente. «Porque así como por la desobediencia de uno solo muchos fueron constituidos pecadores, también por la obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos» (Ro 5:19).
Adán nuestro primer representante, pecó, y Dios nos consideró a nosotros culpables. Pero Cristo, el representante de todos los que creen en él, obedeció a Dios perfectamente, y Dios nos considera justos. Esta es sencillamente la manera en que Dios estableció que funcionara la raza humana. Dios considera a la raza humana como un todo orgánico, representada por Adán como su cabeza. Y Dios también tiene a la nueva raza de cristianos, a los que son redimidos por Cristo, como un todo orgánico, una unidad representada por Cristo como cabeza de su pueblo.
Hasta aquí hemos aprendido que como descendientes de Adán, la culpa de él nos afectó a nosotros, y que la única manera de despojarnos de esa culpabilidad es nacer nuevamente pero por la fe en Cristo Jesús. De ahí la importancia de que tu le entregues tu vida a Cristo como tu Salvador. En la segunda parte de este tema estudiaremos de que otra forma nos afecta el pecado de Adán. Que Dios te bendiga es mi deseo y oración. Amen.
En el tema anterior se nos hacía la pregunta: ¿Cómo nos afecta el pecado de Adán? Las Escrituras nos enseñan que heredamos el pecado de Adán en dos formas. 1. Heredamos la culpa. y 2. Corrupción heredada En esta segunda parte estudiaremos la Corrupción heredada.Para lo cual les pido me acompañen para que juntos hagamos esta investigación en la Palabra de Dios, la Biblia.