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LA ORACION POR LAS VOCACIONES. ORACION. Toda Pastoral Vocacional se apoya en. CATEQUESIS. TESTIMONIO. Jesús, con su ejemplo y exhortación, inculcó la oración por las vocaciones, aunque la Iglesia no siempre supo prestarle la atención debida.
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LA ORACION POR LAS VOCACIONES
ORACION Toda Pastoral Vocacional se apoya en CATEQUESIS TESTIMONIO
Jesús, con su ejemplo y exhortación, inculcó la oración por las vocaciones, aunque la Iglesia no siempre supo prestarle la atención debida.
La oración por las vocaciones tiende a pedir el don de la llamada de Dios para los elegidos a las vocaciones sacerdotales y religiosas; pero también se pide por los laicos para que sean testigos del Señor.
Veamos un texto: “Jesús recorría todos los pueblos y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando la buena noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la gente sintió compasión de ellos, porque estaban cansados y abatidos como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: La mies es abundante, pero los obreros son pocos. Rogad por tanto al dueño de la mies para que envíe obreros a su mies” (Mt, 9. 35-38) El texto manifiesta la compasión del Padre por el pueblo cansado y oprimidos. Dios desea salvar a todos los hombre y esto implica la necesidad de operarios, por tal motivo nos exhorta a orar.
El Reino está en el centro de todo. El Reino es obra del Padre que ha enviado a su Hijo. El Reino está en el origen de la elección, la llamada y la misión de los continuadores de la de Jesús. ORA - LLAMA - ENVIA
LOS PRIMEROS SIGLOS DE LA IGLESIA
En la Iglesia apostólica se tiene presente el vínculo entre oración y misión. Cuando ven quién va a ocupar el puesto de Judas, Pedro ora –en en nombre de la comunidad- para que sea Dios el que lo elija: “Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, señala a cuál de los dos has elegido para ocupar, en este ministerio apostólico, el puesto del que se apartó Judas para irse al lugar que le correspondía” (Hch 1, 24-25) En las elecciones de la Iglesia actúan juntos el Espíritu Santo y los pastores que ha suscitado. “Un día, mientras celebraban la liturgia del Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: Separadme a Bernabé y Saulo para la misión que les he encomendado. Entonces, después de ayunar y orar, les impusieron las manos y los despidieron”. Hch. 13,2-3)
La Iglesia primitiva siente que la oración ocupa un lugar vital en la misión de los apóstoles. En la carta a los Colosenses San Pablo dice lo siguiente: “Perseverad en la oración con espíritu constante y agradecido. Oren también por mí, a fin de que el Señor me facilite la tarea de anunciar el misterio de Cristo, por el cual estoy encadenado, y pueda darlo a conocer con las palabras oportunas” (Col. 4,2-4) Es una oración que tiene como objetivo el Reino, una oración que no es un simple soporte externo, sino que forma parte del tejido vital de la vocación apostólica.
Los santos Padres comentan los textos de Mateo y Lucas que hacen referencia a que la mies es mucha y los trabajadores pocos. Sin embargo, acentúan más como Dios salva a su pueblo, a pesar de la escasez de los obreros. Aunque si hay comentarios que invitan a la oración, no todos insisten en ésta, y poco a poco se va olvidando esta petición. “Es preciso orar al dueño de la mies para que mande el mayor número de obreros a su mies, y es preciso decir que hay que orar para que Dios conceda segadores abundantes para recoger el don del Espíritu Santo que ya ha sido preparado. Pues ese don se nos concede precisamente a través de la oración y de la petición” (San Hilario)
La oración por las vocaciones en la Iglesia de los últimos siglos
En 1990 el Papa Juan Pablo II beatificó a Annibale Maria di Francia, que en el siglo XIX retomó y llegó a popularizar la oración por las vocaciones. El padre Annibale redactó distintas oraciones vocacionales. Este movimiento espiritual contó con un claro apoyo de Benedicto XV. Anticipándose a su tiempo, la oración por los trabajadores de la mies fue para el padre Annibale el fundamento de la actividad pastoral a favor de las vocaciones. Estaba convencido de que esta oración llegaría a ser universal y diaria en la Iglesia y trataba de que los laicos también se implicaran porque también ellos se comprometen en la oración y son llamados, en cuanto laicos, a ser buenos obreros en el campo del Señor.
El 2 de abril de 1960, la sagrada Congregación de seminarios y universidades presentó a la Congregación de ritos tres esquemas de misas para incrementar la obra de las vocaciones sacerdotales. La Congregación de ritos aprobó dos: Ad petendas vocationes ecclesiasticas y Pro vocationibus ecclesiasticis servandis mediante un decreto publicado el 1 de julio de 1961. Con la renovación litúrgica que siguió al Vaticano II, entre las misas Pro variis necessitatibus encontraron sitio cuatro misas relacionadas directa o indirectamente con el Rogate: Por las vocaciones sacerdotales; Por las vocaciones a la vida religiosa; Por los laicos y Por la evangelización de los pueblos. El mayor impulso a la oración por las vocaciones fue la institución de la Jornada mundial de oración por las vocaciones por Pablo VI el 23 de enero de 1964.
Con ocasión a la Jornada de oración, el Magisterio de la Iglesia define claramente el papel de la oración en el tema de las vocaciones: • Es necesaria en la pastoral vocacional. • Es eficaz pues se funda en la palabra de Cristo y responde a una necesidad esencial de la Iglesia. • Es un compromiso de toda la Iglesia pues su futuro depende de las vocaciones. • Todas las formas de oración pueden ser vocacionales. Los intereses vocacionales son muy amplios: nacimiento y desarrollo de muchas vocaciones, multiplicidad de ministerios y carismas; fidelidad y perseverancia de los llamados; fecundidad de su servicio … • Siempre debemos de orar.
¿Cómo debe ser la oración vocacional?
“Os aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, e incluso otras mayores, porque yo me voy al Padre. En efecto, cualquier cosa que pidan en mi nombre, os la concederé, para que el Padre sea glorificado en el Hijo” Jn 14, 12-14 Orar en nombre de Jesús significa orar unidos a su persona, insertos en su proyecto, implicados en la obra que le ha encomendado su Padre, o sea, la gloria del Padre a través de la salvación de todas las personas.
Aprender a orar significa descubrir que nuestro bien como criaturas está en introducirnos en la voluntad de Dios, glorificar su nombre en el cielo como en la tierra, suspirar por la venida de su Reino. Cuando oréis, decid: “Padre nuestro, que estás en el cielo …” Jesús ora por los 12 y de manera especial por Pedro. Tiene conciencia de que así como El ha sido enviado por el Padre para proclamar el Reino, también ellos son enviados en su nombre. “Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad. No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Jn 17-18,20.
El que Jesús ore y nos invite a orar por sus “operarios”, nos muestra, su voluntad de implicarnos responsablemente en el plan de nuestra salvación. Somos llamados a tomar conciencia de nuestra pobreza –ovejas sin pastor-, a sentir la necesidad de tener buenos trabajadores y de pedirlos, a comprometernos y a convertirnos en agentes de salvación. Cuado la comunidad hace una auténtica oración vocacional, la comunidad misma se abre para descubrir la invitación que Dios les hace para trabajar en su campo. Cuando pedimos que haya muchos y muy santos sacerdotes, pedimos al mismo tiempo para que descubramos nuestra propia vocación y sus exigencias y pedimos el don de la fidelidad a ésta.
La Pastoral Vocacional tiene tres pilares: la oración, la catequesis y el testimonio. Es importante buscar acompañar unas con otras. Que la oración vaya unida a la catequesis y que la catequesis se una con la oración. Es conveniente que esta catequesis brote naturalmente de la escucha de la palabra de Dios. Respecto a esto nos dice el Magisterio: La verdadera oración es escucha de la palabra de Dios, que no solo crea al hombre, sino que le revela la realidad de su ser y la identidad de su proyecto de vida persona e irrepetible, y le llama a colaborar en la misión de Jesús, Salvador del mundo. La oración por las vocaciones que hacen los jóvenes, deberá convertirse luego en diálogo con Dios, el cual los conducirá poco a poco hacia su proyecto de vida. La Iglesia mira en María el modelo de oración y respuesta vocacional.