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La palabra misericordia viene de la unión de otras dos palabras miseria y corazón, es decir que tenemos que tener corazón ante las miserias humanas. Jesús necesita manifestar su amor a través de nuestras obras de misericordia. Vamos a ver a cuales nos llama el Señor.
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La palabra misericordia viene de la unión de otras dos palabras miseria y corazón, es decir que tenemos que tener corazón ante las miserias humanas. Jesús necesita manifestar su amor a través de nuestras obras de misericordia. Vamos a ver a cuales nos llama el Señor.
1. Enseñar al que no sabe. 2. Dar buen consejo al que lo necesita. 3. Corregir al que se equivoca. 4. Perdonar al que nos ofende. 5. Consolar a los afligidos. 6. Tolerar con paciencia los defectos del prójimo. 7. Rogar a Dios por los vivos y difuntos.
Para aconsejar es necesario tener sabiduría para comprender y respetar porque Dios tiene un tiempo para cada uno. Por ello, tenemos que enseñar con humildad y paciencia.
Podemos enseñar con la palabra, el ejemplo, en silencio, con obras, pero no esperemos a ser ángeles para evangelizar, porque el único ejemplo verdadero es Jesús y el que cumple la Palabra de Dios dicha por quien sea, ese es un hombre sabio.
La corrección debe ser fruto del Espíritu Santo, por consiguiente, humilde. Pero no se debe dejar pasar por alto, lo exige una misericordia bien comprendida.
Jesús nos enseña a perdonar siempre y en la oración que nos enseñó, dice que Dios nos perdonará “…así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, ni más ni menos.
Existe el consuelo espiritual, pero, nosotros también lo podemos hacer. No se trata de decir: no llores, porque uno necesita desahogar su dolor sino de buscar palabras que suavicen las heridas o simplemente acompañar en silencio.
Tratemos de tolerar con paciencia los defectos de los demás como Dios tolera los nuestros. Tengamos paciencia sobre todo con las personas que no pueden ser mejor de lo que son y con las limitaciones de los enfermos, ancianos y niños.
Puesto que somos una familia en Cristo Jesús conviene que oremos por quienes el Espíritu nos inspire, especialmente por los que más necesiten de oración y por las almas del purgatorio.
1. Dar de comer al hambriento. 2. Dar de beber al sediento. 3. Vestir al desnudo. 4. Dar posada al peregrino. 5. Visitar a los enfermos. 6. Visitar a los presos. 7. Sepultar a los muertos.
La comida es esencial para la supervivencia humana. En esta obra, la misericordia se manifiesta no solo en el alimento corporal dado al que lo necesita sino al alimento espiritual como Jesús mismo dijo: "No solo de pan vive el hombre".
Se trata de la sed corporal, y de la sed de Dios que muchos tienen pero que no encuentran quien le encienda la fe, porque no saben buscar, no saben a quien recurrir.
La misericordia nos llama a salir al encuentro de esa necesidad, desprendiéndonos de la ropa que duermen en los armarios. Vestir también es dar abrigo emocional a quien lo necesita.
Existen muchos inmigrantes que esperan nuestra ayuda para poder vivir dignamente junto a su familia. Recordemos que esos hermanos desposeídos son Sagrarios del Espíritu Santo y merecen al menos una Tienda de encuentro con el amor Divino.
Nuestros hospitales están llenos de enfermos olvidados por sus familiares, o bien, personas que por la lejanía con el centro hospitalario, no reciben visita alguna. Es bueno dar dinero para los necesitados, pero que bueno es darnos nosotros mismos.
Hay también muchas personas que están enfermas interiormente porque han alimentado actitudes malas y se han enfermado espiritualmente, esta enfermedad los aprisiona y necesitan conocer el amor de Jesús para que la verdad los haga libres.
Dar cristiana sepultura a nuestros difuntos es muestra de respeto y de cariño, y visitar sus restos mortales que fueron Templo del Espíritu Santo es una manera de recordarlos hasta que nuestras almas vuelvan a encontrase.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver”.
Los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?". Y el Rey les responderá:
"Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo". Mt 25, 34-40 Palabra de Dios Gloria a Ti Señor Jesús
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