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Finalizada la aventura musical de Héroes del Silencio, premiada con un importante éxito internacional y notables ventas, su vocalista, Enrique Bunbury, decidió tomarse un año sabático. Sus últimos conciertos con la banda no le habían resultado muy gratificantes y durante la estancia americana tuvo tiempo de pensar sobre su futuro. Tanto en las navidades de 1995, cuando estuvo en Guatemala, como en la posterior gira por el nuevo continente en la primavera de 1996, fraguó la idea de lanzar un proyecto diferente. La estancia en Marruecos en abril de 1997 fue decisiva, por lo que supuso de nuevas experiencias e influencias musicales.
El trabajo completo se editó finalmente presidido por una cita del poeta Miguel Hernández: "sólo soy yo cuando estoy solo" y con la confesión del propio autor de que la canción "Servidor de nadie" era la que mejor definía su debut en solitario. El álbum, cargado de aires electrónicos, sonidos étnicos del Magreb, textos muy directos y una estética muy alejada del barroquismo de su anterior grupo, fue producido por Phil Manzanera, que realizó un trabajo muy limpio con ayuda de músicos tan virtuosos como el guitarrista Alan Boguslavsky, el teclista Copy, Morán al bajo y Gacías en la batería. Temas como "Salomé", "Encadenados" o "Polen" sonaron insistentemente durante 1998 en las emisoras españolas.