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El Sembrador (Marcos 4:1-9; 14-20)
Dios nos ha bendecido por medio de Jesucristo de un modo tal que supera nuestra imaginación. Gracias a nuestro Salvador hemos recibido gratuitamente vida, perdón y salvación eterna. Por lo tanto, ¿por qué no creen todos? Si existe la posibilidad de rechazar las bendiciones de Dios, ¿podría suceder que nosotros perdamos la fe? Estas son las preguntas planteadas por Jesús y respondidas por el mismo, en la parábola del sembrador.
¿Por qué hay personas que no creen en Cristo? ¿Cuál es su opinión? • ¿Cuál es la diferencia entre los cristianos y los que no lo son? Definición: Cristiano - adj. Perteneciente o relativo a la religión de Cristo; Que profesa la fe de Cristo.
Esta parábola se encuentra en los primeros tres evangelios. Todos estos relatos presentan no solo la parábola sino una explicación directa de su significado. Esta explicación fue pedida por los discipulos. Como respuesta, Jesús les enseño no solo acerca de esta parábola, sino también respecto de la naturaleza de todas sus parábolas.
Marcos 4:1-9, 14 Y otra vez comenzó a enseñar junto al mar, y una gran multitud se reunió alrededor de Él; tanto que entró en una barca, y se sentó en ella en el mar, y toda la multitud estaba en tierra junto al mar. Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina: Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar; y aconteció que al sembrar, una parte cayó junto al camino; y vinieron las aves del cielo y la devoraron. Y otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y enseguida brotó, porque no tenía profundidad de tierra; pero cuando salió el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y otra parte cayó entre espinos; y crecieron los espinos y la ahogaron, y no dio fruto. Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto que brotó y creció; y produjo, una a treinta, otra a sesenta, y otra a ciento por uno. Y les dijo: El que tiene oídos para oír, oiga. El sembrador es el que siembra la palabra.
Esta parábola utiliza la figura de un sembrador para impartirnos una enseñanza. ¿Qué representan el sembrador, la semilla y el suelo? • El sembrador siembra la Palabra de Dios. Este sembrador representa a cualquiera que comparte la Palabra de Dios con otros. Al fin y al cabo, esa Palabra proviene de Dios mismo, pero sus hijos también siembran su Palabra. • La simiente es la Palabra de Dios, el evangelio de salvación por Jesucristo. • Las personas son el suelo que recibe la semilla de la Palabra.
Mateo 4:15-20 Y éstos son los de junto al camino; en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que fue sembrada en sus corazones. Y de igual modo, éstos son los que son sembrados en pedregales; quienes habiendo oído la palabra, al momento la reciben con gozo; pero no tienen raíz en sí, sino que duran poco tiempo; pero luego, cuando viene la aflicción o la persecución por causa de la palabra, enseguida se escandalizan. Y éstos son los que fueron sembrados entre espinos; los que oyen la palabra, pero los afanes de este mundo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra; los que oyen la palabra y la reciben, y llevan fruto, uno a treinta, otro a sesenta, y otro a ciento por uno.
Algunas semillas caen sobre el “camino”. ¿A quién representan el camino? ¿Qué sucede cuando estas personas oyen la Palabra? En la parábola, el “camino” es el suelo duro que la semilla no puede penetrar. Al quedar la semilla sobre la superficie, vienen las aves a comerla. El camino representa a los hombres que oyen la Palabra, pero esta es escamoteada inmediatamente por Satanás. Estos oyeron, pero no prestaron atención a la Palabra de Dios. Entra por un oído y sale por el otro.
Algunas semillas caen en “terreno pedregoso”. ¿Qué sucede con los granos plantados allí? ¿Qué simbolizan los lugares pedregosos? El grano que cae en “terreno pedregoso” comienza a brotar en suelo superficial, pero cuando el sol alcanza estas plantas, se marchitan porque carecen de raíces. Los hombres son como los terrenos pedregosos cuando reciben la Palabra con alegría, pero no tienen profundidad de fe. A causa de esto, su fe desaparece tan pronto como surge un problema.
La tercera clase está plagada de espinos. ¿Qué sucede al caer la simiente en ese lugar? ¿En qué se asemejan algunas personas al suelo lleno de espinos? Cuando la semilla cae entre espinos, crece, pero los espinos crecen también. Al poco tiempo, estos ahogan las plantas productivas. Si bien las plantas no carecen de lozanía, sin embargo no espigan ni echan granos y no se obtiene cosecha de ellas. Los hombres son como el terreno espinoso cuando oyen la Palabra pero permiten que las preocupaciones de esta vida los distraigan. Aún tienen fe (al menos por un tiempo), pero nada hacen para ayudar a otros, o servir a Dios.
La última clase de suelo es el terreno bueno. ¿Qué sucede cuando la semilla cae allí? ¿Qué clase de personas describe esto? Cuando la semilla es sembrada en terreno bueno, crece y produce una cosecha muy rendidora. Los hombres son como el buen terreno cuando oyen la Palabra de Dios, la aceptan y permiten que él, por medio de la fe, transforme sus vidas. Dios obra cosas maravillosas en las vidas de su pueblo, cuando no lo hacemos a un lado.
En su opinión, ¿porque el sembrador de esta parábola no se limita a sembrar solo en terreno bueno? ¿Qué nos dice esto acerca del plan de Dios respecto de nosotros? El sembrador esparce generosamente su semilla sobre toda clase de terreno. En tanto puede parecer necio esparcir la semilla sobre el camino, en suelo pedregoso, o entre espinos, el sembrador lo hace sin embargo en la esperanza de una cosecha rendidora. No se siente defraudado. La cosecha, producto del buen terreno, hace que sus esfuerzos valgan la pena. Tal vez se encuentren manchones pequeños de terreno bueno en medio de las otras clases de terreno. Esta imagen nos muestra como Dios obra con nosotros. No es que ofrece su Palabra y su salvación a cierta clase de persona. Dios quiere que todos sean salvos, y así su evangelio es proclamado a todos, incluso a los que puedan no creer.
Esta parábola tiene que ver con diferentes clases de personas. Es también una descripción de cada uno de nosotros. ¿En qué ocasiones comos semejantes al camino? Hubo momentos en el pasado en que éramos como el camino, oíamos la Palabra pero no la recibíamos. Triste es decirlo, pero puede que aún actuemos de ese modo, a veces. Escogemos ignorar la Palabra de Dios y de esta forma nos perdemos sus bendiciones. ¡Demos gracias a Dios que él no nos deja librados a nuestra suerte!
También somos como el terreno pedregoso. Es necesario que profundicemos en nuestra vida espiritual. ¿Cómo logramos esto? ¡Dios quiere que nuestra fe crezca! Quiere que esta eche raíces. Obtenemos más profundidad cuando, por la gracia de Dios, oímos y estudiamos su Palabra.
La parábola habla acerca de espinos que ahogan la Palabra. Todos llevan espinas en sus vidas. ¿Qué cosas amenazan ahogar nuestra fe? En Marcos 4:19 Jesús nos advierte acerca de algunas cosas que pueden ahogar nuestra fe. Estas prevalecen y son tan peligrosas hoy, como entonces: las preocupaciones de esta vida, el engaño de las riquezas y las ansias por riquezas materiales. Lo que fuere que aparta nuestra atención de nuestro Salvador, es una espina que amenaza nuestra fe.
¿Podemos ser semejantes al terreno bueno? ¿De que manera? Vemos la clase de “terreno” que Dios quiere que seamos, buen terreno que produce una cosecha. El modo de llegar a ser buen terreno es sencillamente creer, creer que Jesucristo es nuestro Salvador que murió y resucitó nuevamente, para perdonarnos. Cuando él nos perdona, estamos realmente bendecidos, y nos convertirá en buen terreno. ¡Él obra dentro de nosotros!
El profeta Isaías escribe: “Así también la palabra sale de mi boca: No volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo deseo y cumplirá con mis prpósitos” (Isaías 55:11). Esta es la promesa de Dios. Cuando su Palabra es esparcida, siempre se cumple un propósito. En el lenguaje de esta parábola: La Palabra de Dios siempre resultará en una cosecha.
¿Qué clase de grano producimos nosotros en nuestra semejanza de terreno bueno? Las mieses que nosotros producimos son la fe que obra. Por medio de su Espíritu que nos habilita, le servimos a él y a otras personas en nombre de Jesús. Una parte de esa cosecha se puede ver cuando compartimos la Palabra con otras personas, de modo que ellas también conocen a Jesús y pueden servirle.
¿A quién le cabe hoy la responsabilidad de “sembrar la semilla”? La responsabilidad de sembrar la semilla le cabe a todo el pueblo de Dios. Siendo que todos hemos recibido la Palabra, tenemos todos la responsabilidad de compartirla. Dios quiere que les hablemos a otros acerca de las cosas maravillosas que ha obrado por nosotros por medio de Jesucristo.
El Sembrador (Marcos 4:1-9; 14-20)