1 / 27

La familia y el matrimonio

La familia y el matrimonio. Ángel Luis Gallego Real. Sociedad religiosa y civil.

molly
Download Presentation

La familia y el matrimonio

An Image/Link below is provided (as is) to download presentation Download Policy: Content on the Website is provided to you AS IS for your information and personal use and may not be sold / licensed / shared on other websites without getting consent from its author. Content is provided to you AS IS for your information and personal use only. Download presentation by click this link. While downloading, if for some reason you are not able to download a presentation, the publisher may have deleted the file from their server. During download, if you can't get a presentation, the file might be deleted by the publisher.

E N D

Presentation Transcript


  1. La familia y el matrimonio Ángel Luis Gallego Real

  2. Sociedad religiosa y civil En los primeros tiempos todos los descendientes de un antepasado común por línea masculina formaban un grupo político, familiar y religioso denominado gens. A partir del siglo IV a. C., de esta institución, cada vez más numerosa, surge la familia. Componían la familia todos los miembros sujetos a la autoridad del pater familias, «padre de familia»: la madre, los hijos, los nietos y demás descendientes, y, además, los esclavos.

  3. La familia La palabra familia, derivada de famulus, «siervo», en su origen significaba el conjunto de esclavos de una casa. Debido al enorme peso que en ella tenía la religión, debemos considerar la familia romana no sólo como una sociedad civil, sino también como una sociedad religiosa.

  4. La familia como sociedad religiosa La familia latina es «un grupo de personas a quienes la religión permitía invocar el mismo hogar y ofrecer comida fúnebre a los mismos antepasados». Entre las personas que componían esta sociedad religiosa no figuraba la esposa, a no ser que renunciase previamente al culto de su propia familia, cosa que sólo sucedía si el matrimonio se había celebrado bajo la fórmula cum manu. El sumo sacerdote de esta pequeña comunidad era el pater familias. A él, y sólo a él, le competía la celebración de los ritos familiares, y entre sus obligaciones estaba la de conservarlos y transmitirlos a sus descendientes a través de un hijo varón.

  5. Dioses privados: Lares Además de los dioses oficiales del Estado, cada familia tenía los suyos propios: -Lar familiar. Era el dios protector de la casa, representado por el fuego doméstico, al que se ven en el lararium, una pequeña hornacina o capilla situada en el atrio de la casa.

  6. Penates - Penates. Su nombre deriva de la palabra penus (despensa); eran dioses protectores de las provisiones de la familia, a los que se solía representar como dos jóvenes sosteniendo en sus manos el cuerno de la abundancia.

  7. Manes - Manes. Almas de los difuntos a quienes anualmente se hacían ofrendas de flores, leche, vino y miel, fuera en el aniversario de su muerte, ya en las fiestas Parentalia que se celebraban en el mes de febrero.

  8. Genius - Genius. Era el espíritu protector del pater familias como generador y continuador de la estirpe familiar. Se le solía representar bajo la forma de serpiente. Las mujeres tenían a la diosa Juno como genio común.

  9. La familia como sociedad civil La familia constituía también una sociedad civil de estructura patriarcal sobre cuyos miembros mandaba el padre con una autoridad prácticamente absoluta. Esa autoridad recibía el nombre de patria potestas. Era la autoridad que poseía el pater familias sobre todos los componentes de la familia.

  10. Prerrogativas del Pater Familias Gracias a ella el padre tenía varias prerrogativas: - Tenía autoridad sobre la mujer. - Podía aceptar o rechazar a un hijo recién nacido. - Tenía autoridad sobre los hijos, que llegaba incluso al derecho de vida o muerte. - Era dueño absoluto de la propiedad familiar (patrimonio) y el único con capacidad para comprar o vender. - Era el único de toda la familia que poseía personalidad jurídica.

  11. Evolución de la patria potestas Con el tiempo, la patria potestas se fue debilitando, y en el Imperio no era más que un recuerdo de lo que fue, aunque el padre siguió manteniendo algunas prerrogativas, como la de aceptar o rechazar a un hijo recién nacido, que no desaparecerían hasta la llegada de cristianismo.

  12. Los hijos Cuando nacía un hijo, la comadrona lo depositaba a los pies del padre. Si éste lo levantaba en brazos, manifestaba públicamente que lo aceptaba; si le volvía la espalda y lo dejaba en el suelo, el recién nacido era expuesto (abandonado) a la puerta de su domicilio o en algún lugar destinado a tal efecto, donde podía ser recogido por cualquiera. Algunos eran salvados para hacer de ellos un esclavo, si era varón, o una prostituta, si era hembra. A los débiles y deformes se les eliminaba o símplemente se les dejaba morir.

  13. La lustratio • Pasados ocho días para las niñas y nueve para los niños, tenía lugar un acto de la purificación, la lustratio, ceremonia por la que el hijo se incorporaba a la sociedad religiosa familiar, se le imponía el nombre y se le inscribía en el censo de los ciudadanos.

  14. El nombre de los varones Constaba de tres componentes: -Praenomen. Era el nombre personal y generalmente aparece escrito en abreviatura. El número de nombres era muy corto; según Varrón, no había más de 30, y en un principio debieron de ser menos, pues algunos de los habituales tíenen su origen en un adjetivo ordinal: Quintus originariamente sería el quinto hijo; Sextus, Septimius, Octavius serían el sexto, el séptímo, el octavo, etc. - Nomen. Era el común a todos los miembros de la gens. Caius lulius Caesar indica que César pertenecía a la gens lulia. - Cognomen. Es un sobrenombre o apodo cuyo origen hay que buscar o bien en algún defecto físico: Brutus, Balbus (tartamudo); o en el lugar de nacimiento: Collatinus (nacído en Colacia), Coriolanus (nacido en Coriolos), o en un hecho heroico: Corvinus (porque derrotó a un enemigo con la ayuda de un cuervo), Torquatus (por haber vencido a un galo y haberle arrebatado su torques o collar), etc.

  15. Cicerón Así en Marcus Tulius Cicero, nombre del más famoso de los oradores romanos, Marcus es el praenomen; Tulius, el nombre de la gens, y Cicero, que significa «garbanzo”, parece proceder del apodo con el que fue conocido el abuelo de Cicerón por tener una verruga en la cara parecida a un garbanzo.

  16. El nombre de las niñas Las niñas sólo tenían un nombre, por lo general el del padre; cuando en una familia había más de una con el mismo nombre, para evitar equívocos, se solía añadir maior (la mayor) o minor (la menor).

  17. La bulla AI mismo tiempo que se les imponía el nombre se les colgaba del cuello la bulla, una pequeña caja con amuletos para protegerlos del mal de ojo y que llevaban hasta el día en que, a los 16 0 17 años, abandonaban la toga praetexta y tomaban la toga viril. Era su mayoría de edad, su paso a ciudadano, y las familias lo celebraban con una gran fiesta.

  18. El matrimonio El fin primordial del matrimonio era tener hijos para perpetuar la familia y los cultos familiares (sacra privata). En Roma el matrimonio era un acto privado para el que no se requería la intervención de ninguna autoridad civil ni religiosa, y, por lo tanto, disoluble. Sin embargo, en los primeros tiempos, existió un tipo de matrimonio de carácter sagrado prácticamente indisoluble.

  19. Requisitos para un matrimonio válido Para que un matrimonio fuera legalmente válido se precisaban varias condiciones: - Tener la edad mínima. Dado que el fin primordial del matrimonio era tener hijos, era preciso que los contrayentes hubieran alcanzado el desarrollo físico: 12 años las mujeres y entre 14 y 16 los varones. - El consentimiento de los padres. En los primeros tiempos de la República el matrimonio lo decidían los padres sin contar con la opinión de los hijos; en el Imperio se exige también el consentimiento de los contrayentes. - Poseer el ius connubii (derecho de matrimonio). Sólo lo tenían las personas libres con derecho de ciudadanía. Los esclavos carecían de este derecho y su unión recibía el nombre de «contubernio» (contubernium).

  20. Tipos de matrimonio En los primeros tiempos de la República existieron dos tipos de matrimonio desde el punto de vista legal: cum manu, cuando la mujer al casarse abandonaba el culto de su familia y la autoridad de su padre para asumir el de la familia de su marido y depender de él como una hija más; y sine manu, cuando la esposa permanecía bajo la autoridad de su padre, conservando el culto de su familia.

  21. El matrimonio cum manu Del matrimonio cum manu había tres modalidades: - Confarreatio. Recibe este nombre porque los contrayentes, en presencia de un sacerdote de Júpiter, compartían una especie de torta llamada panis farreus. Era un matrimonio de carácter religioso y prácticamente indisoluble; sólo se podía disolver mediante una ceremonia similar a la del matrimonio, llamada difarreatio. - Coemptio. Era un simulacro de compra de la mujer por parte del marido; por esta «venta» el padre cedía al marido la autoridad sobre su hija; se hacía en presencia de cinco o más testigos y de un funcionario, llamado librepens, que asistía a la ceremonia llevando una balanza como símbolo de la transacción comercial. - Usus. La convivencia durante un año, sin interrupción de tres noches, otorgaba al marido la manus sobre su esposa. Fue el primer tipo de matrimonio en desaparecer.

  22. Evolución de los tipos de matrimonio Desde fínales de la Repúblíca el matrimonio cum manu desaparece casi por completo y se generaliza el sine manu, que otorga a la mujer mucha más libertad, sobre todo en el aspecto económico, pues, entre otras cosas, al no depender de la autoridad del marido y no renunciar a su propia familia, conserva los derechos sucesorios y puede disponer de sus propios bienes.

  23. Ceremonial de boda (I) El matrimonio era uno de los acontecimientos más importantes en la vida familiar e iba acompañado de un rico ritual que, en cierta medida, podemos reconocer en las ceremonias actuales. Previos al matrimonio, tenían lugar los esponsales. Era un acto celebrado ante testigos para sellar el compromiso en el que los novios se intercambiaban regalos y un anillo que se ponían en el dedo anular de la mano izquierda porque, según Aulo Gelio, «del dedo anular parte un nervio muy fino que va directo al corazón».

  24. Ceremonial de boda (II) El día de la boda la novia abandonaba los vestidos de niña y vestía el traje nupcial: una túnica blanca recta, ceñida por un cinturón de lana con doble nudo y un velo de color anaranjado. En todo momento la novia iba acompañada por una pronuba o madrína, que debía ser una matrona univira, es decir, casada una sola vez. El padre ofrecía un sacrificio en su casa y a continuación se tomaban los auspicios. Si eran favorables, se procedía a la boda; en caso negatívo, se suspendía.

  25. Ceremonial de boda (III) En presencia de diez testigos se firmaban las tabulae nuptiales, el contrato de boda, y la madrina unía las manos derechas de los novios. A continuación se celebraba la cena nupcial en casa de la novia y después tenía lugar la deductio o rapto de la novía; ésta se refugiaba en brazos de su madre, de los que el novio fingía arrancarla con violencia. Se iniciaba el cortejo en dirección a la casa del novio acompañado del grito “Talasio” y de canciones picarescas. Cuando llegaban a su nuevo hogar, el marido, tomando a su mujer en brazos, la introducía en casa con cuidado de que sus pies no tropezasen en el umbral, lo que era considerado símbolo de mal agüero.

  26. El divorcio (I) En los primeros tiempos de la República, el marido podía repudiar a la mujer. Sin embargo no debió de ser una actitud ni muy frecuente ni muy aceptada socialmente, según se puede deducir de los casos que nos relatan los escritores romanos.

  27. El divorcio (II) A finales de la República, al predominar el matrimonio sine manu, el divorcio se hace mucho más frecuente, y en el Imperio está sumamente generalizado, a pesar de las leyes de Augusto, que son promulgadas más para paliar la escasez de nacimientos que para impedir el divorcio. Séneca, siempre moralista y crítico, decía: «Ninguna mujer se ruboriza por haber roto su matrimonio, ya que las damas más ilustres han tomado la costumbre de contar los años, no por el nombre de los cónsules, sino por el de sus maridos».

More Related