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El término objeto volador no identificado, más conocido por sus siglas O.V.N.I. (calco del acrónimo inglés UFO o UnidentifiedFlyingObject), se refiere a la observación de un objeto volante, real o aparente, que no puede ser identificado por el observador y cuyo origen sigue siendo desconocido después de una investigación.
Su interés para los gobiernos, si es que alguna vez lo tuvo, ha ido decreciendo al encontrarse explicación a la mayoría de los casos y no apreciarse nada especialmente raro ni misterioso en los no aclarados. Sin embargo, la tendencia parece opuesta en la literatura especializada en estos temas, que ha ido creciendo en número de cabeceras y tirada, para pasar a recoger también supuestos contactos telepáticos, pretendidos secuestros y declaraciones sobre experimentos genéticos perpetrados por los tripulantes de dichos objetos. Todas estas afirmaciones extraordinarias tienen en común la ausencia de pruebas extraordinarias que las demuestren. Pese a la total ausencia de las mismas, la hipótesis extraterrestre sigue siendo defendida, quizá por la recompensa mental que aportan las fantasías e ilusiones de ser visitados por inteligencias de otros mundos.
Contexto histórico • Autores como Luis Alfonso Gámez, Ricardo Campo o Neilde GrasseTyson[2] han insistido en la gran importancia de los antecedentes históricos que rodeaban el nacimiento y la popularización del término O.V.N.I.
A finales del siglo XIX y principios del XX, Percival Lowell había publicado varias obras sobre Marte, en las cuales postulaba que las líneas oscuras divisadas por Giovanni Virginio Schiaparelli en la superficie marciana constituían una red de canales, creados por una civilización inteligente, para traer agua desde los polos al ecuador del Planeta Rojo.
Pese a que las observaciones de Lowell se revelarían erróneas, el público en general consideró la existencia de vida extraterrestre inteligente y cercana a la Tierra como un hecho probado científicamente. El astrónomo y divulgador científico Carl Sagan (1996, p. 232) indica que la Mariner 9 refutó esa posibilidad cuando fotografió la superficie del Planeta en 1971.
En 1944 la Luftwaffe había conseguido hacer operativo el Heinkel He 178. El motor de este avión sorprendió por su sencillez al no necesitar bielas, pistones, cigüeñal, aceite y los demás elementos utilizados hasta el momento. También su velocidad, cercana a los 700 Km/h, dejaba bastante atrás a los mejores aparatos de la época, caso del SupermarineSpitfire.
Como tercera virtud se puede destacar su maniobrabilidad. Además el aparato en sí ya era sorprendente para personas poco introducidas en el mundo aeronáutico por no tener hélices que lo impulsaran. Aparatos como este y tantos otros que le siguieron comenzaron a implantar en el ciudadano corriente la idea de que se investigaba sobre nuevos modelos aéreos, bastante diferentes de los anteriores y con unas prestaciones muy superiores.
Un efecto más contundente si cabe para la opinión pública lo causó el V2. Este misil balístico dejaba muy atrás a lo que podían presentar naciones como la URSS o Estados Unidos. La V2 era capaz de mover una carga útil de casi una tonelada, a varios cientos de kilómetros y a velocidades que superaban con mucho la del sonido, según NigelHawkes (1992, p. 193) dicha velocidad se consideraba "barrera" infranqueable para un ingenio humano, pese, continúa Hawkes, a que las balas de fusil ya viajaban a esa velocidad desde hacía décadas.
Este portento de la ingeniería abrió nuevamente la mentalidad del público en general e hizo ver como posible que un ingenio de origen inteligente causara imágenes que antes se hubieran tomado por espejismos, resplandores, relámpagos o cualquier otra explicación natural.
Terminología • El primer nombre dado a luces o formas en el cielo desconocidas para el espectador fue el de platillo volante o platillo volador, del inglés flyingsaucer. El término "platillo volador" se popularizó en 1947 debido a un error periodístico. El 24 de junio, el piloto civil norteamericano Kenneth Arnold vio una formación de nueve objetos en forma de búmeran volando a una velocidad estimada por él superior a 1500 Km/h, mientras pilotada sobre la Cordillera de las Cascadas, estado de Washington.
Como se ha indicado, a finales de la Segunda Guerra Mundial se vivía como posible la existencia de prototipos rápidos y muy manejables, desarrollados por otros países y nunca vistos hasta el momento. Ante la posibilidad de haber divisado una escuadrilla de dichos prototipos, Arnold se dirigió a la oficina del FBI para informar, pero la encontró cerrada. Por lo tanto acudió a un periodista llamado Bill Bequette para narrarle su observación.
El piloto explicó la formación indicando que los nueve objetos tenían forma de búmeran y describió su movimientos como el efectuado por las piedras cuando rebotan sobre una superficie líquida, en concreto su palabras pueden traducirse por «un platillo lanzado a través del agua». Bequette confundió la forma en la que se movían los objetos con la forma de los objetos.
El error de Bequette ha sido recogido multitud de veces por científicos como Carl Sagan (1997): «Dijeron que yo había dicho que eran "como platillos", cuando lo que yo dije fue que "volaban al estilo de un platillo"», declaró Arnold al célebre locutor Edward R. Murrow en una entrevista para la CBS, transmitida el 7 de abril de 1950.
Historia • No existe acuerdo respecto al momento en que comenzó la historia de las observaciones de ovnis. Para Wilding-White, J. J. Benítez, Erich von Däniken o Jacques Vallée los avistamientos de objetos sin identificar se remontan tanto como historia tiene la Humanidad. Para autores como Ricardo Campo, Luis Alfonso Gámez o Carl Sagan es un mito contemporáneo que comienza a finales de los años 40 del siglo XX. Citar tantas veces a este último astrónomo está justificado no sólo por su obra literaria, sino también por sus aportaciones a la investigación ovni, como se detalla más adelante.
Ovnis en la Edad Antigua, Media y Moderna • La visión de platillos volantes, como se ha explicado, dio comienzo cuando la ingeniería había logrado ya un nivel suficiente como para desarrollar motores de reacción, misiles con alcances estratosféricos e ingenios nucleares. Lo que, para escritores como Luis Alfonso Gámez, sugiere un origen humano producto de aquella época. La idea de estar ante un mito de la era espacial.
A esta relación causa-efecto se han opuesto novelistas como Erik von Daniken (1999), Juan José Benítez (1994) o Jacques FabriceVallée (1976), quienes sostienen que, desde el pasado más remoto, el ser humano trató de adaptar lo que veía a su intelecto, relacionando los distintos avistamientos con objetos conocidos, cercanos a él.
El primero de los escritores citados, planteó que muchas de estas referencias antiguas serían registros de observaciones reales de supuestas naves alienígenas, las cuales habrían recibido distintas denominaciones en documentos antiguos: vehículo de los dioses, carros de fuego, vímanas, discos solares, nubes, nubes de fuego, el Borax Resplandeciente, nubes con ángeles, carro Pushpaka, maruts (todas ellas en el Ramayana hindú); y también escudo que vuela, luces cósmicas, perlas luminosas, flechas ígneas, Serpiente de las Nubes, escudo yacente, espadas voladoras, esferas transparentes.
Asimismo señala que, si estos vehículos aéreos estaban tripulados, se produciría igualmente el contacto con los eventuales seres extraterrestres, quienes transmitirían a los observadores enseñanzas diversas. Según estas teorías, el origen de muchas de las civilizaciones del pasado (Egipto, Babilonia, etc.) sería extraterrestre o al menos las tecnologías para realizar sus obras serían de origen o inspiración extraterrestre.
Ovnis contemporáneos • En el siglo XX y XXI el tema ovni ha vivido una curva similar a la Campana de Gauss, comenzando por el ya relatado comentario del piloto KennetArnold en la Cordillera de las Cascadas el 24 de junio de 1947. Al mes siguiente se produjo el Incidente ovni de Roswell, en Nuevo México. Siguiendo a Donald Menzel, fuese cual fuese lo aparecido en Rosswell debería quedar fuera del campo ovni, pues no es nada que se viese volando. Pese a todo, y debido a la vinculación desde su inicio con visitas extraterrestres, se tardó muy poco en reunir los dos sucesos en la misma categoría.
Investigación • Como se ha resumido en el apartado Terminología, el gobierno de Harry Truman emprendió una investigación para saber si el espacio aéreo estadounidense estaba siendo violado con cierta periodicidad por prototipos o ejemplares de pre-serie fabricados por otras naciones, especialmente la URSS. La primera de dichas investigaciones oficiales comenzó en 1947 bajo el nombre de Proyecto Signo, en 1949 se rebautizó como Proyecto Fastidio[nota 2] y en 1952 como Proyecto Libro Azul, que seguiría investigando casos hasta 1969, para comenzar después, informa Ted Wilding-White (1977, p. 11), el Proyecto Libro Blanco.
Los objetivos de dichos programas eran tres: Esclarecer si el espacio aéreo estadounidense estaba siendo violado. Saber si los platillos volantes podían constituir un peligro para Estados Unidos. Obtener, en la medida de lo posible, algún conocimiento o ventaja tecnológica.
En 1969, el último de dichos programas, el Proyecto Libro Azul, fue cerrado habiendo reunido decenas de miles de expedientes y con la conclusión clara de que los ovnis no suponían un peligro para la seguridad nacional.
Clasificación de los ovnis en fases • Durante las investigaciones del Proyecto Libro Azul, Hynek (1972) propuso tres fases o tipos diferentes para clasificar las observaciones ovni: • Primera fase: es cuando se divisa un objeto no identificado volando o en el suelo, en este último supuesto lo avistado no sería un ovni, pero se decidió incluirlo si se le suponía la capacidad de volar. Es la fase que más casos reúne según Hynek (1972, p. 86 y siguientes). • Segunda fase: para Hynek (1972, p. 110 y siguientes) se da cuando el objeto deja cualquier tipo de huella, como vegetación quemada o marcas en la tierra. • Tercera fase: aparece cuando se observa a un tripulante. Es la más escasa, pero Hynek (1972, p. 138 y siguientes) localizó varios casos, quizás el que más le convenció, lo divisó un policía en Socorro, Nuevo México, el cual avistó unos seres y un ingenio en el suelo con signos pintados en el fuselaje, algo inusual hasta ese momento, ocultándose los ovninautas en lo que se supuso era el interior de la máquina y despegando esta seguidamente.
Posteriormente otros escritores como Fabio Zerpa las ampliaron a seis: Cuarta fase: el testigo ingresa en la nave, como en los casos de abducción. Quinta fase: contactos telepáticos, de mente a mente. Sexta fase: señales radiales o radioastronómicas.
Resultados • En 1969 la USAF había reunido unos 40.000 informes (Wilding-White, 1977, p. 10) que daban como resultado: • El 27% de los expedientes ovni resultaron ser estrellas, planetas y otros objetos astronómicos. • Otro 27% de los expedientes se debieron a globos y aviones. • Un 23% fue producido por meteoritos, satélites artificiales y otros objetos cercanos a la Tierra. • Hubo un 23% que quedó sin explicación, pero se hicieron suposiciones sobre la mayoría de dichos casos y se afirmó que podían haberse resuelto si los observadores hubiesen dado más datos.
Relación de los ovnis con naves extraterrestres y otras explicaciones • La idea de que los ovnis son naves extraterrestres se planteó ya con el Incidente de Roswell y ha sido un explicación recurrente desde aquel momento. Los escépticos suelen emplear un principio básico de la ciencia según el cual «para poder afirmar la existencia de fenómenos extraordinarios se requieren pruebas concluyentes». Hacen hincapié en que no se han aportado pruebas fiables que respalden la hipótesis de que el fenómeno ovni mantiene relación con naves extraterrestres. El Dr. NeilDeGrasse Tyson afirma contundentemente que si se ve algo en el cielo desconocido para nosotros no se debe concluir cualquier cosa, sino "dejar de hablar".
¿Por qué la existencia de platillos volantes parece más deseable que su no existencia? • La idea de la necesidad del misterio parece algo consustancial al ser humano. El hecho de recibir una explicación plausible sobre lo que se ve puede restar espacio a la fantasía. Así varios autores no utilizan la denominación "fenómeno" sino "mito" y en otros casos "síndrome". El término "síndrome OVNI" fue utilizado por autores como Jiménez del Oso (1984) para indicar que los observadores de luces sin identificar están afectados por varias variables además del emisor de las luces. Por su parte, Julio Arcas indica que los avistamientos ovni son relatos orales en su mayoría, forman parte de la tradición oral del siglo XX para los occidentales.
Mucho antes de los autores antes citados, el psiquiatra Carl Gustav Jung postuló una teoría para explicar por qué parece más deseable que los ovnis sean naves extraterrestres que no cualquier otro fenómeno conocido. Jung publicó en 1958 su obra Un mito moderno. De cosas que se ven en el cielo. Dicho título ahonda en el rumor mundial sobre los «platillos volantes». En el prólogo a la edición angloamericana Jung alude a un artículo de 1954 escrito para el semanario suizo Die Weltwoche en el que mostraba su escepticismo. En 1958 la prensa mundial descubrió dicha entrevista divulgándose la noticia a nivel internacional, pero de forma distorsionada, citándosele como creyente en los ovnis. A pesar de dirigir una rectificación a la agencia UnitedPress, la versión auténtica de su opinión se ignoró. Finaliza aludiendo a que «este notable hecho merece el interés del psicólogo. ¿Por qué la existencia de platillos volantes parece más deseable que su no existencia?».
Los ovnis en la cultura popular • El arte pop en particular y la cultura popular del siglo XX en general han mostrado y utilizado a los extraterrestres en infinidad de ocasiones, hasta el punto de considerar a esta forma de arte incomprensible sin ellos.[12] Son muy abundantes las películas, series de televisión, novelas, obras de teatro y comics con los extraterrestres como protagonistas principales o secundarios. En este aspecto la variedad es grande al poderse hallar extraterrestres microscópicos, con forma humana, grises de ojos grandes o acuáticos, entre muchas otras formas. Respecto a sus intenciones, en muchos casos su presencia tiene intenciones colonialistas, según CarlSagan (1996) es menos común mostrarlos bienintencionados y más escasos aún presentarlos indiferentes a los problemas humanos. Los géneros también son variados al poder encontrarse obras dramáticas, de terror o comedias.