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DON BOSCO 1 Historia y Carisma Arthur Lenti. CAPITULO XX LOS ORATORIOS de DON BOSCO. Se recuerda a los más celosos y de digna memoria El teólogo Juan Borel Don José Cafasso El canónigo Carlos Antonio Borsarelli
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DON BOSCO 1 Historia y Carisma Arthur Lenti
CAPITULO XX LOS ORATORIOS de DON BOSCO
Se recuerda a los más celosos y de digna memoria • El teólogo Juan Borel • Don José Cafasso • El canónigo Carlos Antonio Borsarelli • Estos fueron los primeros Cooperadores de entre el clero, pero como tenían otras apremiantes ocupaciones, sólo estaban a ciertas horas y en determinadas ocasiones. • Por consiguiente Don Bosco acudió a la ayuda de señores de la nobleza y de la clase media, de los cuales recibió una ayuda generosa de muchos de ellos. Enseñaban el catecismo, daban clases, supervisaban a los muchachos dentro y fuera de la iglesia, guiaban las oraciones y los cantos, los preparaban a los sacramentos de penitencia, comunión y confirmación. Además, los recibían cuando llegaban al Oratorio, tomaban parte de sus juegos, y mantenían el orden con buenas maneras. En el cuaderno titulado Memorial del Oratorio, del teólogo Borel, se indica que también había una lista de benefactores que eran donantes de limosnas. (más o menos 22 personas)
Don Bosco, desde el principio, concibió la obra del Oratorio como un trabajo en colaboración, emprendido y llevado a cabo por una conjunción cargada de fuerzas. Este fue sin duda su primer concepto de la “Sociedad” que iba a trabajar por los jóvenes pobres. Don Bosco nunca abandonó esta idea de un servicio en colaboración, incluso después de fundar la Sociedad Salesiana como congregación religiosa con vida común, de votos simples (1859-1974).
2. Fase crítica en el desarrollo del Oratorio de Turín (1849 – 1852) Crisis, decisiones y desacuerdos A lo largo de los años cuarenta, surgieron profundas disensiones sobre el concepto y organización del oratorio entre los diferentes directores y grupos de catequistas. Don Bosco difería de ellos en el modo en que trabajaba y en la idea de lo que debía ser el Oratorio. ÉL resaltaba la naturaleza religiosa y espiritual. En cambio el oratorio del Ángel de la Guarda de Don Cocchi daba tanta prioridad a la gimnasia y ejercicios que parecía un campo de entrenamiento militar.
En 1848 – 1849 se acentuó la crisis política y militar. Pero cuando la crisis pasó no terminaron las contrariedades, se recalcaron todavía más, porque se aceleró el progreso del Risorgimento, el trabajo de los Oratorios recibió nuevos impulsos con la entrada de nuevas fuerzas y con las donaciones de la sociedad de San Vicente de Paúl. Por entonces Don Bosco, aunque externamente, reclamaba neutralidad. Había tomado una postura conservadora en solidaridad con Don Cafasso, el Arzobispo Fransoni y Pío IX. Con él estaban todos sus colaboradores anteriormente nombrados.
Don Bosco se encontró así en una situación comprometida con los sacerdotes más “patriotas” que trabajaban en la obra del Oratorio, como Don Cocchi y Don P. Ponte. Se daban problemas prácticos. Surgieron choques y desacuerdos dentro y fuera del Oratorio, por cuestiones de competencia, por el deseo de trabajar por independencia, por dificultades en la relación con los párrocos, por la desigual distribución de los recursos, por la rivalidad en asegurar los bienhechores, etc. No habría que descartar dificultades que surgieron por la diferencia de caracteres.
Don Lemoyne en las Memoria Biográficas, describe cuáles eran las razones de Don Bosco para limitar su independencia de los otros Oratorios: 1. Estrategia en el trabajo del Oratorio: “Don Juan Cocchi está entusiasmado con la gimnasia, para atraer a los muchachos, hacen ejercicios con palos y fusiles; pero en su oratorio casi no existen funciones de iglesia. Yo en cambio, dice Don Bosco, procuro que nuestro palo sea la Palabra de Dios y que las otras armas sean la confesión y la comunión frecuente. Considero las diversiones como un medio para llevar a los muchachos al catecismo”.
2. Compromiso político: “ Los otros varios jefes del Oratorio, todos, quien más, quien menos están entrometidos en cuestiones políticas y su predicación es a menudo más que una instrucción una arenga (discurso) patriótica. Yo no quiero inmiscuirme en política de ningún modo”.
Crisis en el Oratorio de San Francisco de Sales: Desafío de Don Bosco La fuente es Don Lemoyne sobre esta nueva crisis, es un informe de 46 páginas. Cuyo autor es José Brosio, uno de los primeros catequistas y jóvenes ayudantes de Don Bosco. El informe menciona una “conspiración” para arruinar el Oratorio de San Francisco de Sales, haciendo que los colaboradores de Don Bosco lo abandonaran. La primera parte describe los esfuerzos para alejar de Don Bosco a sus colaboradores; la segunda habla de una reunión para acusar a Don Bosco de difamar al personal del Oratorio, en una circular, de la rifa de 1851 – 1852. Hubo enfrentamientos.
Del informe se deduce que una coalición de seglares católicos, sacerdotes, uno en particular, por alguna razón, estaban decididos a deshacer el Oratorio de Don Bosco, tentando al personal. Intentaban alejar a los catequistas con sobornos de dinero, comidas y diversiones, esperando tal vez que se fueran al Oratorio que Don Cocchi estaba a punto de abrir en San Martín. Desde que adquirió la casa Pinardi y el terreno colindante, el 19 de febrero de 1851, Don Bosco plantea todo el complejo de Valdocco. Su primer proyecto mayor era edificar la iglesia de San Francisco de Sales, que inauguro el 20 de junio de 1852. Las ayudas que recibió eran escasas y no seguras. Siguiendo el consejo de algunos amigos, consiguió el permiso del Ayuntamiento de la ciudad para realizar una rifa; la primera (y tal vez de mayor éxito) de las nueve que hicieron viviendo Don Bosco.
3. Don Bosco y sus Oratorios consiguen reconocimiento Don Bosco había deseado hacía tiempo que las autoridades eclesiásticas conocieran el trabajo de los Oratorios y dieran su aprobación. En 1850 acudió a Pio IX para solicitar gracias especiales en favor de las tres “congregaciones” de las que él era director, y que, en sus propias palabras, estaban “legítimamente” establecidas en Turín para “instruir en la religión y la piedad a los jóvenes abandonados”. Se le concedió lo que pidió. Don Bosco hizo valer tales apoyos y los consideraba como señal de “aprobación”.
Más importante todavía fue el Decreto del 31 de marzo de 1852 del exiliado arzobispo Fransoni. Con él, el Arzobispo nombraba (reconocía) a Don Bosco como “director espiritual único” de los tres Oratorios de San Francisco de Sales, de San Luis y del Ángel de la Guarda. En él se le concedían facultades sobre la asistencia a misa, la recepción de los sacramentos, instrucción de catequesis, etc. En la práctica, hacían aquellos Oratorios independientes de cualquier parroquia. Como lo explicaba Don Bosco, “el Oratorio es la parroquia de los jóvenes sin parroquia”.
Don Bosco aceptó la tradición, pero consiguió dotar a sus Oratorios de unas características propias. Podemos enumerar unas cuantas de esas características, haciendo notar que otros oratorios, por ejemplo el de Don Cocchi, se diferenciaba en primer lugar, por objetivos específicos. Las observaciones que siguen tienen en cuenta principalmente los Oratorios que funcionaban en parroquias.
Tradicionalmente, los oratorios eran unas actividades parroquiales o, al menos dependían de una parroquia. Los Oratorios de Don Bosco trascendían la institución parroquial. Tal vez, reconoció muy pronto la influencia de la estructura parroquial y su incapacidad para resolver la nueva situación de los jóvenes. Esa percepción le hizo comprender cómo había que encarnar los problemas que afectaban a los jóvenes.
La ubicación apartada de su oratorio de Valdocco, elegida a pesar del carácter insano de la zona, le garantizaba la independencia de su trabajo. Los oratorios tradicionales eran sólo “oratorios festivos”, es decir se reunían sólo sábado y domingos y días festivos, y sólo durante unas horas por la tarde. Don Bosco reunía a los jóvenes todo el día y les proporcionaba todo lo que necesitaban. Más tarde, amplió su Oratorio estableciendo clases diurnas y nocturnas, visitando a los muchachos en su trabajo y “asistiéndolos”,, es decir proveyendo a todas las necesidades reales. Esta cercanía exigía una relación que abarcaba toda la semana. Eso, unido a la importancia de la instrucción religiosa, era probablemente el sello distintivo de los Oratorios de Don Bosco.
El oratorio tradicional se definía principalmente por la asistencia a la iglesia y a reuniones en determinados locales parroquiales. Los muchachos que acudían al oratorio San Francisco de Sales, incluso después de la fase itinerante, iban a “pasar el día con Don Bosco”, donde estuviere “situado” el oratorio. Los locales eran “medios” necesarios para montar uno. Los oratorios tradicionales eran selectivos, centraban su atención en los mejores muchachos. Los padres presentaban a los jóvenes y garantizaban su buena conducta. Don Bosco, por el contrario, fundó su Oratorio para todos y daba referencia, hasta donde fuera posible a los verdaderamente pobres y abandonados, jóvenes salidos de las cárceles, desempleados, a la deriva, en peligro, pertenecientes a los estratos más pobres de la sociedad.
En el oratorio tradicional, la importancia de los juegos y del patio era limitada. El patio era “jardín de recreo”, un término que a veces usa Don Bosco por creer pertinente llamar patio a su propios Oratorios. El patio de Don Bosco y los juegos que se hacía en él permitían amplia posibilidad de desahogo juvenil, en el que incluso el personal de los oratorios tomaba la iniciativa.
Con Amor, Razón y Religión conquista a los muchachos para DIOS y para la sociedad.
Algunas de las CARACTERÍSTICAS del corazón DE DON BOSCO que, nos hace ver su manera de ser PADRE: Un padre de corazón tierno y fuerte … ternura, porque a los jóvenes de la calle les faltaba cariño … fuerte, porque necesitaba soportar tanto sufrimiento y dolor Un padre de corazón acogedor y realista … acogedor, porque les quería tal y como eran … realista, porque les preparaba para la vida Un padre de corazón misericordioso y exigente … misericordioso, para darles mil y una oportunidades … exigente para ayudarles a descubrir que madurar en la vida supone esfuerzo, responsabilidad y trabajo sacrificado. Un padre de corazón apasionado por Dios y por los jóvenes. Un padre… eso fue Don Bosco para aquellos jóvenes, no muy diferentes a muchos jóvenes que hoy viven en nuestras ciudades… en nuestro mundo.