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La abeja haragana. A. Esta abeja haragana no le gustaba trabajar. A ella le gustaba pasear y jugar y no hacia sus deberes como las otras abejas de la colmena. Era una abejita haragana. Las abejas de la colmena trabajaban mucho, hacían miel y cuidaban a las abejitas bebes. .
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A Esta abeja haragana no le gustaba trabajar. A ella le gustaba pasear y jugar y no hacia sus deberes como las otras abejas de la colmena. Era una abejita haragana.
Las abejas de la colmena trabajaban mucho, hacían miel y cuidaban a las abejitas bebes.
Las abejas Guardias a la entrada se dieron cuenta que la abeja no trabajaba, y le dijeron: Compañera: es necesario que trabajes, porque todas las abejas debemos trabajar. Yo ando todo el día volando, y me canso mucho. No es cuestión de que te canses sino de que trabajes un poco. Es la primera advertencia que te hacemos.
Al día siguiente de nuevo las abejas de la entrada detuvieron a la haragana y le dijeron: Hay que trabajar, hermana. ¡Uno de estos días lo voy a hacer! No es cuestión de que lo hagas uno de estos días sino mañana mismo
B Al anochecer se le repitió la misma cosa No es cuestión de que te acuerdes de lo prometido, sino de que trabajes. Hoy es diecinueve de abril. Pues bien: trata de que mañana veinte, hayas traído una gota siquiera de miel. Y ahora, pasa. ¡Si, sí, hermanas! ¡Ya me acuerdo de lo que he prometido!
¡No se entra! ¡Yo quiero entrar! Esta es mi colmena. Esta es la colmena de unas pobres abejas trabajadoras. No hay entrada para las haraganas. Mañana Trabajare sin falta No hay mañana para las que no trabajan
C Entonces, temblando de frío, con las alas mojadas y tropezando, la abeja se arrastró, se arrastró hasta que de pronto rodó por un agujero; cayó rodando, mejor dicho, al fondo de una caverna. Con la mala suerte de encontrar a una serpiente en el que rea sui enemiga, tenía frío y se arrepentía de haber actuado a tiempo Voy a quitar del mundo a un mal bicho como tú. Te voy a comer, abeja. ¡No es justo eso, no es justo! No es justo que usted me coma porque es más fuerte que yo. Los hombres saben lo que es justicia. ¿Tú crees que los hombres que les quitan la miel a ustedes son más justos, grandísima tonta?
D Usted hace eso porque es menos inteligente que yo. —¿Yo menos inteligente que tú, mocosa? ¡Bueno! Con justicia o sin ella, te voy a comer Vamos a hacer dos pruebas. La que haga la prueba más rara, ésa gana. Si gano yo, te como. ¿Y si gano yo? Si ganas tú, tienes el derecho de pasar la noche aquí, hasta que sea de día. ¿Te conviene? Acepto
Esto es lo que voy a hacer —dijo la culebra—. ¡Fíjate bien, atención! Y arrollando vivamente la cola alrededor del trompito como un piolín la desenvolvió a toda velocidad, con tanta rapidez que el trompito quedó bailando y zumbando como un loco. E Nunca podrás hacer algo mejor de lo que yo hago JAJAJA
F El caso es que mientras el trompito bailaba, la abeja había tenido tiempo de examinar la caverna y había visto una plantita que crecía allí. Era un arbustillo, casi un yuyito, con grandes hojas del tamaño de una moneda de dos centavos. Voy a hacer algo mejor, voy a desaparecer, sin salir de aquí, ni esconderme bajo tierra Me va a hacer el favor de darse vuelta, y contar hasta tres. Cuando diga "tres", búsqueme por todas partes, ¡ya no estaré más!
La culebra dijo rápidamente:"uno..., dos..., tres", y se volvió y abrió la boca cuan grande era, de sorpresa: allí no había nadie. Miró arriba, abajo, a todos lados, recorrió los rincones, la plantita, tanteó todo con la lengua. Inútil: la abeja había desaparecido. Me rindo, esta prueba es fantástica! Has ganado .. No te comeré!
G La abejita se había ocultado en la flor sensitiva que al menor contacto se cerraba ocultándola completamente, aunque la serpiente perdió la apuesta, fue una noche terrible donde la abeja tuvo que recordarle su victoria para no ser comida.
La abeja llegó llorando a la entrada de la colmena, las abejas guardias no le dijeron nada en esta ocasión porque sabían que habían aprendido la lección de aquella noche tan fría. comprendieron que la que volvía no era la paseandera haragana, sino una abeja que había hecho en sólo una noche un duro aprendizaje de la vida.
H MORALEJA No es nuestra inteligencia, sino nuestro trabajo quien nos hace tan fuertes. Yo usé una sola vez de inteligencia, y fue para salvar mi vida. No habría necesitado de ese esfuerzo, sí hubiera trabajado como todas. Me he cansado tanto volando de aquí para allá, como trabajando. Lo que me faltaba era la noción del deber, que adquirí aquella noche. Trabajen, compañeras, pensando que el fin a que tienden nuestros esfuerzos —la felicidad de todos— es muy superior a la fatiga de cada uno. A esto los hombres llaman ideal, y tienen razón. No hay otra filosofía en la vida de un hombre y de una abeja.
Presentado por: Laura Vanesa Castro Julieth Marcela Guerrero FACULTAD: INGIENERIA BIOMEDICA UNIVERSIDAD MANUELA BELTRAN CATEDRA AÑO 2011 Y Editada para su clase en LHS Carmen Sonia Michael 2012