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ELEMENTOS DE APOLOGÉTICA CRISTIANA. La fe, es una adhesión razonable, pues el creyente no puede aceptar algo irracional, absurdo o contradictorio, y la fe no sería razonable si estuviera en contradicción con auténticos datos históricos. . EL HECHO:
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La fe, es una adhesión razonable, pues el creyente no puede aceptar algo irracional, absurdo o contradictorio, y la fe no sería razonable si estuviera en contradicción con auténticos datos históricos.
EL HECHO: Por ello, para el creyente, el estudio histórico acerca de Jesús busca mostrar que su fe está sólidamente basada en la historia y que, por lo tanto, es razonable creer.
“El Verbo se hizo carne” (Jn 1,14). Esta impactante afirmación declara que el cristianismo tiene sus raíces en la historia.
El cristianismo no es una filosofía, un mito o una especulación; el cristianismo es un acontecimiento cuyas raíces se hunden en la historia de los hombres, y que tiene su centro en la revelación histórica de Dios en Jesús de Nazaret, es decir, en aquel concreto Hijo de María, que nació y vivió en un tiempo y en un lugar determinados.
I. Objeciones a la credibilidad del cristianismo La revelación cristiana, que nos es trasmitida de generación en generación, enfrenta el desafío de quienes rechazan su verdad histórica, y así, vacían de contenido el cristianismo.
Estas objeciones desarrolladas históricamente por H. S. Reimarus, D. F. Strauss y W. Bousset, entre otros, han sido amplificadas y popularizadas, en los últimos años, por los medios de comunicación, lo que nos exige hoy un acercamiento crítico a Jesús.
Reimarus dirá que los discípulos engañaron a todos al proclamar la resurrección y que, por tanto, el cristianismo es un fraude;
Strauss considerará que los relatos evangélicos son un andamiaje narrativo, sin valor histórico, para expresar un mensaje teológico;
Bousset afirmará que el cristianismo de Jesús era una enseñanza muy simple y que cuando cayó en mentes griegas se comprendió a la luz de las religiones helenísticas y que, por lo tanto, el cristianismo es un gran mal entendido;
Otros, como la novela El Código da Vinci, han dicho que el verdadero fundador del cristianismo es Constantino, emperador romano del siglo IV; y así se podrían multiplicar los ejemplos. Todo esto nos indica que no es posible sostener una lectura simplista de los Evangelios.
2. ¿Cómo podemos conocer verdaderamente a Jesús? Los personajes históricos no son observables directamente, no tenemos “la máquina del tiempo”. La vida y la actividad de un hombre de la antigüedad nos es accesible por las marcas que éste deja: sus escritos, los textos que lo nombran, inscripciones, monedas, edificios, etc.
La mayor huella que Jesús ha dejado en la historia es la propia Iglesia: una comunidad visible que remite sus orígenes a la persona de Jesús de Nazaret.
Las fuentes documentales disponibles para conocer a Jesús son los Evangelios Canónicos, es decir, los que están en el Nuevo Testamento.
Además de ellos, contamos con algunas breves alusiones en la literatura pagana y casi ningún dato seguro proveniente de la tradición apócrifa. Surge, entonces, la pregunta:
3. ¿Qué valor tienen estas fuentes? Hasta el más escéptico historiador aceptará que el Nuevo Testamento nos permite conocer el cristianismo del siglo primero. Cada escrito, desde su propio contexto nos describe las convicciones de su autor.
La crítica histórica permite identificar en los documentos del Nuevo Testamento, en particular en las cartas de Pablo y los Hechos, datos históricos y unidades literarias que pertenecen al periodo de tiempo que va entre Jesús y Pablo, es decir, a los primeros veinte años.
4. ¿Dónde se fundamentan estas convicciones? Si aceptamos, como todos los historiadores, que Jesús fue ejecutado y murió violenta y vergonzosamente, nos debemos preguntar: ¿Cómo se explica el surgimiento de una comunidad de tanto empuje, vitalidad y entusiasmo en circunstancias tan adversas?
Entre la muerte de Jesús y el casi inmediato florecimiento de la Iglesia aparentemente no hay continuidad: algo muy grande debió pasar después de la crucifixión, algo que explique la gran transformación religiosa que dio origen a la Iglesia. De acuerdo con la documentación cristiana, aquello que sucedió fue la resurrección.
Los datos históricos permiten afirmar que un grupo de seguidores de Jesús, pocos días después de la crucifixión, estaban convencidos de que Jesús había sido resucitado por Dios; con tanta certeza que transformaron todo su sistema religioso.
Pero la resurrección por sí sola no basta, si ésta no está apoyada en un recuerdo de Jesús que sea congruente con las convicciones que alcanzó la comunidad cristiana en la experiencia de la resurrección y la efusión del Espíritu.
5. Jesús, el fundamento de la fe Acceder a los datos que pertenecen al Jesús terreno es una compleja tarea crítica. Los evangelios no pretenden ser cronologías de la vida de Jesús de Nazaret; son relatos de la obra de Jesús centrados en su muerte y resurrección que fueron compuestos en función de la predicación de la comunidad (historiografías kerigmáticas).
Por lo tanto, los relatos combinan los recuerdos históricos con la expresión de su significado teológico y salvífico, captado en la relectura de la vida del Nazareno, hecha por la comunidad cristiana a la luz de la resurrección.
El estudio crítico de las fuentes, particularmente de los evangelios sinópticos (es decir, Mateo, Marcos y Lucas), permite identificar unos pocos elementos que con razonable seguridad histórica pertenecen al Jesús del período prepascual.
6. Las Objeciones actuales La objeción a la veracidad histórica en los tiempos presentes sigue latente en muchos ambientes. H. Koester, sobre la base de argumentos muy discutibles, y en ocasiones abiertamente inverosímiles, ha defendido la mayor atendibilidad de los evangelios apócrifos por sobre los canónicos, lo que condiciona decisivamente la investigación sobre Jesús.1 1 Cf. H. Koester, Ancient Christian Gospels. Their History and Development, Philadelphia 1990. Muy util para informarse del estado actual de la investigación es R. Aguirre, El Jesús histórico después de Bultmann, Estudios Bíblicos 54 (1996), pp. 433-463.
Algunas de estas posturas, presentes en ámbito académico, han sido popularizadas por medio del cine. El Código Da Vinci, por ejemplo, ha vulgarizado de modo bastante forzado e inconsistente, algunas objeciones contra la fiabilidad de las fuentes bíblicas y las sospechas acerca de la discontinuidad entre Jesús de Nazaret y la cristología y fe de la Iglesia.
Por otro lado, la divinidad de Jesús habría sido una novedad introducida en el año 325 por el Concilio de Nicea, su función habría sido asegurar unidad al Imperio.
Otras ficciones, como la película Stigma, insisten en que la Iglesia, centrada en sus solos intereses, a lo largo de toda su historia, no habría hecho otra cosa, aún por medios ilícitos, que ocultar la verdad de Jesús, que en realidad se encontraría en los evangelios apócrifos, particularmente en el Evangelio de Tomás.Estigma.avi
Las mismas convicciones de fondo se aprecian en el uso mediático del Evangelio de Judas que, sobre la base de un texto tardío y que cuenta sólo con un manuscrito, intenta impugnar la atendibilidad histórica de la figura de Jesús que ofrecen los evangelios canónicos.
En síntesis, todas estas presentaciones pretenden afirmar que el Cristo proclamado por la tradición eclesial es un personaje muy diferente al Jesús histórico, que caminó por Galilea en el siglo I. Volvemos entonces a la pregunta. Cómo refutar tales ideas tendenciosas.
II Fuentes extrabíblicas3 ¿Qué testimonios antiguos nos permiten conocer a Jesús de Nazaret? Los documentos más importantes son, ciertamente los textos reunidos en el Nuevo Testamento, que por lo demás son los escritos más antiguos acerca de Jesús. Sin embargo, existen otros documentos que es necesario examinar para valorar la contribución que ellos hacen a la búsqueda del Jesús histórico. 3 R. Trevijano, Fuentes para el conocimiento de Jesucristo, en: O. González de Cardedal (edc), Salvador del Mundo, Salamanca 1997, pp.25-37.
1. Testimonios de la literatura no cristiana Jesús no fue un soberano, protagonista de la alta política o de la historia bélica, ni un constructor de edificios públicos o acueductos. Para muchos de sus contemporáneos, Jesús fue un ejecutado más de una larga lista, en el marco de una política imperial de represión a los grupos nacionalistas.
El dato extrabíblico más antiguo que conservamos sobre Jesús es un texto escrito en griego entorno al año 93 por Flavio Josefo, historiador judío que defendió los territorios de Galilea contra Vespasiano, y que luego se cambió de bando y ayudó a los romanos a tomar Jerusalén en el año 70.
Al describir los acontecimientos en torno a los años 30, afirma: “En este tiempo existió un hombre de nombre Jesús. Su conducta era buena y era considerado virtuoso. Muchos judíos y gente de otras naciones se convirtieron en discípulos suyos. Pilato lo condenó a ser crucificado y a morir”
Los convertidos en sus discípulos no lo abandonaron. Relataron que se les había aparecido tres días después de su crucifixión y que estaba vivo. Según esto fue quizá el Mesías de quien los profetas habían contado maravillas”4. 4Antiquitates Iudaucae, XVII, 3,3. El texto tiene problemas críticos: hay afirmaciones que sólo se entienden como una interpolación cristiana. Por ello, ofrecemos la traducción de la versión árabe, libre de toda sospecha. Es importante notar la centralidad de Cristo y el culto que la comunidad le rinde, como a Dios, incluso a riesgo de la propia vida: Por otra parte, ellos afirmaban que toda su culpa y error consistía en reunirse en un día fijo antes del alba y cantar a coros alternativos un himno a Cristo como a Dios (quasiDeo) y en obligarse bajo juramento no ya a perpetrar delito alguno…
Otra noticia antigua proviene de Plinio el Joven, gobernador de Bitinia (actual Turquía) en torno al año 112.
En una carta al Emperador Trajano, le describe las prácticas de los cristianos. Así mismo uno de los grandes historiadores romanos, Tácito, en torno al año 116, al describir la crueldad de Nerón, también alude a Jesús de Nazaret:
“Más, ni con los remedios humanos ni con las larguezas del príncipe o con los cultos expiatorios perdía fuerza la creencia infamante de que el incendio [de Roma] había sido ordenado [por Nerón].
En consecuencia, para acabar con los rumores, Nerón presentó como culpables y sometió a los más rebuscados tormentos a los que él vulgo llamaba cristianos, aborrecido por sus ignominias. Aquel de quien tomaban nombre; Cristo, había sido ejecutado en el reinado de Tiberio por el procurador Poncio Pilato
Junto con la mención histórica acerca de Jesús, Tácito, que profesa desprecio por lo cristianos, nos informa sobre los martirios que padecieron muchos cristianos en torno al año 64, es decir, durante la persecución de Nerón.
Finalmente, Suetonio, recuerda que por el año 49, el Emperador Claudio “expulsó de Roma a los judíos, que provocaban alboroto continuamente a instigación de Cresto” 6. 6 Suetonio, Claudius, 25
Naturalmente Cresto es una deformación del nombre de Cristo. Esta noticia concuerda con Hech 18,2-3, que menciona a un judío llamado Aquila y a su mujer Priscila, quienes habían salido de Roma por causa del decreto de Claudio.
De este modo, la existencia de Jesús, sus prodigios, la conformación de un grupo de seguidores, las circunstancias de su muerte, la participación de Pilato y las tempranas y firmes convicciones de sus discípulos, tanto de su resurrección como de su divinidad, están atestiguadas por varios autores no cristianos e incluso anticristianos.
De la inmensa mayoría de las decenas de millones de habitantes del Imperio Romano, no sabemos nada; de un grupo reducidísimo conocemos el nombre; y de un grupito aún más pequeño, poseemos algunos datos biográficos. Jesús, entonces, pertenece al pequeñísimo grupo de los personajes mejor conocidos de la antigüedad.
No sólo sabemos más de Jesús que lo que sabemos acerca de los que fueron crucificados junto a él, o de Simón de Cirene, o de Gamaliel, o del Sumo Sacerdote;
incluso si consideramos personajes tan importantes como Pilato, Procurador de la Provincia de Judea por un largo periodo, o de Tito Livio7, el gran historiador romano, nos daremos cuenta de que, en términos comparativos, sabemos mucho de Jesús, por fuentes diversas y confiables. 7“Las noticias que nos han llegado sobre la larga vida de Livio son tan escasas que se le ha llamado el historiador sin historia, o la figura más nebulosa entre los grandes clásicos”, Tito Livio, Historia de Roma desde su fundación, A. Sierra (edc.), vol I, Madrid 1990, p.16
2. Testimonios de la literatura cristiana antigua8 Contamos con textos muy hermosos que nos permiten acceder a las convicciones de los cristianos de los primeros siglos. 8 Traducciones tomadas de Fuentes Patrísticas, editadas por Ciudad Nueva.
Pero los datos acerca de Jesús que ellos contienen dependen de la tradición del Nuevo Testamento y, por tanto, no nos ofrecen datos nuevos.
La Didaché es un breve escrito judeocristiano de fines del siglo I. Es un documento precioso para conocer algo de la liturgia cristiana más primitiva y de ella podemos deducir la centralidad de Jesús en el culto cristiano primitivo.
Las cartas de San Ignacio de Antioquía, obispo martirizado en Roma en torno al año 107, nos transmiten las convicciones cristológicas de este cristianismo de origen pagano que estuvo dispuesto a entregar su vida por amor a su Señor.