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Virgilianismo en la Cristíada de Fray Diego de Hojeda

Virgilianismo en la Cristíada de Fray Diego de Hojeda. Libro I: La Última Cena y la institución de la Eucaristía. La oración en el Huerto de Getsemani . Libro I I : Un Ángel (San Gabriel) desciende al Huerto a consolarlo .

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Virgilianismo en la Cristíada de Fray Diego de Hojeda

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Presentation Transcript


  1. Virgilianismoen la Cristíada de Fray Diego de Hojeda

  2. Libro I: La Última Cena y la institución de la Eucaristía. La oración en el Huerto de Getsemani. Libro I I : Un Ángel (San Gabriel) desciende alHuertoa consolarlo. Libro III: Los sumos sacerdotes se reúnen para discutir la suerte de Cristo. Cristo es traicionado por Judas y tomado preso. Libro IV : Cristo es motivo de escarnio y burla. Pedro lo niega tres veces. Premoniciones de la mujer de Pilato. Libro V: El Sanhedrín condena a Jesús a morir crucicificado. Cristo es presentado a Pilato, luego ante Herodes quien lo interroga. Libro VI: Pilato intenta evitar la muerte de Cristo. Liberación de Barrabás. Libro VII: Judas se confiesa ante el Sanhedrín y se mata. La flagelación de Cristo en la columna. Libro V III: Es desatado de la columna y sentado en un rincón. Libro IX : La burla de los soldados quienes lo llaman "rey". La coronación de espinas. Es llevado nuevamente ante Pilato: "Ecce Homo". Libro X: Pilato vacila pero los judíos lo desafían en nombre del César. Libro X I : Cristo en el camino de la Cruz. Encuentro con su Madre. La Crucifixión. Libro XI: La Cruz es levantada. El cielo se oscurece. Cristo muere y se rasga por medio el velo del Santuario. Longinos atraviesa el costado de Cristo. El descendimiento de la Cruz. El entierro de Cristo.

  3. Tópicos y recursos • InvocatioMusarum • Écfrasis • Retrospección y Prospección

  4. Invocatiomusarum Mas ¡oh tú, Mente sacra, antigua ciencia Que el cerebro enriqueces soberano De la infamia singular esencia, Y la ignorancia ves del seso humano! (I, 74) Mas ¡Oh tú, Gracia eterna, sabia musa, Que por el cristalino empíreo cielo Con vivo resplandor estás difusa En sacras menes de glorioso celo! Porque es mi alma en distinguir confusa Aun conceptos vilísimos del suelo, Tú ilustra y purifica mis sentidos Con tus conceptos de tu luz vestidos.(II, 20)

  5. Invocatiomusarum Mas ¡Oh tú, resplandor maravilloso, Del Padre de las lumbres soberano, Sobre quien vino el ímpetu furioso Del ejército de ángeles profano! Un sentimiento y corazón piadoso Me comunica de tu propia mano Para que sienta y diga, llore y hable El rigor de tus penas inefable. (IV, 51) Mas ¡Oh tú, madre de varones sabios Noble academia de sagradas ciencias! Si no es hacer a tu valor agravios Y oscurecer, ilustre religión, mis labios, Y de tus generosas influencias ¡Oh círculo de estrellas rutilante!, Dame, para tu gloria, luz bastante. (V, 159)

  6. Invocatiomusarumen La Eneida Dime las causas, Musa; por qué ofensa a su poder divino, por qué resentimiento la reina de los dioses forzó a un hombre, afamado por su entrega a la divinidad, a correr tantos trances, a afrontar tantos riesgos. Virgilio franqueado por las musas Clío y Melpómene en un mosaico del siglo IV.

  7. Écfrasis (L. I) Así es verdad; que en su tragedia triste la figura de todos representa, y de sus culpas una ropa viste tejida de maldición, hecha de afrenta. Vistiósela, y ahora no resiste ser echado por ella en la tormenta cual otro Jonás; antes le parece que ya perdón con ella les merece. (I, 96) Por eso, cual se fuera miserable injusto pecador, se postra en tierra, y barre con su rostro venerable el polvo que a Dios hizo tanta guerra. La vestidura, pues, abominable de siete fajas consta, y siete encierra, tejidas de pecados, telas varias, si bien unidas, entre sí contrarias. (I, 97)

  8. Soberbia: Adán y Eva, Nembrot, Abimelec, Sabelio, Arrio, Lutero. • Avaricia: Adán, Aacab. Nabot. • Ira: Sila, Pompeyo, Julio César, Fabio, Antíoco, Mahoma, conde Julián. • Gula: Heliogábalo, Enrique VIII. • Envidia: Caín, Saúl. • Pereza • Lujuria: Siquem, David y Betsabé, Absalón, Salomón.

  9. Écfrasisen La Eneida (Atollensumerofamamque et fatanepotum: «cargando en su hombro la fama y destinos de sus descendientes. Allí la historia de Italia y los triunfos romanos, sin ignorar a los adivinos y conocedor del tiempos venideros, los había forjado el señor del fuego, allí todo el linaje de su futura estirpe a partir de Ascanio y, por su orden, las guerras sostenidas (626-629) Había labrado tumbada en el verde antro de Marte a la loba parturienta, a los gemelos en torno a sus ubres jugueteando, colgando pequeños y mamando de su madre sin temor, a ella con su tierno cuello doblado lamiéndolos alternativamente y sus cuerpos modelando con la lengua. (630-634)

  10. Écfrasis (L. II) De los grandes palacios inmortales Donde vive el Señor de los señores, Píntame las murallas celestiales, Las anchas puertas y altos corredores; Y aquellas salas con verdad reales En materia y en arte y en labores, Y lo que estaba dibujado en ellas Con rayos de oro y esplendor de estrellas. (II, 21) Las doce tribus de Jacob valientes Estan en los umbrales sobrescritos, Y en las basas de mármoles lucientes Doce maestros de christianos ritos. La materia es de piedra excelentes, Y de oro corruscante los escritos. Ninguna puerta con rigor se cierra, Porque no hay noche ni se teme guerra. (I, 23)

  11. Écfrasis en La Eneida Y así, mientras todo contempla al pie del templo enorme, esperando a la reina, mientras contempla absorto de la ciudad cuál sea la suerte, y las brigadas de obreros y el esfuerzo de los trabajos, ve por orden las luchas de Troya y las guerras que había divulgado la fama por todo el orbe, y a los Atridas y a Príamo y con ambos al cruel Aquiles.

  12. Écfrasis (L. VIII) Cantaba así Miguel, y así cantaban Con dulce, pero intensa melodía, Los ángeles que a Dios música daban En aquel lastimoso y triste día; Y en tarjas de conceptos dibujaban Al Verbo de inmortal sabiduría, Los hecho de los mártires valientes De varios tiempos y diversas gentes. (VIII, 141) A ninguno dejaron escondido En sobras negras de infeliz pintura, De cuantos nobles mártires ha habido En la Iglesia bañados de luz pura; Y entre ellos con su ingenio esclarecido Formaron, cual en ínclita escultura, ¡Oh Madre!, las clarísimas hazañas De los que a Dios parieron tus entrañas. (VIII, 142)

  13. Écfrasis en La Eneida En medio las flotas de bronce, la batalla de Acio, podía vislumbrarse y en organizado Marte verías toda Leúcate y refulgir el mar en oro. Aquí Augusto César conduciendo a los Ítalos al combate junto con los senadores y el pueblo, los Penates y los dioses supremos, en pie sobre la excelsa popa, a quien sus radiantes sienes esparcen doble llama y sobre el que brilla el astro de sus antepasados.

  14. Écfrasis (L. IX) Repúblicas enteras destrozadas Y destrozados ínclitos imperios; Ellas están entre sus pies holladas Y ellos vueltos en viles vituperios. Conservan las paredes mal gravadas En duros bronces hórridos misterios De agravios, que celebra por victorias, Y hombres impíos fingieron impías glorias. (IX, 5) Los padres que a sus hijos muerte dieron, los hijos que a sus padres maltrataron, y los que a sus hermanos ofendieron y a sus mujeres sin razón mataron, los que traidores a su patria fueron y los que por mandar la conquistaron y los que a Dios osaron oponerse, retratados allí pudieron verse. (IX, 11)

  15. Écfrasis en La Eneida A partir de aquí añade lejos también las mansiones del Tártaro, las altas puertas de Dite, y los castigos de los crímenes, y a ti, Catilina, colgando de una roca amenazadora y temblando antes los rostros de las Furias, y aparte los piadosos, concediéndoles la leyes Catón. (666-670)

  16. Prospección y Retrospección (L. I) Arde y suspira, y una muerte horrible de bravo aspecto, de osamenta dura, Cuya fiera presencia y faz terrible ser la muerte de Dios se le figura, Muerte de una grandeza inaccesible, Giganta de una altísima estatura, Muerte que ha de pasar se le presenta, Y con sola su vista le atormenta. De espinas y de sangre coronada Cerebro y sienes, y cabello y frente, La venerable cara maltratada De injurias viles de atrevida gente. La boca con vinagra aheleada, Y del cuello un cordel grueso pendiente, Y otro en las manos, hórridos despojos, Al alma se le ofrece ante los ojos.

  17. Prospección y Retrospección En sueños, atiende, se me apareció tristísimo Héctor ante mis ojos, derramando un llanto sin fin, como cuando fue arrebatado por las bigas y negro del polvo cruento y atravesados por una correa sus pies tumefactos. ¡Ay de mí y cómo estaba! ¡Qué distinto del Héctor aquel que volvió revestido de los despojos de Aquiles o que lanzaba los fuegos frigios a las naves de los dánaos! En desorden la barba y el cabello encostrado de sangre... y aquellas heridas, que muchas recibió rodeando de la patria los muros. Entre mis propias lágrimas me veía llamando al héroe y expresarle estos tristes lamento. “¡Oh, luz de Dardania, de los teucros la más firme esperanza! ¿Qué ha podido retenerte? ¿De qué riberas vienes Héctor ansiado? ¡Cómo te vemos, después de tantas muertes de los tuyos, agotados por tantas fatigas de los hombres y de nuestra ciudad! ¿Qué indigna causa tu rostro sereno manchó? ¿Por qué esas heridas estoy contemplando?”

  18. Prospección y Retrospección (L. V) Y en él vio sapientísimos maestros Que ilustraron su Iglesia con luz clara, En ciencias puros y en tratarlas diestros De fama generosa y virtud rara; Y de la antigua edad y siglos nuestros Cuando se compra la verdad más cara, Muchos grandes varones parecían Que aquel místico cielo esclarecían. (V, 150) Allí estaban los cuatro evangelistas Cual sagrados luceros alumbrados Del sol eterno sabios coronistas Y dél mismo la luz participando; Y otros de aquella edad graves salmistas Que a Dios en dulces versos alabando, De Christo compusieron los cantares Que hoy la Iglesia recita en sus altares. (V, 151)

  19. Prospección y Retrospección Estaba entonces el Anquises examinando con vivo afán unas almas encerradas en el fondo de un frondoso valle, almas destinadas a ir a la tierra, en las cuales reconocía todo el futuro linaje de sus descendentes, su posteridad amada, y veía sus hados, sus varias fortunas, sus hechos, sus proezas. Ignorante Eneas de lo que ve, y estremecido ante aquella súbita aparición, pregunta la causa, cuál es aquel dilatado río y qué gentes son las que en tan grande multitud pueblan sus orillas. Entonces el padre Anquises, "Esas almas, le dice, destinadas por el hado a animar otros cuerpos, están bebiendo en las tranquilas aguas del Leteo el completo olvido de lo pasado. Hace mucho tiempo que deseaba hablarte de ellas, hacértelas ver, y enumerar delante de ti esa larga prole mía, a fin de que te regocijes más conmigo de haber por fin encontrado a Italia."

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