150 likes | 645 Views
Rudolf Carnap. Jaime Ernesto Vargas Mendoza. Asociación Oaxaqueña de Psicología A. C. 2010.
E N D
Rudolf Carnap Jaime Ernesto Vargas Mendoza Asociación Oaxaqueña de Psicología A. C. 2010
Quizá la figura filosófica más sobresaliente del Círculo de Viena fue Rudolf Carnap (1891-1970), quien nació en Ronsdorf, en el noroeste de Alemania, en el seno de una familia de "humildes tejedores". Después de terminar el Gymnasium en Barmen, estudió en las universidades de Freiburg y Jena de 1910 a 1914, especializándose en física, matemáticas y filosofía; uno de sus profesores en Jena fue Gottlob Frege, quien junto con Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein, probablemente ejerció la más poderosa influencia en su desarrollo intelectual. Al declararse la guerra, Carnap interrumpió sus estudios, se enlistó en el ejército alemán y peleó durante cuatro años, hasta el mismo día del armisticio. De regreso en Jena, terminó su carrera y se doctoró en filosofía en 1921 con una tesis titulada "El espacio: una contribución a la teoría de la ciencia", que ya contiene algunos elementos fundamentales de su filosofía, entre otros la tendencia a considerar las controversias filosóficas como debidas a la falta del análisis lógico de los conceptos empleados, así como el compromiso con un empirismo de base, apoyado en los métodos más avanzados de la lógica y las matemáticas.
De Jena, Carnap viajó a Freiburg con una beca para continuar sus estudios, y ahí permaneció por los siguientes cinco años; durante su estancia en Jena había leído el Principia Mathematica de Russell y Whitehead, así como los trabajos ulteriores de Russell sobre la teoría del conocimiento; sin embargo, en Freiburg no pudo encontrar una copia de los Principia y como no tenía dinero para comprarse una nueva, le escribió a Russell preguntándole dónde podría conseguir una copia usada de su obra. La respuesta fue una carta de 36 páginas en la que Russell condensó todas las definiciones en que se basan las conclusiones más importantes de su monumental libro. Con este tesoro, Carnap pudo terminar su texto Elementos de lógica matemática en 1924, aunque no se publicó hasta 1929.
Dos años más tarde, Carnap aceptó una invitación de la Universidad de Viena para fungir como instructor (Privatdozent) de filosofía, posición en la que permaneció por los siguientes cinco años; además de ingresar al Círculo de Viena y de convertirse en uno de sus miembros más asiduos e importantes, en ese lapso Carnap publicó su famoso libro La construcción lógica del mundo. De este volumen Ayer dice lo siguiente: Un trabajo inmensamente ambicioso que refleja, igual que todas las otras obras de Carnap, enorme labor y muy grandes logros teóricos, y que adopta el punto de vista que llamó solipsismo metodológico. El uso del término "metodológico" fue claramente intencionado: pretendía inhibir las discusiones sobre problemas epistemológicos a los que seguramente daría cabida la elección de una plataforma solipsista.
Todos los que hemos leído el famoso Aufbau, de Carnap estaremos de acuerdo en que se trata de un tour de force filosófico, la culminación de un programa iniciado por Russell, que partiría de las bases empíricas más simples y que crecería lógicamente hasta alcanzar la descripción definitiva de nuestro conocimiento de la realidad; en otras palabras, la presentación de un programa fielmente empirista, apoyado no sólo en el atomismo lógico de Russell sino en el fenomenismo de Mach. La diferencia principal era que, si bien Mach planteó a las sensaciones y los pensamientos como dados, y su preocupación fue analizarlos en búsqueda del mecanismo por el que las sensaciones generan a los pensamientos, Carnap no supuso que su empresa tuviera mucho que ver con procesos psicológicos. Más bien se trataba de una reconstrucción racional, de la descripción esquemática de un procedimiento imaginario, consistente en pasos específicos, prescritos racionalmente; además, influido por los psicólogos partidarios del movimiento Gestalt, que postularon que las experiencias no se registran como la suma de muchas sensaciones individuales sino como paquetes integrados, Carnap propuso que los componentes de las percepciones son experiencias instantáneas totales, en lugar de datos sensoriales aislados.
De todos modos, las unidades aceptadas por Carnap para construir la estructura lógica del mundo no fueron las experiencias elementales sino las semejanzas y diferencias que reconocemos entre ellas; es decir, no son los hechos mismos sino las relaciones que percibimos entre ellos las que se encuentran en la base de todo el edificio carnapiano. Naturalmente, las semejanzas pueden reconocerse entre más de dos experiencias elementales, lo que permite identificar "círculos de semejanza" que a su vez pueden coincidir o superponerse en parte, con lo que Carnap introdujo su concepto de la "clase cualitativa", definido como sigue: Una clase k de experiencias elementales se convierte en una clase cualitativa cuando k está contenida totalmente en cada círculo de semejanza que contiene por lo menos la mitad de ella y si, para cada experiencia elemental x que no pertenece a k, existe un círculo de semejanza que contiene a k y al que x no pertenece.
En el mismo año en que apareció La construcción lógica del mundo (1928), Carnap publicó otro pequeño volumen con el largo pero explícito título de Seudoproblemas en filosofía: otras mentes y la controversia del realismo. En este texto Carnap ya se muestra profundamente influenciado por Wittgenstein, en vista de que abandona su postura previamente neutra respecto a la metafísica y se convierte en su principal y más importante enemigo. A partir de esa época, los problemas metafísicos generales, y especialmente la controversia entre idealismo y realismo, se identificaron como seudoproblemas. Las ideas de Carnap prevalecieron en el Círculo de Viena y hasta persuadieron a Schlick (quizá no completamente) de abandonar su persistente realismo. El concepto de seudoproblema filosófico influyó en otros filósofos de la ciencia y nunca estuvo ausente de los escritos ulteriores de Carnap, cuando se interpretan de acuerdo con lo que este autor identificaba como el "principio de la verificabilidad" de Wittgenstein.
El principio de la verificabilidad establece que el significado de una proposición está dado por las condiciones de su verificación y que tal proposición sólo es cierta cuando es verificable en principio. En términos más generales, la teoría específica que las palabras adquieren significado sólo cuando satisfacen ciertas condiciones empíricas, directas o indirectas; Carnap incluyó además a algunas expresiones lingüísticas y matemáticas, que no poseen contenido objetivo, en vista de que se relacionan con la estructura de los lenguajes en los que se expresan las proposiciones empíricas. Pero todas las otras proposiciones deben descartarse, en vista de que no tienen significado; esto incluye a la inmensa mayoría o a todas las proposiciones metafísicas, éticas y estéticas. Carnap sugiere que los problemas formulados en estas áreas sólo pueden responderse por medio de proposiciones sin significado, y por lo tanto se trata de seudoproblemas. El concepto de los seudoproblemas fue adoptado por los positivistas lógicos del Círculo de Viena como uno de sus principales arietes en contra de la metafísica.
Otro aspecto del positivismo lógico de Carnap, que por cierto este autor adoptó de Neurath, fue su postulado de la unidad de todas las ciencias; de acuerdo con este postulado, los protocolos de todas las ciencias (físicas, biológicas y sociológicas) pueden y deben expresarse, en última instancia, en forma de enunciados cuantitativos de puntos definidos de espacio-tiempo. En otras palabras, Carnap surgió como el más articulado defensor de una vieja postura filosófica en la ciencia, el reduccionismo, que poseía una antigua tradición (apoyada en todos los opositores de Aristóteles, que no eran pocos), una fuerte presencia en su tiempo (los antivitalistas, que eran legión), y un futuro repleto de éxitos sensacionales, como la biología molecular y la ingeniería genética, que son fluorescentes realidades actuales.
Naturalmente el reduccionismo de Carnap se enfrentó a corrientes tanto directamente opuestas como tangencialmente distintas, cuyo contenido, impacto y vigencia no voy a examinar aquí. Lo que sí mencionaré es el hecho histórico de que en 1938 se publicó en Chicago el primer volumen de la Enciclopedia universal de la ciencia unificada, editado por Neurath y con colaboraciones del editor, de Neils Bohr, Rudolf Carnap, John Dewey, Charles W. Morris y Bertrand Russell.
En este volumen Carnap contribuyó con un artículo titulado "Logical Foundations of the Unity of Science" (Bases lógicas de la unidad de las ciencias") en donde plantea las tesis principales del empirismo lógico, que han sido admirablemente resumidas por Salmerón en las seis siguientes: 1) La lógica de la ciencia prescinde del contexto social (histórico o psicológico) del historiador. 2) La distinción entre ciencias empíricas y formales es de contenido, no de concepto. 3) Las ciencias empíricas constituyen un todo continuo, que va desde la física hasta la sociología, y que incluye no sólo a los hechos sino a las leyes. 4) No hay ciencias empíricas diferentes que tengan fuentes de conocimiento diferentes o usen métodos fundamentalmente distintos, sino divisiones convencionales para propósitos prácticos. 5) El progreso de la ciencia es un avance en los niveles de exactitud pero, sobre todo, de reducción. 6) Las leyes científicas sirven para hacer predicciones; en esto consiste la función práctica de la ciencia.
Salmerón comenta estas seis tesis como sigue: El esfuerzo contenido en los seis pasajes numerados no pretendía, por supuesto, la constitución de una disciplina de carácter especulativo que, por encima de las ciencias especiales, legislara sobre la forma en que éstas deberían cumplir su trabajo. Se presentaba solamente como el análisis descriptivo de una estructura lógica, cuyos rasgos unitarios permitían comprender la forma de operar de la investigación científica en su trato con la experiencia y, como consecuencia la organización de las disciplinas y de sus relaciones. Sin embargo, muchas condiciones contribuyeron a frustrar aquel propósito: entre ellas, la limitación impuesta por el modelo elegido como ciencia ejemplar; la postulación de una meta de unidad, que la marcha de la investigación no ha logrado todavía confirmar; y el rechazo de una manera de entender la teoría, en el sentido de contemplación del mundo, que en la tradición filosófica siempre ha implicado la continuidad entre la teoría pura y la práctica vivida.
Carnap introdujo algunas modificaciones a los principios positivistas de la verificabilidad y del reduccionismo, para hacer frente a ciertas críticas de Popper y para acercar más su sistema al verdadero carácter de la práctica de la ciencia. En relación con la verificabilidad, Carnap aceptó la crítica de Popper, de que las hipótesis científicas nunca pueden verificarse completamente por medio de la observación, y la cambió por el principio de la confirmación. De acuerdo con este principio, las hipótesis pueden ser más o menos confirmadas, o desconfirmadas, por los datos observacionales. Pero además, Carnap distinguió entre la confirmabilidad, y la noción más fuerte de "experimentalidad". Una proposición es confirmable si existen registros de observaciones que la confirmen o desconfirmen, y una proposición confirmable es también experimentable cuando podemos definir y realizar a voluntad experimentos que conduzcan a su confirmación. De lo anterior se desprende que una proposición dada puede ser confirmable sin ser experimentable (como cuando sabemos que la observación de un grupo de eventos la confirmaría pero no es posible realizar los experimentos pertinentes), mientras que todas las proposiciones experimentables también son confirmables.
Respecto al reduccionismo, Carnap relajó la exigencia de que un símbolo siempre sea equivalente a otros símbolos, a que sólo lo sean en ciertas circunstancias; el resultado es que reconoció dos tipos de proposiciones científicas, unas que llamó definiciones y que si son reducibles, y otras que llamó reducciones y que no lo son. En las definiciones siempre es posible sustituir el nuevo símbolo por medio de otros símbolos equivalentes, mientras que en las reducciones esto ya no es posible; en vista de que muchos términos científicos, según Carnap, son reducibles pero no definibles, no es posible sostener la exigencia de que se logre una traducción de cada proposición científica al mismo lenguaje de la física.
BIBLIOGRAFIA : RUDOLF CARNAP http://omega.ilce.edu.mx:3000