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Las amistades están hechas a trocitos. Trocitos de tiempo que vivimos con cada persona. No importa la cantidad , sino la calidad de tiempo que pasamos con un amigo. Algunos necesitan días, y otros solamente cinco minutos.
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Las amistades están hechas a trocitos
Trocitos de tiempo que vivimos con cada persona. No importa la cantidad, sino la calidad de tiempo que pasamos con un amigo. Algunos necesitan días, y otros solamente cinco minutos.
Hay amistades hechas de risas o dolores compartidos; otras de horas de escuela; otras de juegos de juventud, salidas, cines, o diversiones; otras de un momento clave vivido en coincidencia...; y luego están aquellas que nacen sin saber por qué ... ... incluso de silencios comprendidos, o de simpatía mutua sin explicación.
En El Principito, su autor (Antoine de SAINT-EXUPÉRY ) escribe una frase que aprendió en el colegio marianista de Friburgo (Suiza): “Lo esencial es invisible a los ojos”. La amistad no se ve con los ojos, se siente con el corazón.
Saint-Exupéry dice en “El Principito”: “El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante”. El tiempo que “perdemos” con cada amigo, pensando en él, escuchándole, ayudándole…, hace a ese amigo importante. Es tiempo ganado, aprovechado, vivido y compartido. Ese tiempo compartido se conserva para unos minutos, para un año o para siempre. Alimentando la confianza del otro instantáneamente, podemos reír o llorar con él.
Lo importante es aprovechar al máximo el minuto vivido, y atesorarlo después en ese baúl de los recuerdos que es nuestro corazón... Ahí están nuestros amigos, las personas que han dejado huella en nosotros.
Cada vez que tengas delante a quien consideras tu amigo, házselo saber. Para mí, son un tesoro, porque me hacen sentir querido y recordado. ¡¡Gracias por tu trocito!!