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automático. Mi esposa. “¡Qué hermosa eres, amada mía, qué hermosa eres!” . Cantares 4,1. El Cantar de los Cantares.
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automático Mi esposa
“¡Qué hermosa eres, amada mía, qué hermosa eres!” Cantares 4,1.
El Cantar de los Cantares. El rey Salomón de Jerusalén fue el autor de este poema. El motivo de su escritura fue singular: El gran rey, magnífico en su sabiduría y poderoso en su autoridad, que provocó hasta la admiración de la reina de Saba, no pudo impresionar a una simple campesina de la cual se enamoró. Por la fidelidad y la constancia del amor de ella a un joven pastor, el rey perdió. La obra quizás fue escrita en torno a año 1020 a.C; y el contenido del libro se presenta mediante una serie de conversaciones entre distintos personajes que expresan un tema conmovedor: El amor de una joven aldeana de Sunem a su compañero pastor.
Llegaste a mí en las horas tenebrosas de mis desvaríos, haciendo vibrar los tiempos de mi corazón.
Contigo me embriagó el color de las flores y el vagar de las estrellas.
Contigo me libré de las brumas del pasado y del inexorable desafío del destino.
Contigo olvidé ser rayo fulgurante y me hice mansa lluvia que calmó mi doliente corazón.
…porque no fueron las flores muertas las que perfumaron la brisa que templó mi espíritu.
Contigo, ¡lejos quedaron los anhelos juveniles, y aún más lejos los días de mi niñez!...
…porque, ahora, sin pertrechos ni armaduras, ligero de impedimenta, sé que asido de tu mano, ¡logro mi libertad!
…que el cielo y la tierra eres tú, y que tú eres ¡el final de mi camino!
Mi esposa. “¡Que hermosa eres, amada mía, qué hermosa eres!” Llegaste a mí en las horas tenebrosas de mis desvaríos, haciendo vibrar los tiempos de mi corazón. Y abandoné contigo el sendero turbulento de mi vida. Contigo me embriagó el color de las flores y el vagar de las estrellas. Contigo me libré de las brumas del pasado y del inexorable desafío del destino. Contigo olvidé ser rayo fulgurante y me hice mansa lluvia que calmó mi doliente corazón. Contigo no me angustió el enigma de lo no nacido, porque no fueron las flores muertas las que perfumaron la brisa que templó mi espíritu.
Contigo, ¡lejos quedaron los anhelos juveniles, y aún más lejos los días de mi niñez!; porque, ahora, sin pertrechos ni armaduras, ligero de impedimenta, sé que asido de tu mano ¡logro mi libertad! Y, al fin, sé que el cielo y la tierra están en ti, que el cielo y la tierra eres tú, y que tú eres ¡el final de mi camino!
Mi esposa. Texto : Pedro Martínez Borrego. Imágenes: Internet. Tema musical: Sentimientos - Fausto Papetti.