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Miguel-A. “El prometedor futuro de Kenny”. Kenny, un muchacho de la ciudad, se fue al campo y le compró un burro a un viejo campesino, a punto de jubilarse, por 100 dólares. El anciano, que aún le quedaba un pedazo de huerta de por arar, acordó entregarle el animal dos días después.
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Miguel-A. “El prometedor futuro de Kenny”
Kenny, un muchacho de la ciudad, se fue al campo y le compró un burro a un viejo campesino, a punto de jubilarse, por 100 dólares. El anciano, que aún le quedaba un pedazo de huerta de por arar, acordó entregarle el animal dos días después.
- Lo siento, hijo, pero tengo malas noticias para ti: el burro se ha muerto -le dijo el campesino a Kenny el día que fue a recoger su compra. - Bueno -contestó Kenny-, entonces, si se ha muerto, devuélvame mis 100 dólares.
- No puedo, hijo. Ya me he gastado ese dinero -replicó el vendedor. - Bueno, es igual -dijo Kenny-. Entrégueme el burro muerto, entonces.
- ¿Y para qué quieres un burro muerto? -preguntó el anciano campesino-. ¿Qué vas a hacer con él?. - Lo voy a rifar -contestó el muchacho. - ¡Estás loco!. ¿Cómo vas a rifar un burro muerto?. - No voy a rifar un burro muerto. Voy a rifar un burro vivo. Lo que pasa es que, por supuesto, no le voy a decir a nadie que el burro de mi rifa ya está muerto.
Un mes después de este suceso, el campesino encontró nuevamente a Kenny, y le preguntó: - ¿Qué pasó con el burro?. - Lo rifé -respondió Kenny-. Vendí 500 papeletas a dos dólares cada una. Y gané, en limpio, 898 dólares. - ¿Y nadie se quejó de que el burro estaba muerto? -preguntó extrañado el anciano. - Bueno, sí. Solamente se quejó el ganador -replicó Kenny-, pero a él ya le devolví los 2 dólares de su papeleta.
Años más tarde, Kenny, cuando fue un poco mayor, creó su propia compañía, la PUNTO.COM