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La oración del preso. Por: Jason Cárdenas. No te pido en el día ese sol que no merezco, ni te pido en la noche esa luna que desprecié. No te pido la dulce libertad de la cual hoy amargamente carezco, porque siendo libre quisiste hablarme, pero fue en la cárcel que te escuché.
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La oración del preso Por: Jason Cárdenas
No te pido en el día ese sol que no merezco, ni te pido en la noche esa luna que desprecié. No te pido la dulce libertad de la cual hoy amargamente carezco, porque siendo libre quisiste hablarme, pero fue en la cárcel que te escuché.
No te pido que abras frente a mí el mar rojo, para que en presencia de mis enemigos pueda yo en seco cruzar.
Ni te pido que hagas frente a mí un milagro del cual yo luego, mal agradecido y soberbio, pueda sin escrúpulos dignarme a olvidar.
No te puedo pedir como José que te acuerdes de mí en este lejano y solitario lugar, porque reconozco y sé que cuando vino a buscarme la mujer de Potifar….
…no dudé un momento ni me quise yo de Ti acordar, al enredarme en los brazos del deseo y al deleitarme en el placer del pecar.
Cómo podría yo, Señor, tan egoístamente pedirte que seas Tú quien recoja lo que con mis manos sembré.
Cómo podría yo, Señor, después de tanto herirte y pagarte haciendo daño cuando Tú hiciste tanto bien, pedirte que seas el paño para enjugar mis noches.
Tan sólo, Señor, te pido que no vaya a ser mi vida echada en el olvido, como se pone una vieja carta en el fondo de un cajón…
…sino que sean mis días cautivos como un faro de luz para mi generación, y que esté donde esté todos sean testigos de que Cristo vive en mi corazón.
No te enojes, Señor, si soy atrevido, pero con mi corazón humillado te pido que no se apague mi luz sin que derrames sobre mí la promesa de tu Santa Unción. Por: Jason Cárdenas