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A las Hnas ancianas y/o enfermas

A las Hnas ancianas y/o enfermas. Les escribo en la solemnidad de la Santísima Trinidad y en el marco del encuentro del Papa con el Patriarca de Constantinopla y con los Presidentes de Palestina e Israel.

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A las Hnas ancianas y/o enfermas

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Presentation Transcript


  1. A las Hnas ancianas y/oenfermas

  2. Les escribo en la solemnidad de la Santísima Trinidad y en el marco del encuentro del Papa con el Patriarca de Constantinopla y con los Presidentes de Palestina e Israel.

  3. No puedo hacer callar mi corazón que desde hace tiempos me sugiere encontrarlas para expresarles cuanto he experimentado en estos seis años de servicio en el Instituto al visitarlas en diversas partes del mundo.

  4. Ustedes son en nuestra familia aquellas perlas preciosas que no pierden la belleza a pesar de la edad que avanza. No están sujetas al paso del tiempo, sino que conquistan una nueva luminosidad por la sabiduría, la oración, el ofrecimiento gozoso que las hace agradables a los ojos de Dios.

  5. Ustedes mantienen vivo, con modalidades distintas, el carisma salesiano por el que cada una da dado lo mejor de sí, tejiendo la propia existencia con los hilos del “Da mihi animas ceteratolle” y el “A ti te las confío”

  6. Hace 6 años cuando inicié mi servicio en el Instituto, sentí dentro de mí el mandato “A ti te las confío”. He tenido como un don precioso esta consigna que tiene un rostro carismático. En aquel momento todas las FMA entraron en mi vida sin distinción de edad, cultura, trabajo o formación.

  7. Con la luz del Espíritu Santo, la gracia de Dios, la colaboración de las Hermanas del Consejo y de cada una de las FMA he buscado ser fiel a las exigencias de esta llamada con un sabor del todo “Mornesino”. Debo reconocer que me he sentido acompañada sobre todo de ustedes queridas Hnas.

  8. Ustedes han sido mis “compañeras de viaje” al recorrer los cinco continentes. Con su oración y ofrecimiento, con la bondad contagiosa, con demostraciones de afecto y con apasionado sentido de pertenencia me han sostenido, llenándome de esperanza y de un nuevo amor para ser “hermana entre hermanas”.

  9. En los encuentros personales y comunitarios me resonaba siempre el “A ti te las confío” como si Dios me confiara la persona de cada una de ustedes.

  10. Un confiarnos recíprocamente vivido en la alegría de pertenecer a una Familia que es toda de María, y que gracias a la fidelidad de ustedes ha mantenido viva la pasión educativa y evangelizadora de generación en generaciones para que los jóvenes encontraran a Jesús, fuente de verdadera felicidad.

  11. Me encuentro en plena sintonía con el Papa emérito Benedicto XVI que dijo a un grupo de ancianos: “Alguna vez, a una cierta edad, nos volvemos al pasado lamentándonos, de cuando éramos jóvenes, que se gozaba de energías físicas, se hacían proyectos para el futuro. Así lo veo, a veces, se cae en la tristeza considerando esta fase de la vida como el tiempo del ocaso…”

  12. Quisiera decirles con profunda convicción: ¡Es hermoso ser ancianas! En cada edad es necesario descubrir la presencia y la bendición del Señor, la riqueza que esa contiene. No es necesario nunca dejarse aprisionar por la tristeza. Hemos recibido el don de una larga vida. Vivir es bello también a nuestra edad, no obstante cualquier “achaque” y cualquier limitación.

  13. En nuestro rostro se vea siempre la alegría de sentirnos amadas por Dios, y no la tristeza, nosotras queremos que la alegría como la llamaba M. Mazzarello, el optimismo, la esperanza brillen en nuestro rostro con una sonrisa contagiosa, pacificadora, luminosa porque está arraigada en una vida de fe profunda.

  14. El Papa Francisco manifiesta una simpatía y un aprecio especial por las personas ancianas. Muchas veces ha subrayado como las personas ancianas son indispensables para la sociedad y para la Iglesia, y yo agrego, para nuestra Familia Religiosa: “Ellas tienen la sabiduría de la vida, para transmitir a los otros, y participar plenamente de la misión de la Iglesia.

  15. Queridas Hermanas, ancianas y/o enfermas, ustedes son piedras vivas del Monumento de gratitud que D. Bosco ha querido que fuéramos. Sí, así lo veo yo: jóvenes en el espíritu a pesar de las fatigas que la edad y a veces la enfermedad llevan consigo. ¡Cuánto me han enseñado ustedes con su testimonio de vida!

  16. Quisiera que sintieran en estas expresiones mías los sentimientos de gratitud por su disponibilidad cotidiana para juntar soledad y fraternidad, aridez y vida de fe, nostalgia del pasado y valoración del presente en prospectiva de futuro. Les agradezco sobre todo por la oración vivida en profunda intimidad con el Señor Jesús.

  17. Algunas de ustedes me han expresado su íntimo sufrimiento por no “poder trabajar como antes” con el riesgo de sentirse frágiles, un poco inútiles, casi un peso para las Hermanas. Esto es lo que el Papa Francisco ha dicho de la sociedad moderna cuando habla de la “cultura del descarte”. Esto no debe suceder en la Comunidad donde debe resplandecer la luz que siempre queremos tener encendida, el espíritu de familia

  18. Es en el espíritu de familia donde ustedes pueden devolver al Señor cuanto la vida les ha dado. Me parece oír muchas voces que me preguntan: “Madre, ¿cómo?. Ante todo reconociendo que la misión esencial en esta estación de la vida es acoger con disponibilidad y alegría la Voluntad de Dios.

  19. Dios las mira con predilección, las ama con un amor gratuito e infinito, cuenta siempre con ustedes. Lo que importa, lo hemos dicho en varias ocasiones, no es trabajar mucho , sino estar totalmente a disposición de Dios

  20. El Papa Francisco recientemente ha subrayado que la Iglesia debe contagiar , debe anunciar por atracción y no solo con las palabras. Ustedes, queridas Hermanas, evangelicen por contagio, con el testimonio de su existencia que dice como es hermoso y bello apagarse hasta el fin por causa del Reino de Dios

  21. Unas palabrascon mucha confianza

  22. Mientras les renuevo mi gratitud y la de todas las Hermanas esparcidas por el mundo, les pido una oración especial para el próximo CG XXIII para que sea verdaderamente un evento de Espíritu Santo . Que Él nos encuentre dóciles, abiertas para acoger las sugerencias que poco a poco emergen, para que nuestro Instituto y cada Comunidad, puedan ser hoy con los jóvenes casa que evangeliza.

  23. Un Instituto que es valiente para ir hacia las periferias que son el “lugar teológico” en el cual se encuentran los signos del Espíritu y donde se reconocen los llamados a la misión, en la línea de la Exhortación apostólica EvangeliiGaudium.

  24. Si las Comunidades se definen a partir de las periferias, entonces poco a poco se transforman, pero con la condición que sean instrumentos dóciles del Espíritu Santo, verdadero protagonista de la misión. Cuento mucho con ustedes, quiero decir que sin ustedes nuestra Familia religiosa sería muy pobre. Una casa sin “abuelos” como llama a los ancianos el Papa Francisco, es una realidad sin raíces, privada de la experiencia inigualable de la sabiduría, del trabajo vivido con espíritu contemplativo.

  25. Su existencia es como un libro abierto en el cual las nuevas generaciones pueden encontrar preciosas indicaciones en el camino de la vida. Pienso en tantas FMA jóvenes que las miran a ustedes y se interrogan: “entonces es posible ser fieles durante tantos años, para siempre, hasta el último día”.

  26. ¿No es maravillosa esta misión de ustedes para las Hermanas jóvenes? Me auguro que en nuestra Familia Religiosa las relaciones entre Hermanas de diversas edades sean vividas como apoyo para las nuevas generaciones y experiencia de enriquecimiento recíproco, signo profético en nuestro mundo.

  27. Otra petición de oración que les hago es por las vocaciones. Se las pido ante todo por todas nosotras para que sea siempre más alegre nuestra respuesta a la llamada del Señor para servirlo en los jóvenes.

  28. Un recuerdo particular les pido por las FMA que están viviendo una experiencia de sufrimiento, que están cansadas y sienten el peso del compromiso en plena libertad con el Señor. La oración obtiene milagros, disminuye el sufrimiento y convierte el corazón árido llevándolo a una sorprendente conversión.

  29. Les confío las jóvenes que en las varias Inspectorías del mundo están en búsqueda vocacional y aquellas que ya han elegido el compromiso de discernir el designio de Dios en sus vidas. Quisiera que ustedes fueran el “Moisés” que con las manos en alto sostienen los jóvenes, las FMA, los laicos y las familias en su compromiso educativo. Sobre todo sueño que sea de parte de todas la valentía de la propuesta vocacional en sus varias expresiones.

  30. Muchas de nosotras somos FMA porque hemos encontrado quien con discreción y claridad, ha dicho con el testimonio de la vida que es bello seguir a Jesús.

  31. El carisma es un don y una responsabilidad para todas las estaciones de la vida y estoy segura que ustedes son conscientes de esto. Que en su corazón esté la alegría de comunicar a las FMA jóvenes la confianza en el futuro de Dios, en la fidelidad de su amor y por lo tanto en el cumplimiento de su designio de salvación

  32. Un auguriode vidacon María

  33. En Valdocco y en Mornés María siempre ha tenido un puesto importante e insustituible. No podemos pensar nuestra vida, nuestra Familia Religiosa sin su presencia viva y operante. Mi augurio es que María continúe siendo la Maestra de vida espiritual.

  34. Ella ha mantenido la fe en el Sí dicho al Señor en cada momento de su existencia. Aquel “Heme aquí” la ha acompañado en Nazaret, en Caná, en el Calvario y en el Cenáculo. Ella les ayude a hacer una síntesis sapiencial de lo vivido, a releer las grandes cosas que Dios ha obrado en sus vidas, en la vida del Instituto, de la Iglesia y del mundo.

  35. Jesús todavía hoy nos dice: “He aquí a tu Madre” ¡cuánta ternura y confianza en estas palabras de nuestro Esposo!

  36. Agradezcamos a María Auxiliadora por todas las gracias que concede al Instituto, haciéndonos sentir su presencia materna que guía y sostiene el camino de nuestra fidelidad vocacional. Ella nos obtenga la docilidad al Espíritu Santo, fuerza para realizar la gran misión que Dios nos ha confiado: la educación evangelizadora de las nuevas generaciones

  37. Acojan queridas Hermanas ancianas y/o enfermas, estas expresiones que brotan del corazón de madre que les agradece, las quiere, tiene confianza en ustedes, las siente presencia viva. ¡Dios las bendiga! A María Auxiliadora confío el dar a cada una mi abrazo de reconocimiento y el de tantas FMA, de las Comunidades Educativas y de numerosos jóvenes que cuentan mucho con ustedes.

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