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AISTHESIS JUAN MANUEL ft. JULIÁN. COMPAÑEROS AGRADECEMOS SU COLABORACIÓN CUANDO TERMINEN CAMBIEN EL NOMBRE DEL ARCHIVO, CAMBIEN AISTHESIS POR EL DE CADA UNO DE USTEDES. AISTHESIS EL VER.
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AISTHESISJUAN MANUEL ft. JULIÁN COMPAÑEROS AGRADECEMOS SU COLABORACIÓN CUANDO TERMINEN CAMBIEN EL NOMBRE DEL ARCHIVO, CAMBIEN AISTHESIS POR EL DE CADA UNO DE USTEDES
AISTHESISEL VER El amanecer de partida al Rita-Kuwa fue hermoso, muy hermoso. He tenido la gran fortuna de ver muchos amaneceres muy bellos y cada uno muy diferente a otros, este fue uno de los hermosos, de los que me anchan el corazón……pero en este viaje no ha sido lo más impactante para mí, en cambio visualmente si me fue más impactante cuando estuve al borde del glaciar y estuve un buen rato contemplando a mis estudiantes mientras jugaban en la nieve, como niños pequeños, los veía hacer angelitos, chupar nieve, dar pasos inseguros, tocar los cristales, tomar fotografías … y siempre sonriendo como nunca en clase, pues había brillo en sus ojos y fue entonces cuando me descubrí a mi misma sonriendo.. Fue un momento muy feliz, basada únicamente en lo que veía.
EL OIR dom,21 noviembre, 2010 21:59 Re: Rv: TUAREG, el hombre azul del desierto De: PILAR GIRALDO <pilar_giraldo_rivera@yahoo.es> Ver contacto Para: fernandoramirez <fergusdelosandes@yahoo.com> Precioso....gracias. En una travesía en Marruecos, con el grupo de montaña de Granada, mientras bajábamos de una montaña...todos quedamos hipnotizados con un cantar o silbido o música o cántico que no podíamos identificar, pero que ninguno quiso siquiera interrumpir para preguntar, tampoco lográbamos ver nada...todos fuimos reuniéndonos poco a poco al lado de una roca y en silencio mirábamos los rincones de la montaña mientras escuchábamos ...de pronto vimos entre las rocas y a lo lejos, uno punto azul, alargado y en movimiento...era un hombre, un pastor, un Tuareg.....caminaba serenamente mientras emitía ese sonido e iba guiando a las cabras....creo que es de las experiencias más mágicas que he vivido en la montaña....contarlo parece algo relativamente normal...pues he visto muchos pastores en mis recorridos, pero nunca un cántico así....a todos nos conmovió y no lográbamos siquiera modular...fue impactante!. Esto sucedió no en el desierto, sino en la Montaña del Gran Atlas en Marruecos en medio de pueblos bereberes auténticos..... Un abrazo, Pilar En medio del silencio de las montañas, escuchar como de la nada, ese silbido del pastor para reunir a sus ovejas, fue lo que más impacto. Era comprender como a partir de un sonido, el paisaje cambiaba, las texturas se movían, unos puntos blancos de ovejas se entrelazaban con el verde del paramo…la granulometría y el color del paisaje se volvían dinámicos por instantes y solo por un sonido, como si fuera mágico. Era comprender como a partir de un sonido, hombre y naturaleza se entendían, se compenetraban tanto. Todavía me es sorprendente saber que cada oveja distingue el silbido de su pastor y lograr así encontrar el camino; mientras nosotros – los hombres- a veces, en nuestra soberbia no “escuchamos” los silbidos de nuestro pastor para guiarnos en el camino. A veces nosotros los hombres, a diferencia de las ovejas, se nos olvida “escuchar”, porque a veces las palabras van perdiendo sentido, significado, y es aquí donde esta mi otro instante clave con el “oir” durante este viaje y fue cuando algunos estudiantes al borde del glaciar me dijeron “profesora gracias”. Me dí cuenta como una simple palabra puede hacer vibrar un paisaje interior, en este caso el mío. ¿cuántas veces habremos omitido los sonidos, silbidos o palabras que hacen que las cosas cambien? Ese silbido me recordó una bonita experiencia que tuve en las montañas del Gran Atlas en Marruecos y que le escribí hace unos días a un amigo a propósito de un mensaje que me envió y que también comparto con ustedes. SE llama “Tuareg” y lo adjuntaré en nuestra wiki. Lo que le escribí:
AISTHESISEL TOCAR • No tengo la foto…creo que Melissa o Sebastian si. Siempre que voy al páramo, hay algo que hago incansablemente y con ansia, un ritual propio: siempre acaricio la hoja y la flor de un frailejón. Es una textura que esta en mi memoria táctil como las más hermosa. Representa para mi, la caricia del paisaje, la ternura de la montaña, la fragilidad de las plantas, la suavidad de la naturaleza. ….pero en esta ocasión, he tocado algo que siempre había querido y que por múltiples circunstancias, nunca he logrado palpar en condiciones serenas….esta vez tampoco fue una situación serena , pero al menos un poquito más dilatada en el tiempo, a pesar de su brevedad, se trata de la caricia que hice en la cabeza de un ternerito….
EL OLER En este viaje, el olor que más disfrute si coincidió con el que más me gusta cuando salgo a la montaña: el olor del amanecer, huele a aire limpio, a viento, a frío, a rocío, a tierra húmeda, a fragancia de flor, a montaña, a colores vaporosos y penetrantes, a vida. Ese olor me ensancha los pulmones, me alegra el corazón, me llena de optimismo, me impregna de vitalidad y siempre me recuerda mi infancia, viviendo en fincas, en el campo. También me recuerda mi refugio actual, como el lugar de serenidad en esta vida nómada que llevo, así que ese olor a refugio y quietud me transmite calma, paz y agradecimiento con la vida.. Hasta veo en el paisaje, narices que huelen los colores… montañas que inhalan amaneceres….
EL DEGUSTAR No suelo tomar café, ni me gusta, ni puedo, pero que delicioso café nos ofreció Doña Teresa, fue un instante donde el sabor, la temperatura y el aroma transformaron un momento frío en un momento cálido. Es lo que siempre sucede con la comida que los campesinos suelen ofrecer a los visitantes, como nosotros. Siempre es comida tan sencilla, pero siempre tan deliciosa, y es lógico, porque no se trata de unos ingredientes culinarios físicos, tangibles o exclusivos; sino de todo un proceso en esa elaboración, se trata de preparar comida sin prisa y comer sin afanes. Además existen otros ingredientes que no siempre se ven y en el páramo si: el fogón, el calor, las risas, la sencillez y sobre todo, la no prisa, solo había que esperar que mermara la lluvia, el ritmo era el de la naturaleza. Fue un café acompasado con el biorritmo de la montaña. Recordé un escrito de Antoni de Mello en su libro: Un minuto para el absurdo y en el cual uno de esos relatos hace referencia a un restaurante a mitad de carretera donde un señor le pregunta a la cocinera que tiene para almorzar y ella le responde que depende y le pregunta, si viene en el autobús de ruta o no. El señor enojado le responde que eso no importa, que le diga que hay de comida que será igual independientemente si el viene en el autobús o no. Y ella le respondió que no era lo mismo, que ella no iba a permitir que un plato al cual ella a gastado toda la mañana y dado un toque de cariño se lo coma alguien que va de afán, porque el bus no demoraba en salir de nuevo, que ella esos platos los ofrece solo a quienes tienen tiempo de degustarlos. Imagino que por eso hay quienes nunca logran disfrutar la comida de los campesinos…..