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Valle de Núria. Fiesta 8 de septiembre. Ciclo C. XXIII Domingo Tiempo Ordinario. 5 de septiembre de 2010. Canto de peregrinos : “ vox nostra resonet ”.
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Valle de Núria. Fiesta 8 de septiembre. Ciclo C XXIII DomingoTiempo Ordinario 5 de septiembre de 2010 Canto de peregrinos: “vox nostra resonet”
Sa 9:13-18 Pues ¿quién puede conocer los designios de Dios? ¿Quién puede hacerse idea de lo que quiere el Señor?Los pensamientos de los mortales son frágiles e inseguras nuestras reflexiones,porque el cuerpo corruptible es un peso para el alma, y esta tienda terrena oprime al espíritu que reflexiona.Si a duras penas vislumbramos lo que hay en la tierra, y descubrimos con trabajo lo que está a nuestro alcance, ¿quién puede rastrear lo que hay en los cielos?¿Quién conocería tu designio, si tú no le dieras la sabiduría, y enviaras tu santo espíritu desde los cielos? Así se enderezaron las sendas de los que viven en la tierra, aprendieron los hombres qué es lo que te agrada, y se salvaron por la sabiduría. ¿Quién hubiera conocido tus deseos si Tú mismo no hubieras enviado el Espíritu Santo?
Salmo 89 Señor, tú has sido nuestro refugiode generación en generación. Tú haces que el hombre vuelva al polvo,diciendo: «¡Retornad, hijos de Adán!»Porque mil años son para ti como un día,un ayer que ya pasó, una vigilia de la noche.
Señor, tú has sido nuestro refugiode generación en generación. Los arrebatas, son como un sueño,como la hierba que brota por la mañana:brota y florece por la mañana,y por la tarde ya está marchita y seca.
Señor, tú has sido nuestro refugiode generación en generación. Enséñanos a calcular nuestros días,para que adquiramos un corazón sabio.¿Cuánto tardarás, Señor, en volverte hacia nosotros?Ten compasión de tus siervos.
Señor, tú has sido nuestro refugiode generación en generación. Sácianos de tu amor por la mañana,para que vivamos con alegría y júbilo.Que descienda sobre nosotrosla bondad del Señor, nuestro Dios.Da éxito a todo cuanto hagamos.
Flm 9b-10, 12-17 Yo, Pablo, anciano ya, y al presente además prisionero por Cristo Jesús, te ruego por mi hijo Onésimo, al que he engendrado entre cadenas.Habría querido retenerlo conmigo para que me sirviera en tu lugar ahora que estoy encadenado por causa del evangelio. Pero no he querido hacer nada sin contar contigo, para que tu buen proceder sea fruto de la libertad y no de la coacción. Y es que tal vez te abandonó por breve tiempo, precisamente para que ahora lo recuperes de forma definitiva, pero no ya como esclavo, sino como algo más, como un hermano muy querido. Para mí lo es ya muchísimo, pero más todavía ha de serlo para ti como persona y como creyente. Si, pues, me tienes por amigo, acógelo como me acogerías a mí. Recíbelo no como un esclavo, sino como un hermano querido.
Aleluya Salmo 118: 135 Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, enséñame tus Leyes.
Lc 14: 25-33 Como lo seguía mucha gente, Jesús se volvió a ellos y les dijo:–Si alguno quiere venir conmigo y no está dispuesto a renunciar a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, hermanos y hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. El que no carga con su cruz y viene detrás de mí, no puede ser discípulo mío. Si uno de vosotros piensa construir una torre, ¿no se sienta primero a calcular los gastos y ver si tiene para acabarla? No sea que, si pone los cimientos y no puede acabar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: “Este comenzó a edificar y no pudo terminar”. O si un rey está en guerra contra otro ¿no se sienta antes a considerar si puede enfrentarse con diez mil hombres al que le va a atacar con veinte mil? Y si no puede, cuando el enemigo aún está lejos, enviará una embajada para negociar la paz. Del mismo modo, aquel de vosotros que no renuncia a todo lo que tiene, no puede ser discípulo mío. Camino de Galilea a Judea bordeando el río Jordán.
… un día encontramos un pequeño icono de la Virgen con el Niño. Esta imagen nos ha sugerido muchas cosas.Era el símbolo de una acogida maternal. Podíamos comprender que aquella madre, como toda madre que ya ha logrado la vida eterna, continúa acogiéndonos en María, la madre de Jesús. Roger de Taizé