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FE QUE OBRA. Lección 6 para el 8 de noviembre de 2014. Santiago 2:14-26. Relación entre fe y obras. Ejemplos de fe. LA FE EN ACCIÓN.
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FE QUE OBRA Lección 6 para el 8 de noviembre de 2014
Santiago 2:14-26 Relación entre fe y obras Ejemplos de fe
LA FE EN ACCIÓN «Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma» (Santiago 2:14-17) ¿Existe una fe que salva y una fe que no salva? La fe salvífica es una fe viva. La fe, si está muerta, no puede salvar. ¿Cómo puedo saber si mi fe está viva o muerta? Según Santiago, por la forma en que me relaciono con los demás. Cuando reconocemos una necesidad pero no hacemos nada acerca de ella, perdemos la oportunidad de ejercer fe. La fe se debilita y muere un poco. Por eso la fe sin obras muere.
LA DEMOSTRACIÓN DE LA FE «Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras» (Santiago 2:18) La fe genuina se demuestra en acciones desinteresadas, «las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas» (Efesios 2:10). Pablo, tras asegurar que Dios «nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia» (Tito 3:5), nos exhorta de la siguiente manera: «Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres» (Tito 3:8) Tanto Santiago como Pablo están de acuerdo en que la fe y las obras son inseparables. Pero, al contrario de la fe, las obras de ninguna manera nos pueden salvar.
«Nuestros caracteres se revelan por lo que hacemos. Las obras muestran si la fe es genuina o no. No es suficiente que creamos que Jesús no es un impostor, y que la religión de la Biblia no consiste en fábulas arteramente compuestas. Podemos creer que el nombre de Jesús es el único nombre debajo del cielo por el cual el hombre puede ser salvo, y sin embargo, no hacer de él, por la fe, nuestro Salvador personal. No es suficiente creer la teoría de la verdad. No es suficiente profesar fe en Cristo y tener nuestros nombres registrados en el libro de la iglesia. “El que guarda sus mandamientos, está en él, y él en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado”. “Y en esto sabemos que nosotros le hemos conocido, si guardamos sus mandamientos”. Esta es la verdadera evidencia de la conversión. No importa cuál sea nuestra profesión de fe, no nos vale de nada a menos que Cristo se revele en obras de justicia» E.G.W. (Palabras de vida del gran Maestro, cp. 24, pg. 254)
LA FE DE LOS DEMONIOS «Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?» (Santiago 2:19-20) • La fe de la que habla Santiago aquí es simplemente una convicción intelectual de que ciertas doctrinas son verdaderas. La mente se convence debido a la abrumadora evidencia de la Palabra de Dios, pero el corazón permanecefrío e inconverso. • Así pues, la fe como mera creencia intelectual de la verdad, aunque es necesaria, no nos puede salvar. Ésta es la fe del «hombre vano» (vacío, hueco). Es un fe muerta; la fe de los demonios. • Es la fe en Jesús como mi Salvador personal la que me puede salvar. Esta fe será visible en mi vida, como lo fue en las vidas de Abraham y de Rahab.
LA FE DE ABRAHAM SANTIAGO PABLO «¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe» (Santiago 2:21-24) «¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne? Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia» (Romanos 4:1-5) A partir de la experiencia de Abraham, Santiago llega a la conclusión de que el hombre es justificado por las obras y Pablo llega a la conclusión de que el hombre es justificado por la fe. ¿Cómo se puede resolver esta aparente contradicción?
LA FE DE ABRAHAM Observemos la teología de Pablo respecto a Abraham. Abraham no hizo ninguna obra que lo hiciese justo ante Dios (Romanos 4:1-5) Por la fe, obedeció a Dios saliendo hacia Canaán (Hebreos 11:8) Por la fe, creyó que Dios podía darle un hijo de Sara (Romanos 4:19) Por la fe, ofreció a Isaac (Hebreos 11:19) En definitiva, Pablo (al igual que Santiago) considera que Abraham PERFECCIONÓ su fe por sus obras, dando pasos cada vez más firmes en la fe. Por su parte, Santiago nos dice que Abraham fue justificado por sus obras; es decir, las obras demuestran la validez de la fe por la cual una persona es justificada.
LA FE DE RAHAB «Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta» (Santiago 2:25-26) • Rahab creía firmemente que el Dios de los israelitas iba a conquistar Canaán (incluyendo Jericó) ¿Le habría salvado su fe si no hubiese escondido a los espías? ¿Le habría salvado su fe si no hubiese colocado el cordón grana en su ventana? ¿Se habrían salvado por fe sus familiares si no se hubiesen quedado en casa de Rahab? La conclusión de Santiago es clara: Si eres salvo por la fe, debes vivir de acuerdo con tu fe. De otro modo, tu fe está muerta.
«Necesitamos hoy la fe de Abrahán para iluminar las tinieblas que nos rodean, que impiden que nos lleguen los dulces rayos del amor de Dios y que detienen nuestro crecimiento espiritual. Nuestra fe debiera ser fecunda en buenas obras, pues la fe sin obras es muerta. Cada tarea que realizamos, cada sacrificio que hacemos en nombre de Jesús, produce una recompensa enorme. En el mismo acto del deber Dios habla y nos da su bendición» E.G.W. (Reflejemos a Jesús, 6 de marzo)