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Los ríos profundos José maría Arguedas. Alumna: Gpe Macarena Contreras Huerta 4° «A».
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Los ríos profundos José maría Arguedas Alumna: Gpe Macarena Contreras Huerta 4° «A»
Máximo exponente de la novela indigenista en el siglo XX, el peruano José María Arguedas (1911-1969) utilizo la literatura como un medio para denunciar las atrocidades en que viven los seres mas marginados de nuestro continente, los campesinos. • En la época en la que la novela latinoamericana se volvía urbana y exploraba en la experimentación estructural y lingüística.
El viejo • Infundía respeto, a pesar de su anticuada y sucia apariencia. Las personas principales del Cuzco lo saludaban seriamente. Llevaba siempre un bastón con puño de oro; su sombrero de angosta ala. Era incomodo acompañarlo por que se arrodillaba frente a todas las iglesias y capillas y se quitaba el sombrero en forma llamativa cuando saludaba a los frailes.
Los viajes • Mi padre no pudo encontrar nunca donde fijar su residencia; fue un abogado de provincias inestable y errante. Con el conocí mas de doscientos pueblos. Temía a los valles cálidos y solo pasaba por ellos como viajero. • Pero mi padre decidía irse de un pueblo a otro, cuando las montañas, los caminos, los campos de juego, el lugar donde duermen los pájaros, cuando los detalles del pueblo empezaban a formar parte de la memoria
La hacienda • Los hacendados de los pueblos pequeños contribuyeron grandes vasijas de chicha y pailas de picantes para faenas comunales. En las fiestas salen a las calles y a las plazas, a cantar huaynos en coro y a bailar. Caminan de diariocon polainas viejas, vestidos de diablo fuerte o casinete, y una bufanda de vicuña o de alpaca en el cuello.
Puente sobre el mundo • Solo un barrio alegre había en la ciudad: Huanupata. Debió ser en la antigüedad el basural de los ayllus, porque su nombre significa «morro del basural». En este barrio Vivian las vendedoras de la plaza del mercado, los peones y cargadores que trabajaban en menesteres ciudadanos, los gendarmes de las pocas tiendas de comercio.
El motín • Esa mañana, a la hora del recreo, le entregue a Antero el borrador de la carta para Silvina. • La leeré en mi cuarto a solas – me dijo. Y en la tarde la leeremos juntos. Yo te esperare a la una en la parada del colegio. • A las doce cuando los externos salían a la calle, se oyeron gritos de mujeres afuera. De pie en la pequeña escalera que conducía a mi sala de clases, ahí podíamos leer la carta.
A pesar del alumbrado débil, aquella noche, en la plaza, pude descubrir una rara diferencia de brillo en los ojos del joven costeño; el izquierdo parecía algo opaco. • Un costeño, en lo denso de los pueblos andinos.
Los colonos • A la semana siguiente se marcho el regimiento. En el cuartel quedo instalada la guardia civil. Dijeron los padres que el regimiento había marchado sobre Abancay no por el motín solamente, sino a cumplir las maniobras del año.