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ENDRINA, EN BUSCA DE LA ROSA DE HIELO. Por CRISTINA. ENDRINA, EN BUSCA DE LA ROSA DE HIELO
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ENDRINA, EN BUSCA DE LA ROSA DE HIELO Por CRISTINA
ENDRINA, EN BUSCA DE LA ROSA DE HIELO Erase hace mucho tiempo, dos hermanos que vivían a las afueras del pueblo llamado Villanorth. El chico se llamaba Sancho y era un joven fuerte y valiente, aunque no llegó a ser caballero; la chica, llamada Endrina, era una jovencita de pelo largo y rubio que le llegaba hasta la cintura, ella era igual que su hermano, fuerte y aventurera. Los dos tenían una vida tranquila en su granja, hasta que, un día tranquilo a principios de verano, se presento un extraño individuo con aspecto de brujo siniestro. − ¿Quién es usted, puedo ayudarle?− Preguntó Sancho. − ¿Dónde está la Rosa de Hielo?−Exigió el brujo. −No se de que me habla− Negó Sancho −No voy a decirlo más veces, ¿dónde está la Rosa de Hielo?−Gritó el brujo, y al mismo tiempo, pronunció unas palabras en idioma desconocido y convirtió a Sancho en piedra. − ¡Noo, hermano!−Gritó Endrina, y aunque el brujo iba a hacer lo mismo con ella, el cristal que llevaba Endrina de colgante, hizo rebotar la magia hacia el brujo, que la esquivó por los pelos. .
− ¡Grr, bruja, me las pagarás! – Gritó el brujo, y se desvaneció en el aire. ¡Pobre Endrina! ella no paraba de llorar y rezar al cielo para que su hermano recobrara su forma humana, hasta que, de puro cansancio, se durmió A la mañana siguiente, Endrina se levantó muy temprano para dejarles comida a los animales, y ella se preparó un gran queso, una torta de maíz, y un pequeño cántaro lleno de leche. Y comenzó el viaje para buscar a aquel individuo, brujo para ser exactos, que había hechizado a Sancho. De camino entró en un bosque en el que había una finísima puerta de oro, Endrina no se lo pensó dos veces y entró en la puerta donde se encontró unos pequeños duendes que no paraban de armar a un pobre elfo.
−¡ Basta, dejadlo!− Ordeno Endrina a los traviesos hombrecillos, el elfo dio gracias y se marcho corriendo. − ¡Joo, que rollo, ahora no tendremos diversión!− Se quejaron los duendes. − ¿Habéis visto a un brujo por aquí?− Preguntó Endrina. −Puede que si, puede que no, ¿tu que nos das a cambio?− Respondieron mirando la torta de maíz y el queso. −Ya está bien, vendréis conmigo.−Dijo Endrina y los cogió y ató con una cuerda. − ¡Socorro, auxilio!− Gritaban los duendes. −Si me ayudáis os daré una recompensa.−Dijo Endrina y los desató. Y siguieron el trayecto.
En esto, entraron en un bosque húmedo donde encontraron muchos árboles, todos ellos llenos de diamantes. − ¡Qué guay!−Exclamaron los duendes, y se precipitaron a cogerlos, pero, de repente, un temblor empezó a hacer grietas gigantescas en el suelo, y en una de ellas emergió una gigantesca forma. − ¡Un troll!− Gritó Endrina. Si, soy el Troll Nariz de Pepino y vosotros estáis en mi huerto, ¡os convertiré en más árboles como los demás aventureros desprevenidos, ja, ja, ja!−Amenazó el troll. − ¡Noo, por favor! ¿Hay algo en qué podamos ayudar?−Suplicaron los duendes. −Si resolvéis mi acertijo os dejaré libres, si no, os convertiréis en más árboles.− Respondió Nariz de Pepino.
− ¿Cuántos han conseguido resolver el acertijo?− Preguntó alarmada Endrina. −Ninguno lo ha averiguado todavía.− Contesto riendo el troll. −Atended bien: ¿Cuál es el animal qué camina a cuatro patas al amanecer, a dos patas al mediodía, y a tres patas al atardecer? −Hmmm, el hombre.− Contestó Endrina. − ¡Maldición, tendré qué cambiar de acertijo!− Dijo enfadado el troll Nariz de Pepino. −Quizá quieras acompañarnos y en el camino se te ocurra otro acertijo.− Dijo Endrina. −Pero, ¿qué haré con los árboles?− Preguntó tristemente el troll. − ¡Ya lo sabemos, podemos llamar a las Driadas!− Sugirieron los duendes. − ¿Pero, qué son las Driadas?− preguntó extrañada Endrina. −Las Driadas o Ninfas del bosque son hadas que se encargan de cuidar la naturaleza vegetal.−Argumentó el troll.
Pero, desgraciadamente, ¡hace años que ni un alma viene por los alrededores!− Les gritó a los duendes. −No te enfades, deja que lo intenten.− Dijo Endrina, tranquilizando al troll. Entonces, los duendes empezaron a silbar, y el húmedo pantano se convirtió en un florido y bonito bosque, donde aparecieron unas hermosas hadas. −Tranquilo, nosotras cuidaremos de todo esto.− Dijeron las hermosas dríadas. − Os lo agradezco de corazón.− Dijo el troll. Y siguieron el trayecto. Cuando atravesaron el largo bosque se quedaron paralizados, un bosque, ¡Pero esta vez de hielo! Caminaron y caminaron por un camino helado y en los laterales estaban gigantescas rocas de hielo en las que dentro había lobos y más lobos congelados. − ¿Qué es ese ruido?− Preguntó Endrina alarmada.
−Será el viento, pero sigamos, no quiero acampar aquí.− Advirtió el troll. Pero, de repente, se oyó a lo lejos centenares, millones de aullidos, y después, lo que antes eran fuertes rocas de hielo, se hicieron mil pedazos y salieron de ellas millones y millones de lobos hambrientos y asesinos que empezaron a perseguir a Endrina y sus amigos. − ¿Qué hacemos?− Preguntó asustado el troll. −Pues….. ¡Correr!− ordenó Endrina. Corrían y corrían, pero los lobos, los alcanzaban poco a poco. Entraron en una cueva y el troll cogió una gran roca de hielo y tapó la entrada. −No aguantará mucho.− Advirtió el troll. Caminaron por la cueva y entraron en un claro donde este no era de hielo, parecía la entrada a un bosque, todos se pararon a admirar la belleza del paisaje, pero, no se dieron cuenta de que los lobos los habían rodeado. − ¡Estamos perdidos!− Sollozaron los duendes. Pero, cuando los lobos entraron en contacto con el sol, se convirtieron en agua.
−Mucho ladrar y poco morder.− Rieron todos. Atravesaron el claro y después un pantano que había detrás, y vieron una extraña casita en forma de sombrero de bruja, pero, no les dio tiempo a verla mejor porque una bruja les atrapó. Dentro de la casa había todo tipo de cosas: un búho enjaulado, muchos botecitos de colores en una estantería mugrienta, un gran caldero oxidado, una escoba y mucho polvo y telarañas. La bruja encerró a Endrina y al troll en unas mazmorras que había en el sótano, y a los duendes, la bruja les metió en una jaula. −Os dejaré para la cena, ¡ja, ja, ja!−Sentenció la bruja, y le arrancó una pluma al búho.
−Si me dejáis libre, os prometo que os ayudaré a salir de aquí.−dijo el búho. Los duendes le liberaron y el búho se dirigió a la mazmorra de Endrina y del troll, les liberó y tiró a la bruja al horno. − ¿Cómo podría agradecértelo?− Preguntó Endrina. −No ha sido nada, ahora estamos en paz.− Respondió el búho. − ¿Sabes donde encontrar una cura para devolver la forma humana a mi hermano, ya que un brujo lo convirtió en piedra?− Preguntó Endrina. −Cerca de aquí hay unas cataratas donde se encuentra la Rosa de Hielo, puede curar cualquier herida y recobra la forma humana a todo aquel petrificado o hechizado.− Respondió el búho. −Muchísimas gracias, sin tu ayuda no lo habría conseguido.− Agradeció Endrina. El búho se marchó y nuestros amigos reemprendieron el viaje. Caminaron por oscuros y tenebrosos pantanos, donde por poco un dragón les come, de no haber sido por un unicornio que pasó por allí y les salvó. − ¡La veo, la veo!− Gritó el troll.
La rosa se encontraba a lo alto de una cascada de vértigo. −Glup, ¿tenemos que subir hasta allá arriba?− Preguntaron casi desmayados los duendes. −Así es chicos, venga en marcha.− Ordenó Endrina. Cuando ya subieron la cascada, apareció el brujo. −Gracias por mostrarme el camino, ahora, ¡dame la Rosa!− Les sorprendió el brujo. − ¡Nunca! Además no te sirve para nada.− Negó Endrina. − Ahh, no lo entiendes todavía, ¿verdad? No te hechicé para convertirte en piedra, si no que, hechicé tu colgante para que fuera mi guía, y me llevara hasta aquí. Con la Rosa despertaré al Ejército Oscuro y así dominaré el mundo, ¡ja,ja,ja!−Explicó el brujo.
− ¡No si yo puedo evitarlo!− Dijo el troll, y lo tiró hacia el abismo de la cascada, deshaciéndose de él para siempre. Entonces el troll, al cometer un acto de valor se convirtió en un príncipe guapo y apuesto. −Te lo quería decir, pero tenía miedo.−Le dijo a Endrina. −Os contaré mi historia: Veréis hace mucho tiempo, yo era un príncipe presumido y cobarde que dejó a su ejército morir en una guerra. Una diosa que lo descubrió me castigó y me hechizó hasta que no demostrara tener valor.− Contó el príncipe. Se fueron a su castillo y celebraron una fiesta en honor de Endrina y sus amigos, y después, el príncipe llevó a Endrina a su casa. Los duendes cuidaron los árboles del príncipe junto con las driadas. Cuando Endrina y el príncipe llegaron a la granja le dio a oler la rosa a Sancho y este recobró su forma. − ¿Dónde estoy, que ha pasado Endrina?− Preguntó Sancho. −Es una larga historia.− Rió Endrina. FIN