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revisión detallada de los viejos instrumentos de la política cafetera. El café es un producto con un mercado internacional que sigue ofreciendo perspectivas de crecimiento para los países productores, dada la aceptación de los consumidores en muchas naciones del mundo.
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revisión detallada de los viejos instrumentos de la política cafetera. El café es un producto con un mercado internacional que sigue ofreciendo perspectivas de crecimiento para los países productores, dada la aceptación de los consumidores en muchas naciones del mundo. Para Colombia han pasado los tiempos en los que el café constituía nuestro principal producto de exportación y ha sido sustituido hoy por la minería y los hidrocarburos (70 por ciento de participación). Nuestra posición internacional como segundo productor por mucho tiempo permitía al país influir en los precios internacionales a partir de un Pacto de Cuotas.
La esencia del debate actual consiste en evaluar qué proporción del ingreso de los cafeteros puede constituir un subsidio permanente, sea bajo la forma transparente de subsidio al precio de compra con recursos del Presupuesto Nacional, o de contribución cafetera que se redistribuya. Mientras el precio internacional venía creciendo en niveles altos, los subsidios del Estado parecían ser suficientes para hacer frente a los costos de producción y tener un margen razonable para la mayoría de los cultivadores.
¿Prosperidad cafetera Allí se dice que “la caficulturaes la actividad agrícola más idónea para ayudarnos en las metas de reducir la pobreza, generar empleo formal, y consolidar alternativas para que las familias desplazadas retornen a sus parcelas”. Ambiciones estas que nos obligan a preguntarnos si, bajo el actual modelo productivo, será posible lograrlas. He aquí algunos motivos de preocupación: 1. El producto que durante tantos años fuera el más competitivo del agro colombiano, sostén de la balanza de pagos y proveedor, en muchas ocasiones, de financiamiento al Estado colombiano, ya no puede tener éxito sin el apoyo recurrente del Presupuesto Nacional. $ 200 mil millones es la suma que para objetivos meritorios pero rutinarios de la Federación, tales como la lucha contra la roya y la protección del ingreso de los productores, acaba de prometer el Gobierno. No hay motivos para suponer que esta dependencia que viene de tiempo atrás, vaya a ceder en el futuro previsible.
2. La sustancial pérdida de productividad del cultivo. El área sembrada se ha mantenido en 870 mil hectáreas, mientras que la producción anual se ha reducido de un promedio de 11 millones de sacos en los 10 últimos años, a algo así como 8.5 millones en la actualidad 3. El efecto combinado de la revaluación del peso y del incretratándose de un cultivo intensivo en mano de obra. Un solo dato demuestra la gravedad del problema. Tomando como año base 1980, la relación precio interno/salario nominal ha caído en un 62%. Lo que esto significa es un desplome de la rentabilidad del cultivo ante el encarecimiento de la mano de obra, que es su principal insumo.mentode los salarios reales, factores de especial gravedad
4. La paulatina reducción del tamaño promedio de las parcelas. A pesar de los elevados precios que hoy se pagan en el mercado internacional, es imposible, para una vasta mayoría de los productores, generar ingresos netos superiores al salario mínimo. Según la Federación, el tamaño mínimo de las plantaciones debe ser de 5 hectáreas, requisito que cumple apenas el 5% de las parcelas. 5. La resistencia de muchos productores a la realización de las prácticas culturales encaminadas a contrarrestar las endemias que afectan el cultivo, a pesar de la oferta de recursos financieros ampliamente subsidiados, y de un vasto cuerpo técnico disponible para apoyar la renovación del parque existente. Este fenómeno podría ser causado, en parte, por la baja la rentabilidad del cultivo. Para la mayor parte de los productores los ingresos disponibles apenas alcanzan para cubrir sus necesidades básicas.
6. La constatación de que los índices de pobreza y desempleo en buena parte de la zona cafetera están por encima de los promedios nacionales. En efecto; mientras el promedio general de pobreza es del 50% de la población, en las zonas cafeteras es del 55%.La preparación del Plan General de Desarrollo para los cuatro próximos años crea una ocasión propicia para un debate sobre el futuro de la caficultura, en el que participen todos los sectores involucrados en la cadena de agregación de valor, tal como lo ha pedido Fedesarrollo. En fin de cuentas, el Gobierno pretende que el café sea la locomotora del agro, el cual, a su vez, debería ser una de las locomotoras del crecimiento.
Revolcón cafetero El gremio caficultor no estimula masivamente el consumo nacional, estan- cado en 1,8 kilos por persona, un tercio del consumo registrado en Brasil, que sí lo promueve El paro cafetero permitió corroborar la alarmante desconexión existente entre la base y la cúpula gremial de este sector productivo, que genera uno de cada tres empleos rurales y mantiene a 560 mil familias del campo colombiano. Desde hace meses, los cafeteros han manifestado su angustia por el bajonazo del precio interno, inferior a los costos de producción, con el cual manifiestan que “pierden plata y aguantan hambre”. La dirigencia cafetera, en lugar de aceptar su responsabilidad, optó por simplificar el diagnóstico y la salida de la crisis al pedirles al Gobierno y al Emisor que “controlen la revaluación, y listo”.
La Federación ampara erróneamente la cesión del mercado doméstico a favor de Perú y Ecuador, que a remolque de Colombia ganan participación con cafés inferiores que abastecen nuestra demanda de 1’200.000 sacos. Consecuentemente, el gremio caficultor no estimula masivamente el consumo nacional, estancado en 1,8 kilos por persona, un tercio del consumo registrado en Brasil, que sí lo promueve y con mucho éxito.
Solo el 16 por ciento sigue protestando. Exigen nueva alza en auxilios. Gobierno los califica de intransigentes. Aplazan Congreso Cafetero. Pese al aumento de subsidios para la compra de café, aprobado este fin de semana por el Gobierno, en el Comité Nacional de Cafeteros, los cultivadores en paro –un 16 por ciento del total nacional– anunciaron que solo volverán a sus fincas si el auxilio o precio de sustentación llega a los 750.000 pesos por carga: 125 kilos (dos bultos). Sus voceros dicen que los 636.375 pesos, que suman el valor actual de la carga, incluido el subsidio recién reajustado, no cubren sus costos de producción. Además, advierten que el aumento ofrecido por el Gobierno solo estará vigente este año.