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El Adventista y …. El ecumenismo La política La Libertad religiosa Los católicos La discriminación El proselitismo Los derechos humanos. Los adventistas y la dignidad humana.
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El Adventista y … El ecumenismo La política La Libertad religiosa Los católicos La discriminación El proselitismo Los derechos humanos
Los adventistas y la dignidad humana • “Al promover la libertad religiosa, la vida familiar, la educación, la salud, la asistencia mutua y la satisfacción de las clamorosas necesidades humanas, los adventistas afirman la dignidad de la persona humana creada a imagen de Dios”. • Nuestro mandato de respetar la dignidad humana no proviene de la política, la educación, la sociología o la psicología, sino que se basa en un compromiso de fe con nuestro Creador.
No somos meras criaturas • El concepto adventista de la dignidad humana tiene su origen en el pensamiento mismo de Dios quien, en su sabiduría infinita, creó la raza humana, la corona de su proceso creador; pues cuando dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” (Gén. 1: 26), estaba compartiendo parte de su singularidad con los seres humanos. Los seres humanos no son meras criaturas. Su lugar en la creación es absolutamente único. • Somos llamados a ser los protagonistas de un destino extraordinario.
El objeto de la redención de Cristo • Dios escogió solucionar la rebelión con la redención, la muerte con la vida, el odio con el amor. “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3: 16).
El objeto de la redención de Cristo • No somos el producto accidental de un largo y complejo proceso evolutivo o la acción arbitraria de una divinidad lunática. Somos el fruto del amor de Dios y parte de su diseño universal. • Cada vez que alguien sufre abusos, tortura o humillación, afecta a Cristo. La criatura de Dios, el objeto de la redención de Cristo, nunca debería ser utilizada como un objeto ordinario, sino como una joya irremplazable.
El templo del Espíritu Santo • Afirmar que somos el templo de Dios y que nuestros cuerpos son la morada del Espíritu Santo es atribuir a la persona la más elevada dignidad humana posible. Ni siquiera un incrédulo osaría profanar un lugar de adoración. • Nadie es demasiado pequeño, demasiado pobre, demasiado indigno como para ser tratado sin respeto. • El llamamiento adventista a respetar la dignidad humana proviene de nuestra actitud hacia nosotros mismos, e incluye a toda la humanidad sin distinción.
El primer documento sobre derechos humanos • Se puede considerar que los Diez Mandamientos son el primer documento sobre derechos humanos. • Los primeros cuatro mandamientos tienen que ver con nuestra lealtad hacia Dios, que es la fuente de nuestros derechos. Los últimos seis definen nuestra relación de unos con otros como seres humanos.
El primer documento sobre derechos humanos • El meollo de la vida es estar en una buena y apropiada relación tanto con Dios como con los seres humanos. • El énfasis adventista sobre la ley moral y la personificación del amor puro e ilimitado al que nos llama constituye un terreno firme inamovible para nuestra defensa de los derechos y la dignidad humanos.
La religión en la vida real • La religión es más que una rutina formal, es más que frases bonitas, oraciones elaboradas, himnos grandiosos o impresionantes ceremonias en un templo elegante y cómodo.
La religión en la vida real • Los adventistas, desde su mismo comienzo, adoptaron posiciones firmes contra toda forma de injusticia social. Elena G. de White escribió: “La esclavitud, el sistema de castas, los prejuicios raciales, la opresión del pobre, el descuido del infortunado, todas estas cosas son declaradas como anticristianas y una seria amenaza para el bienestar de la raza humana, y como un mal que la iglesia de Cristo está encargada de cambiar”.
La religión en la vida real • “Identificarse con Jesús significa identificarse con los pobres, los oprimidos, y con aquellos que sufren la negación de sus derechos y sus libertades fundamentales. No es suficiente con preocuparse por una persona si no nos preocupamos por las leyes que afectan la vida de esa persona en la sociedad”.
La religión en la vida real • Nuestra iglesia ha desarrollado un ministerio de restauración y respeto por la dignidad humana. A través de un sistema mundial de iglesias, escuelas, hospitales, servicios comunitarios y de la Agencia Adventista para el Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA), los adventistas transmiten el mensaje de preocupación por toda la humanidad en 203 de los 229 países y territorios reconocidos por las Naciones Unidas en 2006. Entre las iglesias cristianas somos líderes en la defensa de la libertad religiosa.
La esclavitud: un insulto a Jehová • “La institución de la esclavitud [...] permite al hombre ejerza sobre sus semejantes un poder que Dios nunca le concedió, y que pertenece únicamente a Dios”. Y fue todavía más lejos al condenar la costumbre de tener esclavos como “un insulto a Jehová”.
La dignidad humana: un valor fundamental • Para los adventistas, la dignidad humana es un valor fundamental. No deberíamos apoyar de ninguna manera una política o una actitud que niegue la dignidad a ningún sector de la humanidad. • Como iglesia deberíamos ser prudentes y sabios cuando hablamos de forma oficial, pero guardar silencio respecto a temas vitales es como avergonzarse de Jesús nuestro Salvador y de Dios nuestro Creador.
La dignidad humana: un valor fundamental • Como miembros de iglesia no deberíamos tomar parte en ninguna empresa que transforme a una persona creada a la imagen de Dios en una cosa o en un objeto. No es solo cuestión de coherencia, sino también de testimonio. • Nunca deberíamos olvidar que somos los embajadores del reino de Dios en esta tierra y que somos los heraldos de una nueva creación, que restaurará y establecerá para siempre la dignidad humana.
La dignidad humana: un valor fundamental • …“nacerá tu luz como el alba y tu sanidad se dejará ver en seguida; tu justicia irá delante de ti y la gloria de Jehová será tu retaguardia”… (Isa. 58: 8).