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La Guardia Civil muere, pero no se rinde. Historia gr áfica de la epopeya de la Guardia Civil en el Santuario de la Virgen de la Cabeza (18-VIII-1936 / 1-V-1937). “ ¡Parad, caminantes que os habla esta piedra!… Es sierra de Andújar gloria de las sierras, breñal encantado
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La Guardia Civil muere, pero no se rinde Historia gráfica de la epopeya de la Guardia Civil en el Santuario de la Virgen de la Cabeza (18-VIII-1936 / 1-V-1937)
“¡Parad, caminantes que os habla esta piedra!… Es sierra de Andújar gloria de las sierras, breñal encantado de Sierra Morena... Efluvios divinos el alma penetran, mirando esa cumbre de la Virgen-Reina, que un templo de roca quiso hacer en ella. La jara es su incienso, altares las crestas y lámparas suyas todas las estrellas… Por eso viajero que a este sitio llega, por lejos que vaya el alma aquí deja.” José del Prado y Palacio Ministro de Instrucción Pública, 1923
“...me entretendré en la Santa Verónica de Jaén, hasta hacer tiempo de que llegue el último domingo de abril, en cuyo día se celebra en las entrañas de Sierra Morena, tres leguas de la ciudad de Andújar, la fiesta de nuestra Señora de la Cabeza; que es una de las fiestas que, en todo lo descubierto de la tierra se celebra tal, según he oído decir, que ni las pasadas fiestas de la gentilidad a quien imita la Monda de Talavera, no le han hecho ni pueden hacer ventajas […] […] Allí está el monte o, por mejor decir, peñasco, en cuya cima está el santuario que deposita en sí una Santa imagen llamada de la Cabeza, que tomó el nombre de la peña donde habita, que antiguamente se llamó Cabezo, por estar en la mitad de un llano libre y desembarazado, sólo y sereno de otros montes y peñascos que le rodean; cuya altura será de hasta un cuarto de legua y cuyo circuito debe ser poco más de media. En este espacioso y ameno sitio, tiene su asiento siempre verde y apacible por el rumor que le comunican las aguas del río Jándula que, de paso, como en reverencia, le besa las faldas. El lugar, la peña, la Imagen, los milagros, la infinita gente que acude de cerca y de lejos, el solemne día que he dicho, la hacen famosa en el mundo y célebre en España, sobre cuantos lugares las más extendidas memorias se acuerdan.”… Miguel de Cervantes Saavedra Los trabajos de Persiles y Segismunda, 1617.
“…Cortés aprestó a sus hombres, en total unos 250, para resistir en el templo y varios edificios próximos, con los que montó una especie de rudimentaria línea defensiva. Cuando en los pueblos circundantes se tomó conciencia de que los guardias del santuario se habían unido a la sublevación, se organizó el cerco en torno a ellos. El asedio superó lodos los límites de resistencia humana imaginables. Se prolongó durante más de siete meses, en los que los sitiados acabaron comiendo hierbas y raíces, además de los indigestos madroños que les procuraban los árboles de una loma cercana. Estuvieron aislados durante buena parte de ese tiempo, comunicándose cuando podían con palomas mensajeras que les arrojaban desde el aire, como los víveres y municiones. En esta labor se distinguió el capitán de aviación Carlos Haya, que le pidió a Franco un avión Douglas DC-2 para dedicarlo solo al socorro del santuario. Con él llegó a hacer cuatro viajes al día, desafiando a los cazas republicanos. A lo largo del otoño, el invierno y buena parte de la primavera los guardias resistieron asaltos de infantería, bombardeos aéreos y artilleros, y hasta varios ataques con carros de combate, sin que nada de eso les hiciera aflojar en su resistencia (a los carros, envalentonados por un bombardeo de la aviación nacional, llegaron a atacarlos a pecho descubierto). Al final, apenas quedaba un muro del santuario en pie. Franco autoriza a Cortés la rendición, entre otras cosas en atención a las mujeres y niños que sufren junto a los guardias las penalidades casi delirantes del asedio. Pero el tozudo capitán, con una cerrazón que cuesta comprender, habida cuenta de la inutilidad de la resistencia y de las vidas que aún puede salvar, se niega…”. Lorenzo Silva Amador. Sereno en el peligro. Madrid, Editorial EDAF, octubre de 2010, página 268.
“…Las condiciones de los sitiados, faltos de víveres y medicinas, son angustiosas. El hambre llega a ser tan lacerante que deben comer sopa de hierbas de monte con grasa de vaca. Algunos confunden los rizomas de la cicuta con otro tubérculo comestible y se envenenan. Un estudiante de medicina, José Liébana, practica intervenciones quirúrgicas sin anestesia, ni instrumental adecuado, con un serrucho, una navaja de afeitar y unos alicates, con los que corta los tendones… …Desde mediados de abril, los republicanos lanzan varios asaltos apoyados por una docena de carros de combate (de los que los sitiados inutilizan dos). La situación se torna desesperada. Cortés envía un heliograma al comandante de Porcuna: ‘Remueve lo que puedas: esto se pone muy feo’… …Así las cosas, varios representantes de la Cruz Roja se entrevistan con el capitán Cortés para ofrecerle garantías de una rendición honrosa, pero el capitán las rechaza y se obstina tercamente en resistir, ya sin esperanza de liberación. El 1 de mayo los republicanos lanzan el ataque definitivo. […] En los parapetos avanzados, destrozados por la artillería y los morteros, batidos por las ametralladoras, continúa la imposible defensa. Al cabo José Torrus Palomo una granada le arranca una pierna, pero él continúa disparando hasta que agota sus municiones. Está rompiendo su fusil contra un peñasco cuando una ráfaga de ametralladora lo mata. Otro guardia fracasa en el intento de incendiar un carro de combate con una botella de gasolina y cae acribillado cuando introducía su machete por las mirillas del blindado. Un obús entra por la puerta del semisótano donde está el puesto de mando y hiere gravemente a Cortés. […] El teniente Porto se dispara un tiro en la sien… …Salen de las cuevas y refugios los defensores y habitantes del santuario, en su mayoría demacrados, enfermos y con síntomas de desnutrición grave. […] En total han muerto ochenta y cinco combatientes y sesenta ycinco civiles. Cortés, en su lecho de muerte, con el hígado y los intestinos perforados por la metralla, encara al fotógrafo que ha venido a retratarlo para la prensa. Una mirada de piedra, honda y dura, destaca en el rostro demacrado, cráneo cerúleo, barba cerrada, labios apretados y resueltos. Unas horas después muere en la cama el hombre que supo morir de pie…”. Juan Eslava Galán. Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie. Barcelona, Editorial Planeta, septiembre de 2005, páginas 223 a 227.
“Cuando toda la provincia de Jaén había sucumbido ante el enemigo, dio en estos riscos el grito de rebelión el heroico capitán Cortés al frente de 200guardias civiles en el Santuario y 60 en Lugar Nuevo, que tenían a su cargo 1.200 mujeres, niños y ancianos en el primero y 300 en el segundo. A los defensores se habían unido algunos paisanos útiles para empuñar las armas. Se inició el asedio el 17 de agosto de 1936 y en los primeros días de octubre comenzó la Aviación Nacional a abastecer a los defensores. Desde el 31 de diciembre es otro héroe, el capitán Haya, el que desafiando diariamente a la muerte lleva por el aire al Santuario una y otra vez su preciosa carga. Pasan los días. El hambre, las enfermedades y los ataques del enemigo van mermando las filas de los defensores, más su confianza en la protección de la Santísima Virgen no se extingue y una y otra vez son rechazadas las ofertas de rendición. El 12 de abril de 1.937 el heroico teniente Ruano dirige felizmente la evacuación de Lugar Nuevo, reducido por la artillería enemiga a un montón de escombros. El día 25 se lanza desde el Santuario un patético heliograma: ‘Adiós, Arriba España’. El día 1º de mayoCortés cae herido, por segunda vez, ahora mortalmente. Las municiones se acaban, la resistencia se extingue, y cuando a las 5 de la tarde la horda irrumpe en el Santuario no llegaban a 30 los hombres que todavía empuñaban un arma; los demás habían muerto o estaban fuera de combate, gravemente heridos. Caminante, romero o peregrino que visitas estos lugares: detente y levanta al Altísimo una oración emocionada por el alma de los que en estos riscos honraron a su Patria haciendo ofrenda generosa de sus vidas…”.
A modo de introducción (I) El próximo 1 de mayo se cumplirán (no digo conmemorarán, porque parece indudable que eso no ocurrirá) 75 años del final de la gesta de aquellos guardias civiles que incursos en el espectáculo triste y feroz de la guerra civil, pero con un heroísmo creciente inasequible al desaliento y bajo el mando del capitán Cortés, protagonizaron, en el Santuario de la Virgen de la Cabeza de Andújar, unas páginas de la Historia de España que recuerdan las epopeyas más asombrosas de nuestro pasado. El autor de esta presentación, guardia civil orgulloso de serlo y con una entrañable e íntima devoción por la gesta del capitán Cortés, de sus hombres y de sus familias, ante el enmascaramiento, manipulación y falsificación de nuestra Historia reciente, ante la mendacidad e iniquidad de aquellos empeñados en contarla no como fue, sino como ellos hubiesen querido que fuese y ante el rencor de los que por su cobardía, egoísmo e incompetencia perdieron la guerra civil y ahora pretenden haberla ganado tergiversando esa Historia, se cree en la obligación moral de rememorar, al margen de sus personales convicciones ideológicas, un episodio de esa Historia y a la vez, rendir un modesto homenaje a la memoria de algunos de sus protagonistas. Para ello, simplemente se ha limitado a insertar en la presente algunos dibujos, ciertos documentos y sobre todo, fotografías, no obviamente por razones estéticas, sino en función de su interés documental, y teniendo en cuenta además que muchas de estas fotografías fueron realizadas por los propios fotógrafos adjuntos a las tropas del Ejército Popular de la República que, tras casi nueve meses de asedio consiguieron, el primero de mayo de 1937, tomar el Santuario de la Virgen de la Cabeza.
A modo de introducción (y II) Como evidencias de una autenticidad irrefutable que pueden resistir la crítica histórica del presente y del futuro, a estas fotografías el autor sólo ha añadido un breve comentario explicativo, poco más que un pie de foto, recogido, las más de las veces, en obras ajenas (la mayoría de las cuales aparecen citadas o reseñadas) y en esa gran hemeroteca que es Internet, en la idea que cada una de las diapositivas, en su unidad texto-imagen, responda a la voluntad de testimonio para situar al lector en su contexto y así dejarle plena libertad para enjuiciar, valorar y adjetivar los hechos y conclusiones que de las mismas puedan deducirse. No hay pues ninguna intención sectaria y que nadie vea en la presente una apología de la pasada guerra civil, del anterior régimen o un nostálgico deseo de la, por otra parte, imposible retroacción de la Historia, esa Historia que no prescribe y que, maestra de la vida, según viejo aforismo latino, es fuente de experiencias y está ahí, inconmovible, cierta, por mucho que algunos se empeñen en ignorarla, ocultarla o falsearla. Por eso, más que prolijos argumentos teóricos sobre la legitimidad o ilegitimidad del para unos, “alzamiento nacional” y para otros, “sublevación fascista”, lo único que se pretende es evocar la gesta de unos hombres -guardias civiles, para más señas- que lo inmolaron todo en aras de un ideal. Y si algún comentario, documento o fotografía hiere alguna sensibilidad o conturba alguna visión preconcebida, como en amable carta me recordaba la alférez Dª. Carmen Elisa Cortés Darías, nieta del capitán Cortés e hija del coronel de la Guardia Civil D. Pedro Jesús Cortés Camacho (hijo, a su vez, del capitán Cortés, que junto a su padre y hermano vivió el asedio y que perdió a otros siete familiares directos asesinados por los partidarios del Frente Popular) y transcurridos 75 años de la inmortal gesta, visualicemos la presente con el mismo espíritu con el que el citado D. Pedro Jesús Cortés iniciaba sus oraciones en la cripta del Santuario, ante la tumba de su padre: “¡Recemos por todos los caídos, sin diferencia de trincheras!”
Cuenta la tradición que en la noche del 12 de agosto de 1227, entre las peñas del cerro Cabezo, “…siendo Pontífice Pío Nono, a los ocho años de cómo fue cobrada de los moros Andújar, a los diez del reinado de San Fernando, Rey de Castilla y León…”, se apareció la imagen de la Virgen a Juan Alonso Rivas, pastor de Colomera… A la izquierda, fotografía de la imagen primigenia de la Virgen de la Cabeza, desaparecida tras el asedio en los últimos días de abril o primero de mayo de 1937 (tal vez ocultada por el propio capitán Cortés o alguno de sus subordinados para impedir que cayese en manos del enemigo y fuese profanada). A la derecha, imagen de la actual (obra del escultor José Navas-Parejo Pérez, entronizada en 1944). Luce el fajín de Capitán General (honor concedido por disposición del Ministerio del Ejército de 8 de marzo de 1950) y, prendida en el manto, la Cruz Laureada de San Fernando del capitán Cortés, donada por su familia e impuesta, en un solemne acto el 18 de mayo de 1960 por el general LuisMarzal Albarrán, Subdirector General de la Guardia Civil.
El Santuario de la Virgen de la Cabeza desde su vertiente occidental, en una fotografía realizada alrededor del año 1920. En primer plano el arco de entrada que daba acceso a la calzada de piedra que conducía al templo.
Otra fotografía del Santuario de la Virgen de la Cabeza antes del asedio y de la Comunidad de Padres Trinitarios, los cuales se habían hecho cargo del edificio el 12 de abril de 1930. La fotografía de éstos se realizó durante la visita del Padre Provincial Domingo de la Asunción, asesinado en Madrid el 4 de agosto de 1936 (el primero de la segunda fila comenzando por la izquierda). En ella se puede ver también al padre Segundo de Santa Teresa (Segundo García Cabezas), asesinado en Andújar el 31 de julio de 1936 (en el centro de la primera fila) y al padre Prudencio de la Cruz (Prudencio Gueréquiz Guezuraga), también asesinado en Andújar el 31 de julio junto al anterior (el primero de la última fila comenzando por la derecha). De la comunidad trinitaria del Santuario también caería asesinado el padre Juan de Jesús y María (Juan Otazua Madariaga) el 3 de abril de 1937 en el cementerio de Mancha Real (Jaén). Los tres últimos (los padres Segundo de Santa Teresa, Prudencio de la Cruz y Juan de Jesús y María) serían beatificados por Su SantidadBenedicto XVI el 28 de octubre de 2007.
En julio de 1936 la Comandancia de la Guardia Civil de Jaén contaba con unos 660 hombres encuadrados orgánicamente en seis Compañías y un Escuadrón, que se descomponían enveinticuatro Líneas y noventa y ocho Puestos. La 1ª Compañía tenía su cabe-cera en Martos (vacante), la 2ª en Villacarrillo (vacante), la 3ª en Úbe-da (capitán Eusebio García del Cas-tillo) la 4ª en Andújar (capitán Anto-nio Reparaz Araujo) la 5ª en Lina-res (capitán Manuel Rodríguez Ra-mírez) y la 6ª (capitán Miguel Amézcua Lanzas) y el Escuadrón (vacante), en la propia ciudad de Jaén. Partidarios, en su inmensa mayoría, del Alzamiento Nacional y siguiendo el plan preconcebido, el día 12 de agosto, 50guardias civiles bajo el mando de los tenientes Francisco del Amo Jiménez y Antonio Martínez se pasan a la zona nacional por Campillo de Arenas; el día 14 y a las órdenes del capitán Amézcua lo hacen 135 por Alcalá la Real y por último, el día 24 y a las órdenes de los capitanes Reparaz, José Rodríguez de Cueto y García del Castillo, otros 202guardias civiles de la Comandancia de Jaén se incorporan a las filas nacionales por Fernán Núñez. El resto, con el compromiso de la custodia de los familiares de todos ellos, bajo el mando del capitán Cortés y a la espera de la llegada de las tropas nacionales, se refugian en Lugar Nuevo y en el Santuario de la Virgen de la Cabeza para, a la postre protagonizar, sin proponérselo, el episodio más destacado de la historia de la Guardia Civil y a la vez una de las más grandiosas, bellas y heroicas epopeyas de la historia militar del mundo… En la fotografía superior, el edificio que albergaba, en julio de 1936, la cabecera de la Comandancia de Jaén, ubicado en el actual Paseo de la Estación.
Capitán de la Guardia Civil D. Santiago Cortés González, artífice y símbolo máximo -junto a otros muchos héroes del Cuerpo- de la defensa del Santuario de la Virgen de la Cabeza, entre el 18 de agosto de 1936 y el 1 de mayo de 1937. A su cargo, aproximadamente, 1200 personas; de las cuales únicamente 320 combatientes y el resto, 880, mujeres, niños, ancianos y 6 sacerdotes. Hasta el 13 de abril de 1937 la fuerza defensora se situaba en el Destacamento de Lugar Nuevo, a orillas del río Jándula y mayoritariamente, en el Campamento del Santuario de la Virgen de la Cabeza, sito en el cerro del Cabezo. El asedio con fuego constante dio inicio el 15 de septiembre de 1936. "Yo no quiero que nadie permanezca en el campamento contra su voluntad. El que desee marcharse, que se vaya con su familia. Aquí nos espera una brega dura y difícil a cuantos permanezcamos defendiendo el honor del uniforme que ves-timos y del Instituto al que pertenecemos. Piensen ustedes, que las primeras balas suenan muy mal y que hacen en el cuerpo unos boquetes muy grandes, difíciles de tapar. Pero el deber hay que cumplirlo a rajatabla sea como sea. Yo estoy dis-puesto a morir aquí antes que convivir con la canalla roja. El que quiera seguirme que pase a este lado”. A la derecha, cuadro con un aguafuerte del capitán Cortés que, hasta hace unos años y en un lugar de honor, presidía todas las dependencias de la Guardia Civil.
Capitán de la Guardia Civil D. Antonio Reparaz Araujo, jefe de la Compañía de Andújar al inicio de la guerra civil. Fingiendo mantenerse leal al gobierno del Frente Popu-lar, ideó el plan de evacuación de las familias de los guardias al Santuario de la Virgen de la Cabeza en Andújar y el paso del resto de personal de la Comandancia a zona nacional, consiguiendo de las autoridades republicanas de Jaén la necesaria autorización para la citada evacuación. Una vez las familias de todos los guardias en el Santuario, protegidas por una fracción de la Comandancia al mando del capitán Cortés, el día 24 de agosto y junto a los capitanes Rodríguez de Cueto y García del Castillo, Repa-raz y otros 202guardias civiles de la Comandancia de Jaén se incorpora a las filas nacionales por Fernán Núñez. Durante la guerra civil alternó el mando de unidades de Regulares con otras de la Guardia Civil, llegando a ser re-clamado por el Cuartel General de Franco. Con posterio-ridad, fue nombrado Delegado de Orden Público de Segovia y Gobernador Civil de Teruel. Tras su ascenso a coman-dante fue nombrado Jefe Superior de Policía de Barcelona y a continuación ocupó el mismo cargo en Madrid. Una vez ascendido a teniente coronel y tras haber mandado la Coman-dancia de Córdoba, en 1946 solicitó pasar voluntariamente a la situación de retirado.
Capitán de la Guardia Civil D. Manuel Rodríguez Ramírez, jefe de la Compañía de Linares al inicio de la guerra civil. Nacido en Córdoba el 21 de febrero de 1890, ingresó en el Ejército en 1910 como alumno en la Academia de Caballería de Valladolid. En 1917 pasó a la Guardia Civil con el empleo de teniente, siendo destinado a Línea de Pozo-blanco (Córdoba). En 1924 ascendió a capitán. Sustituyó al capitán Cortés durante la baja de éste como capitán cajero de la Comandancia de Jaén. Llegó al Santuario con la expedición de la Coman-dancia, no definiendo su postura hasta la ruptura de las relaciones con el gobierno del Frente Popular. Una vez alzados en armas, hizo notar al capitánCortés que él era más antiguo en el empleo, aunque se puso sus órdenes. Por este motivo fue sometido a un Consejo de Guerra que se celebró en Sevilla el 19 de julio de 1941 por un supuesto delito de negligencia, por permitir que el mando del Santuario lo tomara el capitán Cortés, más moderno que él, siendo absuelto. Durante el asedio fue el Jefe de la Compañía de Armas en que se encuadraron los defensores, sufriendo todas las vicisitudes de éstos, habiendo resultado herido el 16 de abril de 1937. Retirado del Cuerpo en aplicación de la Ley 12 de 1940, falleció en Madrid el 7 de enero de 1947.
Teniente de la Guardia Civil D. Manuel Rueda García, jefe de la Línea de Torredonjimeno al inicio de la guerra civil. Natural de Arjonilla (Jaén) en donde había nacido el 22 de abril de 1906, ingresó en la Academia de Infantería en 1923, siendo promovido a teniente en 1927. Al año siguiente fue destinado ala Legióny en 1934 causó alta en la Guardia Civil, mandando la Línea de Torredonjimeno desde el 1 de junio de dicho año. Durante el asedio fue el responsable de la I y IISecciones, pues el mando asignado temporalmente al teniente Monteagudo “fue más teórico que real”. El 21 de septiembre se presenta en las avanzadillas del Santuario, portando una bandera blanca, su anciana madre, enviada por los sitiadores para convencerlo de que debía rendirse, bajo la amenaza de fusilar a su otro hijo, que permanecía detenido. - “No me rendiré, mamá. No puedo rendirme. Me debo al honor militar”. - “Me dicen que os matarán a todos tras reducir a escombros los muros del Santuario”. - “Aquí permaneceré defendiendo hasta morir la ermita de la Virgen a la que tú me enseñaste a rezar y a querer”. El teniente Rueda, ya con el empleo de capitán, falleció en Andújar el 11 de noviembre de 1941 de “tuber-culosis pulmonar”, sin duda contraída por las penalidades sufridas durante el asedio y posterior cautiverio en los campos de concentración republicanos.
Teniente de la Guardia Civil D. Francisco Ruano Beltrán, jefe de la Línea de Andújar y en período de prác-ticas a las órdenes del capitán Reparaz, al inicio de la guerra civil. Nació en Granada el 24 de noviembre de 1901. Con 21 años ingresó en la academia de Infantería, ascendiendo a teniente en 1925, solicitando destino en Regulares, siendo condecorado por su participación en el desembarco de Alhucemas e ingresando en la Guardia Civil en el mes de junio de 1936. El 11 de agosto se traslada a Lugar Nuevo al mando de 65 guardias civiles y 250 ancianos, mujeres y niños, en su inmensa mayoría familiares de los guardias, además de algu-nas otras personas perseguidas por el Frente Popular proce-dentes de los pueblos de la demarcación de la Compañía de Andújar, manteniendo la defensa de la posición hasta el 12 de abril, fecha en la que tuvo que replegarse al Santuario tras haber sido derruido por los bombardeos el palacio de Lugar Nuevo. Durante el asedio estuvo acompañado de su mujer Ma-nuela Ramírez Luque y su hijo José Luis, de 4 años de edad. Hecho prisionero tras la toma del Santuario, perma-neció encarcelado hasta el final de la guerra, falleciendo en Madrid el 24 de diciembre de 1954 con el empleo de comandante.
Teniente de Carabineros D. Juan Porto Gallego, destinado en la Delegación de Hacienda de Jaén al inicio de la guerra civil. Nacido en Tarifa (Cádiz) en 1883, había ingresado en el Cuerpo de Carabineros en el año 1901, siendo promovido al empleo de alférez en 1930 y al de teniente en 1933. Al iniciarse la guerra civil se sumó, junto a los brigadas Juan Molina Gómez (muerto el 22 de septiem-bre de 1936), Juan Maldonado Rojas (muerto el 1 de mayo de 1937) y al carabinero Rafael Rojas Jiménez (ileso), a la expedición al Santuario. Allí tuvo a su cargo el mando de la V Sección, que cubría el este y el suroeste de la posición y que, dada la práctica inaccesibilidad de la misma, estaba integrada, en su mayoría, además de los carabineros citados, por personal retirado, enfermos y heridos leves, paisanos y jóvenes voluntarios y media docena de guardias en activo. El primero de mayo, tras resultar mortalmente herido Cortés, el teniente Porto intenta reorganizar la defensa con los escasos combatientes que aún empuñan las armas pero, viéndose acorralado por los asaltantes e impotente ante éstos, sacó su pistola y se pegó un tiro en la sien. Por encima de su cadáver pasaron los milicianos en su camino hacia los sótanos del Santuario buscando al capitán Cortés.
Alférez de la Guardia Civil D. José Carbonell Herrera, jefe de la Línea de Mancha Real al inicio de la guerra civil. Nació en Villasana de Mena (Burgos) en 1887. En 1906 ingresó en la Guardia Civil, alcanzando el empleo de alférez en 1935. Hasta el mes de junio de 1936 había estado destinado en la Comandancia de Cádiz, como jefe de la Línea de Rota, siendo trasladado a Jaén por la política de dispersión de mandos militares presuntamente desafectos, llevada a cabo por el Frente Popular. Replegado a la cabecera de la Comandancia en julio de 1936, se trasladó al Santuario con el resto del personal. Allí fue, en los primeros días, responsable del economato y, con posterioridad, jefe de la III Sección. Fue uno de los últimos combatientes en ser apresado por los milicianos, pues continuó disparando después de haber caído la posición. Al igual que el resto de los defensores supervivientes, sufrió cautiverio en el penal de San Miguel de los Reyes y otros campos de concentración republicanos hasta el final de la guerra civil. Ascendió a teniente en junio de 1939, pasando a la situación de retirado en agosto de 1941, falleciendo en Andújar en febrero de 1975, a los 88 años de edad.
Fachadas principal y sur del San-tuario tal como se encontraban en julio de 1936. En la fachada principal se observa la puerta que daba acceso a la Sala de Peregrinos. En la fachada sur, la ventana infe-rior, situada casi a ras de suelo y entre las ramas de un arbusto señala el aloja-miento del capitán Cortés y sus dos hijos, Juan Pedro y Pedro Jesús. El dibujo, publicado en la página 95 de “El cerro de los héroes” fue realizado por el corneta Justo Díaz Martín, herido el 18 de abril y facilitado a Julio de Urrutia por el joven de dieciocho años José Luis Rodríguez Burrieza, el cual era hijo adoptivo del capitán Manuel Rodríguez Ramírez y participó voluntariamente en la defensa, prestando servicio regular en los parapetos y resul-tando herido el 30 de diciembre.
Palacio de Lugar Nuevo, propiedad de los marqueses de Cayo del Rey al que el 11 de agosto se traslada el teniente Ruano al mando de 65 guardias civiles y 250 ancianos, mujeres y niños. El palacio, situado en el camino del Santuario, a unos cuatro kilómetros de éste, en la margen izquierda del río Jándula, a modo de finca de recreo de sus propietarios, carecía de las más mínimas condiciones defensivas. En este lugar se mantuvo el teniente Ruano como avanzadilla del Santuario hasta el 12 de abril, fecha en la que ordenó el repliegue al cerro tras haber sido derruido el edificio por los bombardeos combinados de la aviación y la artillería.
Panorámica del Santuario desde Lugar Nuevo e itinerario del increíble y peligroso repliegue de Lugar Nuevo al Santuario llevado a cabo en la noche del 12 al 13 de abril por orden del teniente Ruano, repliegue en el que los refugiados que había en Lugar Nuevo, escoltados por los guardias civiles defensores del reducto, tuvieron que atravesar las líneas enemigas.
El primer bombardeo aéreo al Santuario tuvo lugar el 15 de septiembre de 1936 por cinco aparatos Breguet XIX de la aviación republicana procedentes del aeró-dromo de Andújar, que primero arrojaron panfletos y octavillas amenazando a los residentes e invitándolos a rebelarse contra el capitán Cortés. Agustín Cantón, firmante de los panfletos y autotitulado “Jefe de la fuerza de operaciones” era el capitán jefe de la 25ª Compañía de la Guardia de Asalto, de guarnición en Jaén, una de las unidades que en los primeros meses del asedio participó en el cerco al Santuario.
Otras dos octavillas de las arrojadas por la aviación republicana en los primeros días del asedio sobre el Santuario, variaciones todas ellas sobre el mismo tema. A la postre se haría efectiva, cumplida-mente, la amenaza de la inferior y tal como en la misma premonitoriamente se anuncia, “los edificios” fueron bombardeados “hasta redu-cirlos a ceniza”.
Portada de los diarios republicanos Ahora y Política, de fecha 15 de septiembre de 1936, prueba documental evidente de la más descarada de las mentiras, dando cuenta de la “rendición” de los guardias civiles refugiados en el Santuario. En realidad, las fuerzas de la República no pondrían el pie en el Santuario -entonces ya en ruinas- hasta el primero de mayo del año siguiente, cuando no por rendición, sino por pura y simple extinción de la defensa, lograron hollar el Sagrado Recinto.
Fotografías aéreas de sendos bombardeos al Santuario efectuadas por la propia avia-ción republicana, siendo visible la cantidad de impactos y la humareda, fruto del número de bombas y su potencia. Estos bombardeos se realizaron durante todo el asedio de forma irregular, depen-diendo de la disponibilidad de los aparatos que salían del aeródromo de Baeza y, sobre todo, del de Andújar.
Fotografía de unBreguet XIX republicano de los que, encuadrados en la 1ª Escuadrilla del Grupo 21º participaron, en los primeros meses del asedio, en los bombardeos al Santuario, estacio-nado en el aeródromo de Andújar. A la derecha, copia de la Hoja de Vuelo del mes de noviembre de 1936 del capitán José Gon-zález Montero, en la que se observa, que de los treinta vuelos realizados en dicho mes, veintinueve lo han sido de bombardeo sobre el Santuario de la Virgen de la Cabeza, habiendo días en los que llegó a efectuar hasta cuatro misiones sobre la posición sitiada.
Conforme avanza el asedio y la República empieza a recibir ayuda militar del extranjero, los obsoletos Breguet XIX son sustituidos por otros aviones más capaces, y así, van participado en los sucesivos y periódicos bombardeos y ametrallamientos a la posición sitiada los franceses Potez-54 y los soviéticos Polikarpov I-15 “Chato” y Polikarpov R-Z"Natacha”, hasta que el 17 de marzo hacen su aparición en los cielos del Santuario los primeros “Katiuska”, siendo éstos, a partir de entonces, los protagonistas indiscutibles de los bombardeos aéreos. En la fotografía de la izquierda, bombardero soviético Tupolev SB-2 “Katiuska” [SB (Skorostnoi Bombardirovschik), literalmente bombardero rápido], al servicio de las Fuerzas Aéreas de la República y a la derecha, maqueta fidedigna del mismo. Los “Katiuska” tenían unas cualidades excepcionales para un bombardero de la época: volaban a 430 kilómetros por hora con una autonomía de 1450 kilómetros, un techo de 9400 metros, una carga máxima de 2900 kilogramos y estaban armados con cuatro ametralladoras ShKAS calibre 7,62 mm, pudiendo transportar bombas de 250 y hasta 500 kilogramos. Inicialmente fueron encuadrados en el 12º Grupo de Bombardeo, y al igual que con el resto de aviones recibidos de la URSS, los primeros “Katiuska” fueron tripulados exclusivamente por rusos, transfiriéndose de forma paulatina a pilotos españoles.
Algunos de los medios del Ejército Popular de la República en el asedio al Santuario: A la izquierda, batería de obuses Schneider de 155/13, modelo 1917. A la derecha, milicianos haciendo fuego, el de la parte superior con la ametralladora ligera rusa Degtyarev DP M1928 del calibre 7,62 x 54R, con cargador con capacidad para 47 cartuchos y el de la inferior con la también ametralladora ligera, la británica Lewis M-1, calibre 7,7 x 56R, (.303), dotada de cargadores de 47 y 96 cartuchos. Como curiosidad histórica habría que reseñar que, una vez finalizada la guerra civil, la ametralladora Degtyarev fue reglamentaria en la Guardia Civil con la denominación de “Fusil Ametrallador D. P. NAPOT calibre 7,62 mm”.
Los guardias civiles defensores del Santuario disponían de ciento cincuenta mosquetonesMáuser (1) modelo 1916, calibre 7 x 57, quince rifles Tigre (2) calibre 44-40 y, en calibre 9 mm. largo, un subfusil ametrallador Star (3) RU 35, tres subfusiles ametralladores Schmeisser(4), ciento sesenta y cinco pistolas Star (5) modelos 1921 ó 1922 y cinco pistolas ametralladoras Astra (6) modelo F. Además, por vía aérea les fueron suministradas hasta tres ametralladoras Hotchkiss (7) M1914, también del calibre 7 x 57, que se destrozaron al llegar al suelo por no haberse abierto sus paracaídas.
Contraportada del número 44 de la revista italiana La Tribuna Illustrata, de fecha 1 de noviembre de 1936, con un precioso dibujo de Vittorio Pisani en el que nos muestra una escena idealizada de la defensa del Santuario de la Virgen de la Cabeza y que ilustra el reportaje de Marco Franzetti, dedicado, en su mayor parte, al asedio a la posición sitiada. El pie de foto, evidentemente no nece-sita traducción… “Un nuovo Alcazar. Asserragliate nel Santuario de Nostra Signora della Cabeza, 2500 persone, tra la quali soltanto 300 uomini validi…”.
En la fotografía superior izquierda, milicianos de Andújar dirigiéndose, a bordo de un camión, al Santuario; a su derecha, instantánea de uno de los asaltos al cerro y en la inferior, parapeto frente al Santuario con el “altavoz del frente”. El “altavoz del frente” fue utilizado por los sitiadores como arma de guerra sicológica contra los defensores: propaganda marxista, discursos, amenazas, insultos, burdas canciones milicianas y hasta las más soeces blasfemias. Además de PedroMartínez Cartón y de los poetas comunistas Miguel Hernández y José Herrera Aguilera “Petere”, hablaron por el aparato, entre otros, Constanza de la Mora, Richard Mowrere (corresponsal del Chicago Daily News), la periodista británica Jean Roos y el escritor soviético Ilia Ehremburg.
Fotografía de un parapeto frente al Santuario. De izquierda a derecha y en primer plano, el Diputado a Cortes por el Partido Comunista y mayor de milicias, Pedro Martínez Cartón, jefe de la 16ª Brigada Mixta; a continuación el teniente coronel José Pérez Gazzolo, jefe del Estado Mayor del Ejército del Sur; el que mira por los prismáticos es el comunista italiano e instructor del 5º Regimiento de Milicias Populares, Vittorio Vidali “Comandante Carlos” y tras éste, parcialmente tapado, el poeta Miguel Hernández.
Otra instantánea del poeta comunista Miguel Hernández arengando a las tropas que asediaban el Santuario.
Los asediados utilizaron para su defensa las ventajas que ofrecía la orografía del lugar. En las imágenes, dos parapetos utilizados en la defensa. El superior se encontraba en la IIISección; el de la derecha en la IV. En éste encontró la muerte durante el último combate, entre otros, el guardia Juan García Gallego, el cual ya había resultado herido el 28 de diciembre. “…A espaldas del cobertizo aún existe, porque yo la he visitado varias veces, una roca grande con una amplia grieta en el centro que cabe un hombre de pie con relativa libertad de movimiento para poder disparar con un fusil. Esta grieta solía utilizarla mi padre como parapeto cuando el enemigo atacaba más intensamente ya que, por estar en un plano más elevado, dominaba más zona del campo de batalla...” (testimonio de Antonio García García, superviviente del asedio e hijo del guardia JuanGarcía Gallego) (http://asedioalsantuario.iespana.es/pag/protag.html).
Copia en color de un superponible remitido por el capitán Cortés mediante paloma mensajera el 31 de octubre de 1936. Aparte de las posiciones de los defensores y atacantes refleja, en el Lugar Nuevo, la ubicación de un área apta para ser utilizada como aeródromo provisional y en la que podrían aterrizar los aviones nacionales que socorrían a los sitiados. Desgraciadamente, el proyectado aterrizaje nunca se llevó a efecto.
Panorámica del frente de las I, II y IVSecciones del dispositivo defensivo del Santuario, vistas desde el frente “rojo”.
Sector noreste Artillería antiaérea 1500 m. Santuario Pozo de la Zarza 500 m. 75 I Sección Casilla de Peones camineros Aljibes 81 Casa de Madrid Plano (sin sujeción a escala) de las posiciones defensivas del Santuario y ubicación aproximada de las armas colectivas de los sitiadores [artillería (de campaña y antiaérea), morteros, nidos de ametralladoras y pelotones de fusiles ametralladores] tras el repliegue de Lugar Nuevo (mediados de abril). Este sector estaba defendido por la I Sección, con su Plana Mayor ubicada en la Casa de Madrid. Al mando del teniente Rueda y durante un tiempo, del teniente Monteagudo, la Sección se descomponía en los parapetos de "los retretes", del "algarrobo" y de la Casa de Madrid.
Santuario 75 Pozo de la Zarza Aljibes 500 m. Casilla de Peones camineros Casa de Madrid I Sección 81 Casa de Rute II Sección Casa de Puertollano Casa de Torredonjimeno Pozo de la Higuera Cementerio 1000 m. Casa de Alcalá Casa de Arjona 81 IV Sección Plano con las posiciones defensivas de la I, II y IV Secciones. La II Sección, al mando también del teniente Rueda, tenía su Plana Mayor en la Casa de Rute y parapetos en las Casas de Puertollano, Torredonjimeno y Alcalá. La IV Sección, pieza clave del dispositivo defensivo, a partir del mes de noviembre estuvo bajo el mando del brigada Jiménez Claver, con los parapetos defendidos, entre otras, por las escuadras de los cabos Torrús, Barranco y Dueñas. Los cañones emplazados en la Casilla de Peones posi-blemente sean los Schneider de 75 mm., los clásicos "siete y medio" de la guerra civil. Sector noroeste
Sector sureste ¿114,3? Casilla de Orti 2500 m. Casa de Colomera Santuario V Sección Aljibes Plano con las posiciones defensivas de la V Sección, con su Plana Mayor en la Casa de Colomera y al mando del teniente Porto, del Cuerpo de Carabineros. No existe consenso en cuanto a los cañones emplazados en la Casilla de Orti; mientras que algunos autores los identifican erróneamente como los de origen ruso del calibre 12,40 mm. (calibre que en realidad nunca existió) y otros hablan de piezas de 105 mm., la "Orden de ataque" de la XX División del Ejército Popular de la República del 30 de abril cita "una batería de 115", por lo que posiblemente las piezas de esta batería fuesen en realidad los obuses Vickers M1910, suministrados en abundancia por la Unión Soviética al gobierno del Frente Popular y cuyo calibre de 114,3 mm. es, de los utilizados por la artillería republicana, el que más se aproxima al que figura en la citada "Orden de ataque".
Sector suroeste Santuario Casa de Colomera I Sección Aljibes Pozo de los Civiles Casa de Madrid Casa de Andújar III Sección Cerca de Don Enrique 2650 m. Pozo de la Higuera Cementerio Lugar Nuevo 36500 m. Casa de Arjona IV Sección Torre de Porcuna 700 m. Cerro de los Madroños Plano con las posiciones defensivas aproximadas de la I, III y IV Secciones. La III Sección, al mando del alférez Carbonell, tenía su Plana Mayor en la Casa de Andújar y parapetos en el Pozo de los Civiles, parapeto del Tío Lino y parapeto de la Cerca de Don Enrique. 81
Trasera del Santuario de la Virgen de la Cabeza en una inusual fotografía de antes de la guerra y cuya defensa, durante el asedio, fue encomendada a la V Sección, bajo el mando del teniente Porto, del Cuerpo de Carabineros. Dada la aparente inaccesibilidad del lugar y en la creencia de que por allí no atacaría el enemigo, el capitán Cortés encuadró en la misma y bajo el mando del oficial citado, a los guardias retirados, a los paisanos voluntarios y hasta a cierto número de muchachos menores de 17 años que también se prestaron voluntarios para combatir. Allí nos los encontraremos, durante la jornada final, protagonizando una de las heroicas hazañas de la defensa.
Composición con dibujos de R. Álvarezrepresentando algunos de los efectos de la uniformidad de la Guardia Civil durante la guerra civil (y por tanto la de los defensores del Santuario) y que no es otra que la utilizada durante la II República con las reformas introducidas en el año 1935. Durante el período de introducción de los nuevos uniformes conviven, además del inevitable sombrero de charol, el isabelino de borla y el de cuartel redondo de color azul, así como el correaje de cuero, el de lona tipo “Mills” y la bandolera cruzada propia de la Caballería, que en estas fechas se hizo extensiva a la Infantería. Otros detalles de la composición serían el emblema de cuello con las iniciales GC, la capa de color azul tina, la bocamanga de la guerrera con el tresillo de color rojo, el cuchillo-bayoneta para fusil y mosquetón Máuser, la cartera de camino y la chapa del cinturón, también con las iniciales GC y la corona mural propia del período republicano. La duración del asedio y la imposibilidad de su sustitución motivaron el inevitable deterioro de los uniformes de los guardias civiles sitiados en el Santuario, deterioro que motivó, que a la finalización del mismo ningún defensor estuviese correctamente uniformado.
Dibujo de Salas(al que se le ha "retocado" el subfusil para que se asemeje a un “Schmeisser” y añadido los galones de cabo), y en el que el reconocido dibujante pretende representar la uniformidad (deteriorada uniformidad, más bien) de uno de los guardias civiles defensores del Santuario de la Virgen de la Cabeza. Precisamente, el “adjudicatario” de uno de los tres subfusiles “Schmeisser” de que disponían los defensores era el cabo José Torrús Palomo, jefe de uno de los parapetos de la IV Sección y magnífico tirador, muerto el 1 de mayo, en el último ataque. “…Disparaba José Torrús […] sentado sobre la roca del parapeto cuando una bala de cañón le machacó terriblemente ambas piernas contra la peña hasta casi seccionárselas. […] En el fango, formado por la tierra y la sangre de él y de otros dos defensores que allí cayeron también, aparecían descarnadas y sanguinolentas las extremidades inferiores del Cabo. […] Aunque en el momento del cañonazo había perdido el conocimiento lo recobró poco después. […] Era un hombre de una vitalidad extraordinaria. […] Pero cuál no sería mi sorpresa, cuando al volver la vista atrás en una de las incidencias del combate, me encontré de nuevo a Torrús pugnando por acomodar sobre la peña el tronco de su cuerpo terriblemente destrozado, para poder disparar nuevamente contra el enemigo. […] En aquella difícil postura tuvo todavía coraje para disparar cinco o seis cargadores más de su terrible ‘schmeisser’. Yo creo que las últimas ráfagas las hizo ya en estado de inconsciencia sin poder afinar, por tanto, la puntería. […] Cuando abandoné el parapeto, el valiente Torrús estaba prácticamente desangrado pero aún apretaba convulsivamente con sus manos crispadas el subfusil. Unas horas después, ya sin conocimiento el héroe, debieron rematarle los rojos al entrar en la posición. Su cadáver fue uno de los que quedaron insepultos aquel día…”.
D. José Liébana Serrano, cuñado del teniente Rueda refugiado en el Santuario y único médico (en realidad estu-diante de medicina, a punto de terminar la carrera) de los sitiados. “…Sin local, instrumental, medicamentos, anestésicos ni material sanitario adecuado, atendió a enfermos, a partu-rientas, a heridos, que incluso precisaron amputaciones […] a quienes, por ejemplo, se amputaba un miembro con un serrucho y sin anestesia, mientras eran sujetados por otros compañeros…”. A la derecha, muestra de un certificado médico expedido por el “doctor” Liébana.
Gonzalo Queipo de Llano y Sierra (Tordesillas, 1875 - Sevilla, 1951). General Jefe delEjército del Sur durante la guerra y jefe natural, por tanto, del capitán Cortés durante el asedio al Santuario de la Virgen de la Cabeza. En la fotografía, en una de sus charlas radiofónicas ante los micrófonos de Unión Radio de Sevilla.
D. Jacinto Lillo Martínez o “Doctor Astra”, teniente honorario de Aviación y encargado en Sevilla de preparar los suministros aéreos al Santuario. En la fotografía, en la Maestranza Aérea de Tablada, junto a los tubos utilizados como contenedores de los alimentos arrojados en la posición sitiada.
Según cálculos del general Jesús Salas Larrazábal, historiador y doctor ingeniero aeronáutico, para un aprovisionamiento regular de los defensores y refugiados del Santuario y de Lugar Nuevo durante el tiempo que duró el asedio (224 días), hubiesen sido necesarias otras tantas misiones de abastecimiento aéreo, pero sólo se llevaron a cabo 166 (121 de aprovisionamiento, 36 de bombardeo y 9 de reconocimiento) en las que se transportaron 80.394 kilogramos de alimentos, aparte de armamento, municiones, gasolina, ropas y medicamentos. De estas 166 misiones, el capitán Carlos de Haya efectuó 86 (54 en Savoia-81, 22 en Douglas DC-2 y 10 en Junkers-52). Con más de 300 servicios de guerra en los 19 meses que pudo combatir, Carlos de Haya voló una media de 40 horas mensuales. Fue derribado el 21 de febrero de 1938 en el frente de Teruel, siendocondecorado a título póstumo con la Cruz Laureada de San Fernando. Sus restos reposan en la cripta del Santuario, junto a los del capitán Cortés. En la fotografía superior, avión Savoia 81 matrícula 21-20 que pilotado por Haya (fotografía de la derecha) participó en numerosas ocasiones en los vuelos de aprovisionamiento al Santuario.
Fotografías del Douglas DC-2 matrícula 42-1 “Capitán Vara del Rey” y del Savoia 81 matrícula 21-20 “Virgen de la Cabeza”, estacionado éste último en el aeródromo de Tablada. Ambos aviones fueron profusamente utilizados por el capitán Haya en sus vuelos de abastecimiento al Santuario.
Óleo de Juan Abellán García-Muñoz con la recreación de un abastecimiento aéreo al Santuario realizado por el capitán Haya desde el Douglas DC-2 matrícula 42-1 “Capitán Vara del Rey” (apodado cariñosamente por los sitiados como “El Panadero”). La pintura recrea uno de los mitos de los abastecimientos al Santuario, como fue el lanzamiento de pavos vivos, en vuelo libre, algo que en la realidad nunca se llevó a efecto. Las que sí se lanzaban vivas, evidentemente, eran las palomas mensajeras.